Por Jesús Alexis González, 29/05/2016
A propósito de la marcha nacional del 1 de septiembre
2016 la cual suponemos majestuosa y que culminará con la Toma de Caracas, el presidente de la República sostuvo que “solo el
pueblo en la calle derrotará los intentos de golpe”; confusa y estrafalaria
afirmación que nos motiva a señalar (haciendo uso de la literatura marxista)
que las manifestaciones callejeras constituyen
una forma de lucha de clases en la medida que el proletariado visualice como
objetivo final la destrucción de la
burguesía concepto donde agrupan a los propietarios
de los medios de producción que emplean trabajo asalariado, lo cual
intentan alcanzar a través de una revolución
en aras, suponen, de provocar
una profunda transformación en el orden político, económico y social apuntalada
en un cambio radical de las relaciones
sociales de producción hasta alcanzar la sustitución del modo de producción, entendido como el
proceso de elaboración de los bienes materiales configurando de tal manera la estructura de la sociedad que al ser, sostienen, de tipo capitalistadebe ser desplazada habida cuenta que dicha
estructura, afirman, no depende de
los deseos ni de las intenciones de los hombres, ni de las ideas ni de las
teorías, ni de las formas del Estado ni del Derecho, sino por el modo de producción imperante que al
modificarse igualmente lo experimenta el
régimen social, induciendo un cambio
de las ideas políticas, jurídicas, religiosas, artísticas, y filosóficas.
Si tal planteamiento marxista fuese científicamente
valido, también lo sería para el caso venezolano cuando se aspira destruir el movimiento chavista que
desde el poder (sin gobernar) se ha venido apropiando
por distintas vías los medios de producción hasta configurar un ineficiente modo de producción cuyo
mayor logro (y único) ha sido instaurar una “justa” distribución de la miseria, a tal punto que en el Índice de Miseria a nivel mundial publicado
en agosto 2016 ubicó a Venezuela como el
país más miserable del mundo(entre 74 países) con un 181% (peor mientras se aleja de 0) superando por mucho a Bosnia que ocupó el segundo lugar con
un 49% mientras que el mejor ubicado
fue Tailandia con un 1,1%; al extremo que la prospera y
pujante Venezuela de ayer (hasta hace unos 17 años) la mira hoy el mundo con
lastima, tristeza e incredulidad (y el pueblo experimentando angustia e
indignación) ante el escenario de escasez, proliferación de enfermedades (como
la malaria que según la Organización
Mundial de la Salud fue erradicada en el mundo en 1961), inseguridad, desabastecimiento, elevada tasa de
criminalidad, aumento de la pobreza y ¡mucho
más!; aunado a un marcado deterioro de las instituciones que sustentan la
democracia cuyo desenvolvimiento propició una fuerte crítica por parte del
Secretario General de la OEA: “En
Venezuela hoy no rige ninguna libertad fundamental ni ningún derecho civil o
político”.
El Instituto Nacional de Estadística (INE), recién
termina de publicar (¡por fin!) información referida a la población por Línea de Ingreso (I semestre 2015) indicando que tal
situación afectó al 33,1% de los hogares
(suponemos por obviedad que al II semestre 2016 la situación es mucho peor)
siendo que entre enero 2013 y junio 2015 las personas en condición de pobreza aumentó en 950.771 hasta alcanzar la
cifra de 12.170.000 equivalente al 39,7% del total poblacional, de donde
se desprende que cerca de 5.000.000 de
venezolanos fueron llevados a esa penuria en el presente periodo
constitucional. Tan indeseable circunstancia, se intensifica y complica ante la disminución de las reservas
internacionales liquidas (y la falta de probidad al haber eliminado los Fondos
de contingencia) que para julio 2016 cayeron hasta US$ 153 millones, monto que al relacionarse con el promedio de
liquidación diaria de divisas para importaciones por parte del Banco Central de
Venezuela (BCV) de US$ 31 millones,
se obtiene el dramático resultado que el país cuenta (en teoría) con recursos
para unos¡5 días de importaciones! adicional
a otros16 días de consumo nacional
provenientes de recientes importaciones de materia prima para la producción
agroindustrial; no siendo nada accidental que la materia de importaciones haya quedado reducida al espacio
gubernamental al tiempo que las privadas
se han reducido en un 98%. Dicho escenario lo había anticipado el BCV
cuando señaló que durante la actual presidencia (2012-2015) las importaciones
per cápita en US$ disminuyeron en un 47%
lo cual indujo una manifiesta escasez (fundamentalmente de alimentos y
medicamentos), tanto de origen extranjero como domestico ante la caída de la oferta
nacional por la disminución de la capacidad interna de producción como
consecuencia de la ausencia de materia prima importada que es vital en más de
un 60% para la elaboración de productos.
Venezuela requiere de unos US$ 35.000 millones/año en importaciones
(deflactadas de corrupción y sobrefacturación) en pro de configurar un moderado abastecimiento dentro de un
concreto plan de producción nacional;
actualmente agudizada por una demoledora inflación mensual promedio de un 20% y una acumulada enero-julio 2016
del 240% que ha venido propiciando
una pérdida del salario realparahacer
frente a una Canasta Alimentaria Familiar (58 productos) que se situó para
julio 2016 en Bs 363.866,73 (un
incremento del 32% con respecto al mes anterior) con un salario
integral recientemente “aumentado” (14 veces en la actual “gestión”
presidencial) hasta Bs 65.057,62 (Bs
22.576,72 de salario mínimo y Bs 42.480,90 de bono de alimentación) monto que
le permite a los hogares apenas cubrir
el 17,9% de la canasta.
Tan delicada situación, es calificada por el gobierno
en su acostumbrada externalidad (el
culpable es siempre otro) como una “guerra
económica” ejecutada por la “oligarquía
criolla” con complicidad estadounidense (¿?), razón que justificó (¡!) por
parte del ministro de la Defensa en su condición de Coordinador de la Gran
Misión de Abastecimiento Soberano y Seguro la designación (agosto 2016) de un
General o Almirante para “gobernar” (sic) cada uno de los 18 principales
productos regulados, es decir ¡18
Generales para custodiar una ínfima oferta! que en su casi totalidad
proviene de las importaciones realizadas por el sector oficial dentro de un
marco militar-cívico de la administración pública, donde un 50% de los
ministros son oficiales activos de mayor rango y un 60% de los gobernadores son
exmilitares; haciendo difícil comprender cómo a pesar de ello no pueden batallar con éxito contra una
supuesta “guerra económica” o es simplemente una vitrina para “trasladar”
la responsabilidad del fracaso gubernamental al reducido sector privado
eficiente que con máximo esfuerzo
sobrevive y a los ¡bachaqueros de petare!.
Finalmente, no
tenemos duda alguna en cuanto a la celebración del referendo revocatorio
presidencial en 2016 apoyando nuestra convicción en aportes como el de Gramsci
en relación a la fricción entre elpesimismo
de la inteligencia (los conflictos del pensamiento emergen del
conocimiento) y el optimismo de la
voluntad (un pueblo con pasión dirige sus fuerzas hacia la búsqueda de una
nueva realidad). El 11,6% de los venezolanos respalda al chavismo, un 7% desea
que el actual presidente continúe mandando y un 93% muestra con optimismo su voluntad de revocación; y en razón de
ello marchará masivamente el 1S en aras de presionar para la recolección del
20% unas 3,9 millones de firmas
equivalente al 21,5% de los 18,1
millones de votantes que ¡desean salir de esta angustia!, y que con reprochable cinismo “aprobó” el CNE ¡¡sin dar fecha ni normativa de recolección!!
Economista Jesús Alexis González
@jesusalexisgon
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