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domingo, 21 de agosto de 2016

La verdadera guerra tiene varios frentes visibles, por @JJMorenoA



JUAN J. MORENO A. 20 de agosto de 2016

La acentuación de las erradas políticas económicas adoptadas desde los inicios de esa gran farsa que llaman los chavistas revolución,  sumada al despilfarro y corruptelas, insensatas decisiones adoptadas de manera arbitraria frente a exigencias de cada momento y la ruptura del orden constitucional de la república, constituyen la principal artillería de  esa especie de guerra de exterminio en distintos frentes que ejecuta el régimen madurista contra la cada vez más indefensa población venezolana.

A esta conclusión arribamos al reflexionar sobre hechos aparentemente simples, pero de importante significación, como fueron los recientes pronunciamientos sobre la crisis humanitarias que viven los venezolanos; por una parte del secretario general de la ONU, Ban-Ki Moon, y  por la otra, el pronunciamiento de la Alianza Global de Institutos Nacionales de Derechos Humanos (Ganhi, por sus siglas en inglés), que recomendó cambiar la categoría de acreditación (De A a B), a la Defensoría de Derechos Humanos de Venezuela por su deficiente labor.

Muy diligente ha lucido el “Defensor” para negar especialmente los señalamientos sobre la crisis humanitaria que ya están percibiendo desde fuera del país instituciones y personalidades de reconocido prestigio, ante situaciones que está padeciendo la población venezolana y que a estas alturas resultan escandalosamente inocultables. Con su característica vehemencia para tratar de demostrar la “exageración” de las acusaciones en esta materia y los señalamientos sobre las deficiencias de su Despacho, Tarek William, no ha perdido tiempo para refutar lo que hoy todo el mundo contempla como una verdadera guerra de exterminio contra la población y la cual se expresa, entre otras, en los siguientes frentes de combate (para hacer uso de términos de los que gustan los integrantes de ese auténtico ejército de ocupación que nos gobierna):

El primer frente es fácilmente perceptible para quien se tome la molestia de levantarse antes de las cinco de la mañana y  pasearse por el frente de cualquier supermercado o farmacia, para entender que no se puede llamar de otra manera, que de inhumana,  la situación que sufre la inmensa mayoría de las familias venezolanas en busca de alimentos y medicinas, por efecto de las erradas políticas económicas del régimen y cuya responsabilidad achacan al único sector, el empresarial privado, que se esfuerza por producir esos bienes de consumo masivo y que, pese a ello, lejos de recibir las facilidades del gobierno, solo son objeto de insultos, descalificaciones y la negativa de ayuda. Que le pregunten a cualquiera de los cientos de  miles de  trasnochados si es o no inhumano verse sometido a tan largas horas de cola para comprar un paquete de harina o un medicamento que requieren con urgencia. Miremos hacia las fronteras con los vecinos países, Colombia y Brasil, y preguntémosle a la masa de venezolanos que corren generalmente a pié a través de la zona divisoria si se sienten o no respetados en sus derechos humanos cuando se les coloca en tan deplorable situación. Asomémonos también a las escuelas que atienden a la inmensa población de educandos, para comprobar el estado de desnutrición que sufren nuestros niños, por las deficiencias alimenticias impuestas por la grave situación de desabastecimiento y altos precios de los alimentos, e igualmente preguntarle si es o no inhumana la condición a la que son sometidos.

El otro frente es el que denuncian pacientes y sus familiares, así como el personal de todos los centros de salud pública del país, y de manera especial los médicos y enfermeras, que viven a diario el drama de ver morir a los grupos etarios más vulnerables de la población, niños y ancianos, por la falta de alimentos, medicamentos e insumos, así como por el precario estado de las instalaciones hospitalarias, ausencia de ambulancias y de otros equipos que obligan a reducir de una manera drástica el número de intervenciones quirúrgicas que reclaman atención urgente. ¿Estará al tanto el “defensor” del número de pacientes que fallecen diariamente en los hospitales?  Y que nos responda la misma pregunta.

Las morgues del país, son tenebrosos escenarios de esta situación de muertes que no exageraríamos en considerar masivas, y que deben soportar especialmente los familiares de las víctimas procedentes de los hospitales y de los distintos lugares donde el hampa impera en ese frente propio que se extiende a las cárceles, a los barrios populares y a todo el territorio nacional;  situación cuyo origen no puede ser atribuido a otro ente distinto que al propio régimen el cual no solo ha permitido la vertiginosa propagación de la delincuencia sino que, en la mayoría de los casos,  ha estimulado con políticas como sus alianzas con ella mediante la figura de los llamados “territorios de paz”. Basta observar el arsenal que exhibe hoy el hampa en el país, con armas de cuya procedencia no existe la menor duda, para entender la gravedad del asunto.

Otro frente sobresaliente está representado en las actuaciones de órganos del Estado manipulados por el partido de gobierno que, con el manejo a extremos delincuenciales de la justicia, entabla juicios amañados contra adversarios políticos al régimen, permiten las aprehensiones injustificadas, el maltrato a los detenidos y a sus familiares, sin que la institución a la cual corresponde actuar, como el caso de la Defensoría del Pueblo se dé por aludida. Por ejemplo, cuántas denuncias se han formulados sobre la existencia de pabellones de tortura en cárceles del Sebín, como “La tumba” de Plaza Venezuela, y cuántas sobre el mal trato dispensado continuamente por las autoridades de Ramo Verde contra los familiares de Leopoldo López.

Pero, sobre estas últimas y muchas más que podríamos seguir enumerando, no ha existido un pronunciamiento contundente del presunto defensor del pueblo. Su inclinación hacia el partido de gobierno, del cual evidentemente no se ha separado, condicionan su repetido discurso dirigido a justificar acciones y de alguna manera hacerse eco de la versión de la guerra económica del régimen presuntamente impulsada por la “derecha”, mientras que sobre la verdadera guerra, esta que de manera incompleta hemos aludido, está, sin ninguna exageración,  extinguiendo a nuestro pueblo.

Ante todo este cuadro, el único frente que nos corresponde como ciudadanos conscientes de lo que está ocurriendo, es el de mantenernos en la lucha por el respeto democrático y constitucional  de nuestro derecho a revocar y elegir nuestros gobernantes. Por eso, no podemos fallar, el primero de septiembre nos vemos en la gran Toma de Caracas para expresar nuestro sentir.

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