Luis Ochoa Terán 16 de julio de 2015
El Papa Francisco en su gira
sudamericana como pastor espiritual también demostró ser un avezado político
instruido profundamente en la idiosincrasia de América Latina, sobre todo,
demostró conocer a profundidad las autocracias, quizás porque ha vivido en
carne propia la soberbia de la autocracia bolivariana del sur que convirtió al
país más avanzado, moderno y culto, del continente en uno de los más atrasado,
autocrático y corrupto de la región, que ha terminado por colapsar la economía
y el gentilicio de la Argentina. Ha vivido la autocracia peronista, el
populismo político que destruyo el país y la consciencia ciudadana, el paso de
las dictaduras militares y sus horrores, en fin, conoce de las ideologizaciones
y sus consecuencias, los fanatismos y radicalismos que conducen a la división
del país y sus ciudadanos, el exilio, la prisión, la tortura y la muerte que
generan estos regímenes, de allí, que su gira por Sudamérica fue para convocar
a la reconciliación, al diálogo, a abandonar los personalismos, “las ideologías
que piensan por el pueblo y no dejan pensar al pueblo” e invitó a la
construcción de una nueva sociedad en donde los políticos y los empresarios en
su afán de construcción de desarrollo, éste tenga que tener rostro humano, que
el destinatario sea el bienestar del pueblo y no el beneficio para los
empresarios y los políticos.
Sin lugar a dudas, el Papa ha traído y
vertido en el continente americano un movimiento revolucionario democrático,
que confronta las corrientes autocracias e ideológicas, por el cual, invitó a
abandonar los liderazgos personalistas, ese afán de los liderazgos únicos que
se alejan de las democracias, las libertades públicas, de la justicia social y
del propio pueblo para su autosatisfacción. “Las autocracias, la
ideologización, el pensamiento único y la uniformidad no solo nos anula sino
nos hace autómatas”, ha expresado en Bolivia para inmediatamente señalar,
“Aquel grito de libertad prorrumpido hace poco más de 200 años no le faltó la
convicción ni la fuerza, pero la historia nos cuenta que sólo fue contundente
cuando dejó de lado los personalismos, el afán de liderazgos únicos, la falta
de comprensión de otros procesos libertarios con características distintas pero
no por eso antagónicas”. Nos enseñó que las autocracias y el pensamiento único
por su propia naturaleza son corrupta de allí que señaló que “la corrupción es
una polilla, es la gangrena del pueblo”, ya que sin duda alguna, es la que
conduce al caos moral, político, económico y la destrucción social e institucional.
La crisis económica y política por la
que atraviesa el continente tiene su origen en el no reconocimiento del otro,
del adversario político al que no quiere reconocer; de allí que el Papa invito
al diálogo para la resolución de los conflictos políticos, sociales e
internacionales. El diálogo es indispensable, enfatizó, “sin diálogo no se
encuentra ninguna solución a los problemas. Hay que construir puentes en lugar
de muros”. “Dialogar no es negociar, es buscar el bien común para todos. Es pensar
que es lo mejor para todos”. El Papa Francisco está consciente que en estos
regímenes autocráticos izquierdosos y empresariales de derecha sin el diálogo
se profundizaran los conflictos políticos y sociales y conducirá a la
autodestrucción del estado y la tragedia que ella conlleva para los pueblos.
Enalteció los valores democráticos frente “al autoritarismo ideológico que nos
conduce a radicalismos políticos y sociales, a la corrupción y la sumisión de
un pueblo que ha cedido su derecho a pensar y a escoger su destino en libertad,
ha cedido su libertad a cambio de su sobrevivencia y entregado al líder
grandilocuente que lo engaña, lo aturde a cambio de su permanencia indefinida
en el poder”.
El mensaje del Papa en esta cruzada por
Sudamérica tuvo un destinatario propio sin mencionarlo, porque pincelo y
caracterizo los malos sistemas políticos que han conducido a la falta de
libertades y al sometimiento de los pueblos, a la crisis económica y social, a
la corrupción, a las ideologías, a los autoritarismos y personalismos que
sacuden al continente. En su pensamiento sin mencionarlos dibujo la tragedia
política de los bolivarianos izquierdosos de Argentina, de Brasil, de Ecuador,
de Bolivia, de Nicaragua, en fin, casi pudiéramos decir que tenía como
destinatario final a la Venezuela de Nicolás Maduro y Diosdado Cabellos, a esta
revolución bolivariana de pensamiento único, radical, divisionista,
autoritaria, malandra y corrupta, y propone que la nueva sociedad que emerja
sea democrática, de diálogo, de concertación social y política pero con
justicia, de desarrollo económico pero con rostro humano comprometiendo al
político y al empresario a mirar más allá de sus intereses para buscar el bien
común, que en definitiva, es en bien del pueblo. El Papa Francisco nos ha
mostrado el nuevo camino que debemos recorrer, es ahora la responsabilidad de
nosotros, continuarla o seguir por el sendero de quienes nos precedieron con
iguales consecuencias. El 6 de diciembre los venezolanos tenemos la oportunidad
de escoger y construir el sistema político que soberanamente escojamos en las
urnas o por el contrario seguir por el camino de la esclavitud ideológica,
destrucción y el colapso nacional.
Luis Ochoa Terán
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