Juan Guerrero 05 de junio de 2020
@camilodeasis
No
me agrada leer la noticia, prefiero fijar la mirada en la fotografía. Es la
imagen de un incendio. En el piso, regados por todo el espacio se aprecia un
tumulto de libros aún con el fuego entre sus páginas. Son rostros, cuerpos
quemados. El humo deja ver poco y también, la foto no es muy nítida. Sigo
buscando rastros de lo que queda de ese espacio, tratando de reconocer el sitio
pero no puedo identificar nada.
Miro
y detallo algo en el techo, ausculto para ver si puedo identificar algún título
entre los miles de libros chamuscados y quemados, pero todo es un amasijo negro
de pura candela. Ya vencido, busco el encabezado de la noticia y un dejo de
tristeza, de rabia y llanto contenido indica que es la Biblioteca Central de la
Universidad de Oriente en su sede de Cumaná. Fue quemada en su totalidad en la
madrugada. Me quedo silencioso mirando esa imagen que ya no identifico. Solo la
memoria me queda para recordar la última vez que me acerqué, semanas antes de
realizar mis trámites para solicitar me confirieran el título de maestría, en
los años ’90.
No
sé ahora ni qué decir ni qué escribir. Porque sé que muchos de mis lectores
quedarán sorprendidos y otros más, atónitos frente a semejante acto de la pura
barbarie humana. Sí, no fue un incendio casual ni por desperfectos eléctricos,
es la continuación de una destrucción que se inició hace varios años y que tuvo
su momento de tensión cuando unas hordas de la izquierda radical, afectos al
partido socialista venezolano que detenta la hegemonía del poder total y
totalitario, tomaron el pasado año las oficinas rectorales e impidieron a las
legítimas y legales autoridades ingresar al recinto universitario.
Desde
ese momento se aceleró, tanto el atropello contra las autoridades, personal
docente, administrativo y de servicio, y estudiantes, como de la planta física.
Desmantelamiento del mobiliario, robo a equipos y sustracción de material así
como ocupación de espacios donde los bárbaros simpatizantes y militantes del
régimen, sintiéndose protegidos y respaldados, cometieron y siguen realizando
sus tropelías.
Esto
que narro para nada debe considerarse un acto aislado cometido por el hampa
común. La Universidad de Oriente representa para la cultura universitaria y la
ciudadanía venezolana el símbolo de la derrota de la dictadura y la
preeminencia de los valores de la democracia venezolana. Fue la primera
institución que se construyó después que se derrotó la dictadura del militar,
Marcos Pérez Jiménez, en 1958. He allí su importancia, además de ser la institución
de educación superior más importante y relevante del Oriente venezolano.
Significativamente trascendental para la vida de los ciudadanos pues ha
contribuido a formar el personal profesional, fundamentalmente de los hogares
menos favorecidos tradicionalmente, que ha desarrollado el sur oriente del
país.
Con
esta afrenta que de manera perversa, cruel, alevosa y planificada lleva a cabo
el régimen socialista venezolano, se busca mutilar la memoria cultural y el
saber de la población venezolana. Estos actos, si se revisa la historia sobre
cómo han procedido otros regímenes socialistas (el nacional socialismo alemán
en la era de Hitler, o el comunismo en los años de Stalín, o la revolución
cultural en la era de Mao) se aprecia un mismo y exacto procedimiento para
aniquilar todo rastro de memoria en la búsqueda del saber, la verdad y la
libertad. Porque una biblioteca no sólo es un espacio lleno de libros y de
visitantes, es, fundamentalmente, el reflejo de una nación y una ciudadanía
cultas, que practican valores y principios y se saben y reconocen seres humanos
libres en la promoción y divulgación de sus saberes ancestrales, decantados y
fortalecidos. Razón tenía el pensador español, Miguel de Unamuno cuando afirmó
que “El fascismo se cura leyendo”.
Al
destruir las bibliotecas, como lo hicieron los nazis, se destruyen los objetos
donde el saber está depositado, libros, revistas y demás documentos que
registran el tránsito de una cultura. No puede verse este acto de primitivismo,
de barbarie como aislado ni casual. Son ejecuciones estratégicamente diseñadas
que tienen como objetivo detener el avance de los pueblos en su formación
académica profesional, capacitación y actualización de sus saberes y
conocimientos.
Las
estadísticas del historial sobre la comunidad universitaria de esta institución
indican que más del 80% de su población estudiantil, docentes, personal
administrativo y de servicio proviene de los sectores sociales más pobres. Es
una universidad republicana, pública, autónoma, democrática y liberal por tradición
y práctica diaria de sus principios como Alma Mater (Alma Nutricia), donde
todas las clases sociales de la región han hecho de esa institución la Casa más
Alta del oriente venezolano.
Los
actos vandálicos se continúan cometiendo para desmantelar los restos de la
planta física de esa honorable institución. Queda únicamente la palabra, el
registro de estos hechos ante la historia. Más allá de nuestros afectos,
tristezas e impotencia para impedir semejante afrenta de crimen contra un ser
vivo como lo es una universidad, queda el registro de estas notas para
identificar a los responsables directos de esta barbarie, por acción directa u
omisión: el régimen totalitario socialista-chavizta del carnicero de Miraflores
y sus pillos.
Juan
Guerrero
@camilodeasis
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