Julio César Arreaza 01 de diciembre de 2019
@JulioCArreaza
La
sociedad venezolana demanda, ante el latrocinio récord de la historia
contemporánea acometido por hampones agavillados bajo el paraguas del alias
“socialismo del siglo XXI”, una actitud férrea contra la corrupción por parte
del gobierno interino. Su deber es marcar diferencia y mostrar toda la
transparencia en el manejo de los dineros que ha recibido para alcanzar la
transición a la democracia, no importando que sean minúsculos en comparación
con el robo de un millón de millones de dólares. Expresiones condescendientes y
pusilánimes como “robagallinas” no tienen cabida en el desafío histórico que
nos toca vivir.
Mientras
la usurpación se mantenga en el poder todos los problemas se continuarán
agravando. De allí la necesidad de conductas férreas frente a la ignominia que
disuelve y liquida la nación, cediendo el país al narcotráfico y tomando las
minas al precio de masacrar a nuestros indígenas, para hacerse de lingotes de
sangre, con el propósito de enriquecer a sus secuaces, mediante una caja chica
que utilizan sin control para mantenerse como sea en el poder proscribiendo la
soberanía popular. Si nosotros no discernimos sobre la necesidad de un cambio
de vida y de costumbres también vamos por mal camino. El destino nos puso en un
duro combate para que venzamos al mal y a la violación sistemática de los
derechos humanos y rescatemos la soberanía popular, la democracia y la
libertad.
En
nuestras manos está el cese de la usurpación que se mantiene a costa de la
degradación de la dignidad humana, la trata de personas y la destrucción del
medio ambiente. Tomemos conciencia de nuestras responsabilidades ineludibles en
el presente, asumiendo actitudes férreas contra la corrupción, recordemos
nuestra caducidad y la urgencia de un cambio de vida y de costumbres.
La
Asamblea Nacional en lugar de haber metido la usurpación en el hemiciclo, con
diputados que dejaron de serlo, debe activar la Comisión de Contraloría y
mostrarle al país de manera pedagógica, la política es pedagogía también, el
esquema de lavado de dólares por un monto de casi 8 mil millones, mediante
préstamos en bolívares a Petróleos de Venezuela que luego ésta consentía en
cancelar con dólares preferenciales.
El
Libertador soñó con Colombia la grande y sus compatriotas de hoy seguimos
fieles a ese destino de integración entre las dos naciones hermanas. El
presidente Duque se ha portado a la altura con la diáspora que huye del
comunismo empobrecedor y violento. Hace 40 años los de aquí observamos idéntica
conducta ante el fenómeno inverso. No se trata de un proceso migratorio
convencional, por lo que es pertinente manejar las tensiones sociales evitando
los conflictos violentos, y sin dejar emerger el sentimiento bajo de la
xenofobia. Apostamos por una respuesta de integración sin estigmatizaciones.
¡No
más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!
Julio
César Arreaza
@JulioCArreaza
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