Por René Núñez,
30/06/2015
Continuando con el
desarrollo del programa de formación de líderes (Venlidem) bajos los principios
democráticos y humanos que desde el IFEDEC Bolívar venimos ejecutando con la
cooperación de la UCAB Guayana desde hace tres años, el sábado pasado tuvimos
el honor de contar con la Dra. Aiskel Andrade (Doctorado en derechos políticos)
como facilitadora del módulo VII relacionado con su especialización; la
cual satisfizo a todos los asistentes por la objetiva, diáfana y académica
disertación, de la cual me he inspirado para compartir las reflexiones de esta
semana; que de alguna manera son espejo-reflejo de nuestra sociedad
política y democrática venezolana.
Parto del
reconocimiento de la democracia como el sistema político más idóneo y cercano a
la justicia social, pues es el único garante del disfrute de libertades
inherentes al ser humano, del trato al ciudadano en igualdad de condiciones, de
la diversidad de pensamientos y acciones, de la solidaridad y de la
participación como derechos inalienables e innegociables para la convivencia y
la paz social. La evolución en los últimos años del régimen liberal -no me cabe
duda- atenuó las discusiones semánticas ideológicas entre izquierdistas,
centristas y derechistas, ya que la democracia en sí no establece diferencias
conceptuales en la aplicabilidad de sus principios a la hora de gobernar. Todos
están orientados a la procura permanente de mejoras de las condiciones de vida
de la gente y la de su desarrollo libre con seguridad y en paz.
En los pueblos en
vías de desarrollo, como el nuestro, persiste el afán de los dirigentes en
funciones públicas de culpar al sistema político de las desigualdades sociales
creadas por ellos mismos por sus torpezas, sus incapacidades, sus desviaciones.
El funcionario público a todo nivel ha tendido a mezclar
responsabilidades e intereses personales o partidistas con las de su cargo y
los de la democracia. Una cultura política retorcida y encubierta agravada en
los últimos 16 años desde el poder de quienes se suponían venían para hacer
mayor y mejor democracia protagónica, transparente y participativa. Hoy grandes
culpables del aumento de la miseria y pobreza en el país.
Cada vez que
alguien alza la voz para denunciarlos o criticarlos por sus gestiones maulas,
reciben el calificativo de conspirador o de desestabilizador o de promover la
anti política.
En las democracias
modernas los que han fallado son los hombres, no el sistema. La constitución
del 99 suma a los ya poderes existentes y universales (Ejecutivo, Legislativo y
Judicial) dos nuevas autoridades (Electoral y Moral) que de acuerdo con sus
razones y deber ser deberían estar todos funcionando muy bien pero la realidad
ha sido otra, los 5 mandos han sido dirigidos muy mal y con inocultable
sesgo ideológico. Chávez justificó la llegada al poder atribuyendo a la
democracia “puntofijista” y a la constitución del 61 la total responsabilidad
de los desaciertos sociales acumulados que heredó; imponiendo después una
nueva, la del 1999 como alternativa democrática. Ni Chávez en el pasado ni
Maduro en el presente han cumplido con los propósitos esenciales de la
nueva Carta Magna que no son más que los de garantizar la mayor suma de
felicidad social a todos sin distingo de ninguna naturaleza. De nuevo,
dirigentes y gobiernos son los que han fallado no la democracia.
La democracia es y
será siempre “perfectible”. Plantea y deja abierta los mecanismos para mejorar
y actualizar el funcionamiento de una nación, no para reducirla o destruirla.
Desde sus entrañas mantiene avivada la organización y convivencia entre
gobernantes y gobernados. Entre dirigentes y dirigidos. Con el voto te
deja siempre la posibilidad de la rectificación y de los cambios. El ciudadano,
por su parte, le toca ejercerlo con calidad para asegurar en lo posible tener
mejores dirigentes, mejores gobiernos, mayores posibilidades de vivir mejor y
en sosiego. La democracia la podemos imaginar como un barco donde vamos todos
operándolo de común acuerdo y en la misma dirección, con la claridad de llegar
sanos, salvos y seguros al próximo puerto. Rotando los capitanes en la travesía
después de cumplir sus guardias de turno, y tener siempre la garantía de contar
con una conducción de relevo diestra y lozana con mayor conocimiento y
experiencia.
Por el lado de los
partidos, tanto militantes como dirigentes no deben seguir cultivando el
mesianismo que tantos daños nos ha causado a la luz de nuestra historia
democrática. En esta época de gobiernos republicanos libres se habla de equipos
de trabajo, de planes, de compromisos, de resultados, de retos, de inclusión,
de progreso y desarrollo humano. La preparación y formación de cuadros de
relevo para liderar y gobernar ha de ser una prioridad permanente en los
cuadros políticos. Las funciones de un partido o de los dirigentes no es la de
controlar el poder como objetivo personal o grupal sino la de utilizar el poder
para la transformación de la sociedad en positivo que representan y para los
cuales fueron elegidos. Creando capacidades y oportunidades para todos por
igual.
Presidente del
Ifedec Bolívar
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