Por Leonardo Morales P.
Para Freedom House la
calidad democrática de Venezuela viene en declive desde que se inicio el
presente siglo en manos Chávez. La orientación gubernamental de ir asfixiando
cada vez más los espacios democráticos ha continuado hasta el presente. Para
esa organización la calidad democrática de Venezuela es sensiblemente baja: dos
indicadores toman para fundamentar su afirmación: «…la continua concentración
de poder en el ejecutivo y las medidas más severas contra la oposición».
Se tratan de dos
indicadores cuya existencia es tan palmaria que cualquier ejercicio por parte
del gobierno por ocultarlo resultaría inútil. En alguna medida, el régimen ha
creado las condiciones para que ellas existan, pero también la política
opositora, sistemáticamente errática desde entonces y muy notoria en el último
lustro, ha servido para que el gobierno avance en sus propósitos.
Una ligera revisión de
ambos indicadores, comenzando por la segunda, no los confirma: la actuación del
gobierno contra el partido Voluntad Popular (VP) por presuntamente estar
vinculado a actividades insurreccionales pudiera ser concebido como un
estrangulamiento del derecho de los ciudadanos a asociarse en organizaciones
partidistas, pero, hay que señalarlo, tal disposición no se inicia con Maduro
sino desde el momento en que Chávez hizo, junto a sus constituyentes,
desaparecer del texto de la Constitución la figura del partido político.
El gobierno a través de
todas las instituciones del Estado que controla a placer, ha ejercido un
tutelaje grosero sobre las organizaciones partidistas, bien despojándolas de su
derecho a existir o imponiéndole directivas. Se recuerda a Copei, pero antes
ocurrió con Podemos y el PPT y la pretensión de constituir un partido único
socialista.
La deriva autoritaria ha llevado a inventar protectorados en regiones donde electoralmente pierde. Así, busca infructuosamente hacerles sombra a gobernadores exitosos como los de Táchira y Nueva Esparta. Antes se había inventado una Constituyente taylor-made para ejercer desenfrenadamente y sin control legislativo todo su poder.
Los medios de
comunicación, desde el difunto hasta hoy, forman parte del manjar que a diario
consume la cúpula roja. La reciente presión para obligar a la salida de
Globovisión del comunicador Vladimir Villegas forma parte de los avances que da
el régimen para liquidar la libertad de expresión e información, derecho vital
para la existencia de la democracia. La prohibición a la cableras, la inclusión
en su parrilla algunos canales, el cierre de emisoras de radio y la
proliferación de otras ilegales favorables al gobierno, forman parte del
control que desde el ámbito comunicacional se desea ejercer.
Ayuda de sus enemigos
El gobierno de Maduro
adelanta sus planes porque no tiene quien le oponga inteligentemente
resistencia. La oposición con sus acciones antidemocráticas: llamados a la
abstención (2005 y 2018) y los planes insurreccionales (11 de abril, 30 de
abril, distintas versiones de La Salida, Macuto, Chuao) tan fracasadas como la
intentona golpista de Chávez el 4F, pueden permitir identificarlos como los
principales colaboracionistas en la deriva autoritaria del gobierno y, por
supuesto, de la consolidación del régimen en el poder y de liquidar toda
posibilidad de transición.
El surcoreano
Byung-Chul Han recientemente advierte que la pandemia que azota a la humanidad
permitiría un control social que coloca en peligro la libertad: «El choque
pandémico hará que la biopolítica digital se consolide a nivel mundial, que con
su control y su sistema de vigilancia se apodere de nuestro cuerpo, dará lugar
a una sociedad disciplinaria biopolítica en la que también se monitorizará
constantemente nuestro estado de salud”.
Así, las circunstancias
internas, una oposición abstencionista que apuesta a la insurrección y huye de
la arena democrática, aunada a factores externos: el avance a un régimen de
vigilancia biopolítica -señala el surcoreano- fertilizan los espacios por donde
se deslizan los planes autoritarios.
Salta de inmediato la
pregunta: ¿Qué hacer? Pues bien, lo que más estorba a un gobierno autoritario
que aún no ha podido cerrar todas las formas democráticas, es que emerja una
oposición que se plante en la arena democrática, justo en esa que tanto
dificulta el desarrollo de las visiones y prácticas autoritarias. Dejar de
hacer uso de esas formas conducen a la extinción de una salida democrática.
01-06-20
https://talcualdigital.com/democratas-versus-autoritarios-por-leonardo-morales-p/
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