Trino Márquez 25 de agosto de 2016
@trinomarquezc
¡Todos
a tomar Caracas el 1-S!
El
Referendo Revocatorio y la Toma de Caracas, impactante consigna propagandística
con la cual se ha identificado la movilización-concentración del 1 septiembre,
removió las pocas tuercas fijas que le quedaban a esa maquinaria destartalada
que es el gobierno de Nicolás Maduro.
Los
jerarcas del régimen perdieron las chavetas. Se consideran la reencarnación de
Stalin, quien creía salir fortalecido con cada purga que acometía. Amenazan con
destituir a los funcionarios que firmaron la solicitud para iniciar el RR.
Disparate mayúsculo. Violan la Constitución que ellos mismos elaboraron y
aprobaron por inmensa mayoría –Arts. 141 y 145- y el Estatuto de la Función Pública, sancionado
en 2002, se enemistan con la OIT, y obligan hasta al Defensor del Pueblo y a
los pocos sindicatos chavistas que aún quedan, a deslindarse de Maduro, Cabello
y Rodríguez, promotores de esa cacería de brujas fascista. En vez de demostrar
fortaleza y cohesión en sus filas, reeditan la Lista Tascón, evidencia de otro fracaso:
no han sido capaces de atraer la lealtad ni siquiera de los cuadros técnicos y
profesionales de la Administración Pública.
A la movilización del 1 de septiembre intentan
descalificarla invocando argumentos rocambolescos. Dicen que se trata de la reedición
del 11 de abril. Que persigue desatar la violencia. Que es subversiva porque
insurge contra el orden establecido. Ahora sí hay que defender el orden
impuesto por la revolución. La paradoja resulta grotesca. Cuando el régimen
navegaba en medio de una ola enorme de popularidad, cualquier evento o fecha
era conveniente para convocar las masas. El calendario de días festivos y de júbilo fue engordado. Se celebraba el
aniversario del 4-F, el primer triunfo de Hugo Chávez el 6 de diciembre de
1998, el aniversario de la convocatoria a la Constituyente, el inicio de la
Misión Barrio Adentro. Se conmemoraba el 27 de febrero, como origen remoto de
la revolución bolivariana. No había
antojo del comandante o de su heredero que no fuera celebrado con un acto de
masas, si admitimos que tal calificativo puede aplicárseles a los
encuentros realizados en recintos
pequeños y cerrados repletos con funcionarios obligados, lista en mano, a acudir. Maduro repite este método con
frecuencia maquinal. Hace pocos días, para lanzar la Gran Misión Abastecimiento
Soberano, presidida por Padrino López, organizó un acto “popular”. Por cierto,
¿qué será de la vida de los CLAP y de esa “gran misión”?
Ahora la MUD debe movilizar la gente. El
pueblo necesita el RR y el RR necesita al pueblo. Sin las masas movilizadas
será imposible que el revocatorio se realice en 2016, en 2017 o en algún
momento del futuro cercano o lejano. Esta precondición rige para cualquier consulta electoral de
ahora en adelante. Para lograr que se efectúen las consultas para elegir los
gobernadores, los alcaldes y el Presidente de República, habrá que desatar una
presión gigantesca sobre el régimen, a pesar de ser fechas constitucionales. Ya
Maduro y compañía no quieren acudir ni a una elección de reina de carnaval.
Saldrían derrotados.
Una de
las enseñanzas de Fidel Castro es esa: evitar a toda costa los comicios, sobre
todo cuando existe la certeza de que van a perderse. Esta máxima la ha aplicado
en Cuba durante 60 años: ¿elecciones para qué? Mejor es ser dictador. En la
isla este desiderátum de los déspotas se logró. En Venezuela, a pesar de la
alianza con los autócratas antillanos,
resultó imposible. Aquí habrá comicios, aunque le pese a la comandita: la
oposición resistió y se organizó, la sociedad civil sigue viva y la presión
internacional aumenta cada día.
El temor de Maduro y compañía no es porque el
1 de septiembre vaya a producirse un golpe de Estado o actos de violencia que
comprometan la paz del país. Los sediciosos y los agresivos se encuentran en
Miraflores y en el PSUV. El miedo de la cúpula chavista reside en que ese día
se mostrará ante la nación y el resto del planeta, la insondable soledad,
aislamiento e impopularidad del régimen. Quedará claro, una vez más, que los
rojos solo podrán permanecer en el poder violando la Constitución,
desconociendo la voluntad mayoritaria de los venezolanos y reprimiendo, camino
ya recorrido por Pérez Jiménez, y que sabemos dónde y cómo concluye.
¡Todos a tomar Caracas el 1-S!
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