Kristina Hjelkrem 27 de agosto de 2016
El
feminismo es una de las corrientes más fuertes y polémicas de la actualidad. En
ella se encuentran amparadas tanto las feministas conservadoras, que buscan la
igualdad entre hombres y mujeres en el ámbito social, laboral y
político; como las radicales extremistas que entran a las iglesias sin
blusas.
Fuera
de que en sí esta corriente pueda tener varios postulados lógicos en los que
valga la pena reflexionar, muchas veces nos encontramos en batallas ideológicas
contra las feministas y nos olvidamos de la caridad o de preguntarnos por
qué fue que llegaron a esas conclusiones.
Este
post va dirigido a dar ciertos tips acerca de cómo
tener el mejor planteamiento en este tipo de conversaciones, teniendo
como modelo algunas lecciones que nos da la mujer más femenina de todas: la
Virgen María, en su dialogo con el Ángel Gabriel.
1.
Aprender a decir sí
«Fiat» es
como respondo al Arcángel San Gabriel en el momento de la anunciación, su
traducción al español significa «sí». Por medio de esta palabra me comprometo
con el Arcángel ante la propuesta que me plantea, ser la madre del redentor del
género humano.
La
polémica sobre la vocación de la mujer en el mundo, es un tema muy actual e
importante, comprender la envergadura del dilema y la necesidad urgente que
tenemos de una respuesta, es la primera situación que tenemos que tener
presente al iniciar este tipo de discusiones. Comprometernos con
el tema es la primera forma de poder asegurar una conversación abierta y
sincera para invitar a más personas a conocer la verdad sobre la identidad del
ser humano, y de forma especial, de la mujer. ¿Cómo podemos comprometernos?
Estar listos para este tipo de conversaciones: estudiemos el tema, leamos
artículos, estemos al tanto de las noticias, formémonos una opinión abierta a
la verdad para poder transmitirla. Un texto que nos puede acercar a conocer
sobre la dignidad de la mujer es la Mulieris Dignitatem de
Juan Pablo II.
El
mundo necesitaba de mi «sí»para recibir a Cristo, el Señor también necesita de
tu «sí» para acercarse a tantas más personas. Tratar estos
temas son la oportunidad perfecta para que, gracias a la colaboración de tu
buena disposición, la verdad puede llegar a iluminar otra alma.
2. La
escucha y la acogida. Claves para ayudar a los demás
Yo
María, la Virgen madre de Dios, la nueva Eva, la mujer representada más de mil
veces por artistas a lo largo de los siglos, la que ha causado varios concilios
y que sigue causando polémica hasta el día de hoy; yo, decido ser esclava. En
efecto el cristianismo nos invita a entender el servicio como la
vocación real del hombre; el hombre solo es pleno en la medida en que se
entrega a los demás, y Yo soy la primera en vivirlo así.
Al
tener conversaciones con personas que no comparten nuestros puntos de vista,
tenemos que recordar que no son «nuestras ideas» las que buscamos transmitir;
es la realidad de la naturaleza humana, la verdad que Cristo nos ha venido a
revelar. Somos enviados por Cristo para llevar su verdad a los demás, esclavos
de su verdad y de su amor por los demás.
Puede
que te ayude, al momento de iniciar este tipo de conversaciones, decir una
pequeña jaculatoria o recordar cuando yo, teniendo a Cristo en mi seno y
acogiendo las palabras del Ángel, fui a ayudar a mi prima Santa Isabel con su
embarazo, así podrás tener siempre presente que cuando hablas y con tus
actitudes, lo haces para llevar la luz de Cristo como un servicio a toda la
humanidad.
3. Ante
todo ser disponibles y humildes
Estas
son unas de las últimas palabras que pronuncia Jesús antes de morir en la cruz;
me entrega a mi cómo Madre a toda la humanidad. La maternidad es en efecto la
primera forma de describirme. María: es madre de Dios (Theotokos) y
madre nuestra.
¿Cuáles
son las virtudes más características de una madre? Por no decir todas (le
debemos tanto a nuestras madres), diría que las virtudes que más destacan de la
maternidad son la generosidad y la paciencia. Tanto en esperar
a que los hijos maduren, como en la entrega constante e incondicional, reflejan
la disponibilidad de una madre para con sus hijos.
Es
esencial potenciar estas virtudes en nuestras conversaciones con los demás,
especialmente cuando tratan sobre temas tan polémicos e importantes como la
feminidad. En definitiva se trata de mantener una actitud de abierta
disponibilidad ante las personas con las que conversamos, como lo hace una
madre, intentando aportar ideas fundamentadas a la discusión y escuchando lo
propuesto por la otra parte. La paciencia y la generosidad se muestran en eso,
en saber escuchar a la otra persona y en comprender de donde vienen sus
planteamientos: (una educación concreta, experiencias u opiniones infundadas).
Como dice otra gran madre, la Madre Teresa de Calcuta, si juzgamos a
las personas, no tendremos tiempo para amarlas. Querramos sin límites
a las personas con las que hablamos, así como una madre cuando intenta señalar
a sus hijos el mejor camino, no seamos indiferentes ante ellos, sus
sentimientos o sus reacciones. Recordemos que todos son hijos de Dios e hijos
míos.
4. Confiar
en Dios y trabajar por ser mujeres verdaderas
Durante
la Pasión de mi hijo, busco acompañarlo hasta las últimas consecuencias:
estoy al pie de la Cruz y en los momentos difíciles su vida. En todo este
camino logro no desfallecer ante la complicada misión de mi hijo, por estar
recogida en oración a pesar de mi dolor.
La
misión de cambiar el mundo es una que nos queda grande a todos, y bueno a veces
cuando vemos que en una discusión sobre el feminismo (que puede incluir
extremos como el aborto, el rol de la mujer en la familia, las capacidades de
la mujer en el mundo laboral), si parece que no llevamos la razón, podemos
sentirnos derrotados y perder la esperanza de que esto pueda llegar a cambiar
algún día. En estos momentos, no dudes que lo que me sostuvo en
los momentos más difíciles, como presenciar la tortura de un hijo, fue la confianza
en Dios. A pesar de que pongamos todo nuestro empeño, buenas
intenciones y hasta caridad en mostrar a alguien más de lo que trata la
verdadera dignidad de la mujer, puede que no lo logremos. Esto no quiere decir
que todo está perdido. Confiemos, en que el Señor sabrá mejor que nosotros
iluminar el corazón de las personas y cuidar de la humanidad. Nuestros
esfuerzos son valiosos, de ellos se vale Dios para hacer sus milagros, ya vemos
de lo que fue capaz de conseguir por medio de una joven judía en el año 0.
Confiemos en Él y seamos, nosotras, como lo intenté ser yo, ejemplos de mujeres
para el mundo de hoy.
5. Guardar
todas las cosas en el corazón
La
forma de poder llevar una misión tan grande como la que Dios me encomendó es,
sin lugar a dudas, ir de su mano a lo largo de todo el camino. Mantener
una vida espiritual cambiará nuestro corazón, nos acercará a la caridad,
humildad y generosidad que el mundo necesita. El silencio nos
permitirá ser más reflexivos y meditar sobre temas relevantes con más
facilidad.
Meditar
y llevar al corazón todas las experiencias que tenemos de promover la verdad,
el amor y a Cristo, nos acercará más a Él y a los corazones de los hombres. Por
lo tanto dejemos que nuestra alma «glorifi[que] al Señor, gócese [nuestro]
espíritu en Dios [nuestro] Salvador».
En definitiva
tal como comienza la Mulieris Dignitatem: «La dignidad de la
mujer y su vocación, [son]objeto constante de la reflexión humana y cristiana,
ha asumido en estos últimos años una importancia muy particular». Poder
conversar de este tema con compañeros, familiares y amigos es siempre una
oportunidad de iluminar su visión de la identidad del hombre, aprovechémoslas
al máximo teniendo frente a ellas la actitud caritativa que tendría frente a
ellas la propia Virgen María.
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