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miércoles, 24 de agosto de 2016

Homenaje a un espécimen militante, por @lmesculpi



Luis Manuel Esculpí 23 de agosto de 2016
@lmesculpi

Ya se habían escapado Pompeyo, Teodoro y Guillermo del cuartel San Carlos a través de un túnel. Se adelantaban lo preparativos para la realización del VIII pleno del Comité Central. Debe haber sido en marzo del año 67. Lo recuerdo perfectamente la fuga fue en febrero y el pleno en abril. Uno de mis enlaces de la CEN de la juventud me fija un contacto con alguien del aparato de seguridad del partido. Se requería ser sumamente puntual, la espera no debía pasar de cinco minutos. Debo llevar una revista selecciones, la otra persona llevará una revista Life en español. Intercambiaríamos contraseñas y a partir de allí comenzaríamos a realizar algunas tareas.

El lugar del encuentro para mí era desconocido. No había cumplido 19 años mi vida y mi militancia, se había desarrollado en el Departamento Libertador -en la actualidad municipio del mismo nombre- no conocía el este de la ciudad. La cita sería en Chacao, en una calle transversal dónde tendría como referencia un edificio de oficinas, nos encontraríamos en la puerta, me dispuse ha localizar antes el lugar, para así poder cumplir con las exigencia del contacto.

Llego el día previsto para el encuentro y en el sitio convenido había una persona alta vestida con un traje gris, en sus manos tenía la revista acordada, respondió la contraseña y caminamos por un par de calles laterales , conversamos sobre la realización de un curso y establecimos un mecanismo para nuestro próximo contacto.

La siguiente reunión sería para recibir el curso de seguridad y normas para la vida clandestina, improvisamos un “aula” en un apartamento que ubiqué en Las Acacias para tal fin y en donde en varias sesiones recibiríamos las clases. Nuestro instructor solo tendría dos alumnos, junto conmigo estaría “Piña”, seudónimo del encargado de esas lides en uno de los organismos donde militábamos.

Me impresionó el dominio y la cultura que aquel hombre poseía sobre las técnicas del trabajo secreto, intuí que nuestro maestro debía poseer una vasta experiencia, que estábamos frente a alguien fogueado en la acción, luego pude corroborar que mi apreciación se ajustaba plenamente a la realidad.

En ese lapso nació una amistad que perduró hasta ahora. En aquella época conversamos mucho sobre la política del partido, fue un fervoroso partidario del repliegue y de la participación electoral -sin descuidar la dedicación a sus delicadas funciones- convencido de la necesidad de apoyar a través de un instrumento legal, la candidatura de Luis Beltrán Prieto.

Nuestra amistad en ese tiempo tenía una característica muy particular, hasta la legalización como partido nunca conocimos nuestros nombres verdaderos, tampoco tenía detalles de su militancia, ni de su existencia.

El camarada era sumamente reservado con todo lo relacionado a su trabajo y a su vida. Hoy decidí relatar algunos aspectos que pude conocer en la medida que se estrechó la amistad. Este personaje recibió el curso de la KGB ( en su época) en la Unión Soviética su entrenamiento lo efectuó en las zonas donde la represión zarista fue más brutal. En China y Vietnam su adiestramiento fue en zonas similares, para culminar su formación en Cuba donde perfeccionó los conocimientos adquiridos en Europa y Asia.

En Colombia dirigió un aparato clandestino, donde se preparaba el ingreso o salida de los dirigentes. Teodoro en el libro de entrevistas escrito por Alonso Moleiro titulado: Solo los estúpidos no cambian de opinión; relata una anécdota de su salida y entrada subrepticia al país por Maicao ; allí señala que el aparato “funcionaba perfectamente”. Fue enlace entre los miembros del Buró Político, en particular con Pompeyo Márquez cuando ejerció la Secretaría General, participó en el Porteñazo y realizó miles de peripecias para no ser detenido, ni identificado, así pudo incorporase nuevamente a sus labores habituales.

Coincidimos en una época de cambios, de ruptura con viejos dogmas, deslinde de los recetarios y fórmulas preconcebidas de la vieja izquierda – a las que permanecen firmemente aferrados los principales protagonistas del régimen- de rectificaciones históricas; preámbulo en la búsqueda de nuevos paradigmas ; donde la lucha por la justicia social se consustanciará con la libertad y la democracia.

Su modestia no era falsa, acepto de muy buen grado pertenecer a un equipo que me correspondió dirigir. En la legalidad y en su militancia en el MAS nunca hizo valer sus glorias del pasado, no optó a ningún cargo de dirección permaneció leal y solidario con sus compañeros de siempre. Aunque en los debates internos teníamos posiciones distintas y divergentes, jamás se afectó nuestra hermandad.

Hablo de José Rafael Bello Ugueto, dirigente deportivo, arquitecto (fue director de planeamiento urbano en Valencia) fanático del jazz y de los Yankis de New York -estas aficiones solo las conocí cuando lo visite en su residencia- donde pude apreciar la fabulosa colección de discos de ese género musical estadounidense y los originales -de lo que gracias a la perseverancia de Freddy Núñez- sería el primer libro editado en español sobre la historia de los Mulos de Manhatan.

Bellito como le decíamos sus compañeros era natural de Río Caribe, paisano de su entrañable camarada German Lairet que junto a Rodrigo Mora conformaban un trio inseparable. A quienes acompañó hasta el final de sus días.

Recuerdo que Bellito me comentó que le había relatado a Germán que estábamos trabajando juntos – en las postrimerías de la clandestinidad- en un grupo que me correspondió coordinar y la respuesta de Lairet fue “cuídense porque lo más seguro es que caigan presos”; afortunadamente German se equivocó.

En los últimos años José Rafael vio disminuida sensiblemente su salud, afectado por varias y complicadas enfermedades, su ánimo no disminuyó, siempre dispuesto a conversar sobre diversos temas. Su fortaleza corporal se volvió enjuta. Freddy Núñez – quien le proporcionó la alegría de realizar su sueño- promovió una visita juntos recientemente durante su convalecencia, acompañamos la tertulia con presas de pollo en brasas y unos pocos tragos de whisky que el editor del libro proveyó. Se le notaba regocijado y muy contento por ese nuevo encuentro . Allí le propuse que escribiéramos su biografía , ya no tenía sentido guardar secretos importantes del pasado en su memoria, su apasiónate vida era desconocida incluso por sus propios compañeros. Quedé comprometido a llevar un grabador e iniciar la tarea.

Quedó como asignatura pendiente, el tiempo y su salud nos impidieron cumplir. Bellito se nos fue recientemente. Estas líneas constituyen un homenaje póstumo al compañero y al camarada de casi cinco décadas, que seleccionó la opción de ser un militante sumamente útil, escogiendo a su vez la figura del anonimato. También significa un tributo al compromiso, a la existencia y la amistad.

Luis Manuel Esculpi
@lmesculpi

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