Milagros Socorro 06 de julio de 2015
No hay en la actualidad ninguna
actividad más rentable en Venezuela que el bachaqueo (incluida la fase superior
de esa forma de capitalismo, el contrabando de extracción). Los márgenes de
ganancia son casi tan grandes como los del narcotráfico, con la inmensa ventaja
de que no es perseguido, puesto que quienes deberían controlar el bachaqueo
están hasta el cuello en el negocio; y obtienen beneficios formidables que no
les exigen más esfuerzo que poner los dedos en pinza para pescar el dinero y
dar una palmada al camión en señal de que el camino está libre y pueden avanzar
por las fronteras.
El bachaqueo lo perpetran grupos
organizados. La actividad se pone en marcha cuando reciben el pitazo que los
avisa de que a determinado supermercado va a llegar una carga de cualquier
producto regulado, cuyo precio resulta mísero en comparación con lo que se paga
por ellos en Colombia y cualquier país del Caribe.
En ocasiones, las bandas de bachaqueros
visitan al dueño o gerente del supermercado y lo presionan –bajo amenaza de
secuestro de un familiar, por ejemplo – para que les asignen los primeros 50
números de la cola. Una vez hechos con paquetes de comida o sacos de cemento
(ahora también electrodomésticos), los llevan a los dueños de los camiones,
también llamados “dueños de ruta”, que son los verdaderos barones de este
trajín.
Los dueños de ruta les pagan a los
bachacos que les han traído las pacas de productos, con un sobreprecio que
basta para mantener las legiones de porteadores, pero que son cantidades
insignificantes en contraste con lo que ellos van a obtener una vez trasladada
hasta Colombia la comida, la gasolina, el cemento, los objetos de plástico
(sillas, baldes, palanganas) y los enseres.
Se les dice “dueños de ruta”, pero en
realidad todos transitan los mismos caminos, tanto en el Táchira como en el
Zulia, rumbo al país vecino; y tienen el mismo contacto “con el pesado de la
zona”,que es la autoridad por cuya orden se le dará paso franco al contrabando.
Lo que cambia es la caravana y el producto. Cuando la recua es pequeña la
componen 50 camiones, y cuando es grande, hasta 200. Las más productivas son
las que pasan con pipas de gasolina: cada camión lleva de 25 a 30 pipas (cada
una con 220 litros, aproximadamente, de combustible).
Una vez completado el flete, los
camiones ya descargados regresan a Venezuela, donde los vuelven a abarrotar
para emprender nuevamente viaje a Colombia. Esto puede ocurrir hasta tres veces
en una noche. Hay algunos que solo van cuando arreglan el paso o, como se dice
en su jerga, cuando les “dan pista”, esto es, haber arreglado con la Guardia
Nacional, la policía o el Ejército, quien vaya a estar en las sucesivas
alcabalas al momento de cruzar la frontera con las cargas, para no ser
inspeccionados ni mucho menos detenidos por extracciones de semejantes
volúmenes.
Este tráfago ocurre entre las 11:00 de
la noche y las 5:00 de la mañana. Ese es el arreglo con las autoridades. Según
mis informantes (que son unos cuantos, porque todo esto ocurre entre las
sombras de la noche, pero a la vista de mucha gente) estamos hablando de
alrededor de 600 camiones todos los días, de lunes a domingo, fajados en la
labor de exprimir a Venezuela. “Eso lo sabe todo el mundo”, me aseguró una
fuente cuya identidad queda en reserva. “De hecho, es la principal fuente de
trabajo en la zona de Mara, Páez y toda la Guajira, tanto venezolana como
colombiana. Es un negocio redondo, no solo para los dueños de las rutas, sino para
el camionero (que cobra 10.000 bolívares por viaje), para las autoridades,
quienes se quedan con 2.000 o 3.000 bolívares por camión, los jefes, y 200
bolívares por unidad de transporte para cada guardia o soldado (a esto se le
llama ‘dejar la muela’), eso sí, en todas las alcabalas, incluida una que tiene
la guerrilla, un poco más allá de la entrada del caserío El Escondido, todavía
en territorio venezolano, no lejos de una alcabala de la GN”.
Este traqueteo mueve tanta plata que en
la subregión Guajira han bajado los índices de criminalidad porque es más
provechoso y seguro bachaquear que atracar, robar carros o secuestrar.
En estos tiempos de censura y
temblorosos silencios, es deber de la prensa poner esta ignominia ante los ojos
de la sociedad. Ya será responsabilidad de cada uno pactar con el sistema que
ha auspiciado el devastador saqueo de Venezuela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico