Miguel Méndez Rodulfo 03 de julio de 2015
Calificar la salida de Tsipras como una
tragicomedia griega, es considerar con benevolencia esta bufonada. La jugada
que el viernes 27 de junio, en la noche, realizó el primer ministro heleno,
desde Atenas, no solamente sorprendió al mundo entero sino a su propio ministro
de finanzas, Varoufakis, quién se encontraba en Bruselas dándole los últimos
toques al acuerdo entre las partes, negociado durante 5 largos meses de forma
ardua y laboriosa; con idas y venidas, marchas y contramarchas, reclamos
desmedidos, regateos, intentos de torcer voluntades, imposición de criterios
políticos sobre los económicos y financieros, ingenuidades, malacrianzas, etc.,
aunque, hay que decir que todo ello se encontró con una barrera inflexible,
pero comprensible y tolerante. El Eurogrupo, el FMI y el BCE, no cedieron a la
presión; sin embargo, cuando creían que ¡por fin! habían arribado a un acuerdo,
en el último minuto, Tsipras sacó su conejo del sombrero, pateando la mesa de
negociaciones e irritando hasta el hartazgo a los líderes mundiales.
La arriesgadísima jugada el premier
heleno, peca de ingenua y revela una falta absoluta de cálculo político, ya que
antes del anuncio del referéndum las encuestas revelaban una preferencia de más
del 55% de la población por seguir permaneciendo en la zona euro. Tal como si
fuera Alejandro El Grande, Alexis se lanza a una lucha contra gigantes, pero
también contra la sensatez. Ya lo decía a Martin Schulz, Presidente del
Parlamento Europeo: “cuando visité Atenas, recién electo Tsipras, esperaba
encontrarme con un Jefe de Estado, que representara a todo su pueblo, pero me
encontré con el líder de un partido” El primer ministro griego parte de la
concepción ideologizada de que su pueblo es víctima de una confabulación
internacional, en la que los bancos, el FMI y países capitalistas, pretenden
expoliar a su ya sufrido y empobrecido país. Denuncia que van años de
austeridad y de privaciones que no han producido mejoras en la calidad de vida
de su pueblo. Que los pensionados han sufrido un recorte de 30% en el monto de sus
pensiones, que hay personas que desde hace meses viven sin electricidad, etc.
Aunque esto es verdad, también es cierto
que el Eurogrupo contemplaba, en el acuerdo, medidas paliativas al respecto,
incluso para asegurar asistencia médica a quienes habían quedado fuera del
sistema de salud. Lo que se quería era abaratar el costo del sistema de
pensiones, no las pensiones en sí mismas. Se trataba de acabar con jubilaciones
anticipadas, incluso a los 52 años, dependiendo de los “contactos políticos” y
de llevar la edad de retiro a la misma de Alemania: 67 años. Por otra parte las
autoridades no dicen que van a privatizar todas las empresas públicas, la
mayoría ineficientes y que le cuestan mucho al fisco. Se están reservando la
compañía estatal de comunicaciones y los aeropuertos regionales; no han
demostrado que están combatiendo decididamente la evasión fiscal, mucho menos
la corrupción que es endémica en Grecia. El servicio de taxis se presta bajo
licencias hereditarias, sin que nadie más pueda entrar.
En su delirio Tsipras cree firmemente
que si gana el NO (por el cual llama activamente a votar) él tendrá más fuerza
para renegociar las condiciones que le imponen desde Europa, argumento que ya
utilizó recién electo, cuando se presentó a Bruselas diciendo que había
recibido un mandato de su electorado para revertir la austeridad. Parece que 5
meses de negativas no lo convencieron y de nuevo intenta lo mismo. Lo que sí es
interesante es como manipula las cosas, si esa opción gana: si gana el NO, eso
no significa que Grecia sale de la UE. Interpretación muy diferente a la de
Europa, cuyos líderes piensan que si la opción negativa gana, hay que ir ya
implementando un mecanismo que permita que el país heleno salga ordenadamente
de la zona euro y de la Unión Europea. El asunto es que si gana el SI, tendrá
que renunciar.
Caracas, 02/07/2015
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