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martes, 23 de agosto de 2016

Por qué iré a la Marcha del 1S por @tulioramirezc


Por Tulio Ramírez


Todas las encuestas evidencian que el pueblo le quito al gobierno la escalera y lo dejó sosteniéndose solo de una brocha institucional secuestrada por un grupo de adláteres uniformados y civiles. La gente se cansó de tanta corrupción, impunidad, escasez, inseguridad, improvisación, mentiras, promesas incumplidas, negligencia, prepotencia, injusticia, torpeza, abuso de poder, nepotismo, mediocridad, falta de probidad, irresponsabilidad y, sobre todo, de que lo creyeran pendejo.

“Está bueno el cilantro, pero no tanto”, comentó una joven señora en la cola que hicimos para ver si nos vendían algo. Yolimar, como dijo llamarse, llegó a las 12:30 de la madrugada a hacer la fila en una conocida cadena de venta de víveres ubicada en la urbanización Santa Fe. Venía de El Tanque, uno de los tantos Barrios ubicados en los cerros de Petare. Me aclaró que no era Bachaquera, cuestión que constaté al verle una criaturita de menos de un año en brazos. Atravesó la ciudad corriendo todos los riesgos, porque le dijeron que hoy “sacarían” leche y pañales en ese establecimiento. “Toda mi familia era chavista. Hace 5 años nos prometieron una vivienda. Pagamos unos reales y nos engañaron. Estamos peor cada día”.


Rafael, un amigo de la infancia, después de una larga odisea fue hospitalizado en el Hospital Clínico Universitario. Le fue descubierta una terrible enfermedad. Lo visitaba a diario. Pude constatar el estado de abandono de ese centro de salud dominado por los Colectivos del Gobierno. Más allá de la voluntad incansable del personal médico y paramédico, la falta de mantenimiento, insumos médicos y materiales de limpieza lo convirtieron en un depósito de enfermos. En una de mis visitas observo que la cama de José Luís estaba vacía. Me informan que fue dado de alta. Llamo a su teléfono y me aclara, “no, no estoy curado, me enviaron para la casa porque no tienen como darme comida ni tienen los medicamentos para la quimioterapia”. José Luís es vigilante en una escuela oficial.

Berta, caraqueña de mediana edad, jubilada de la Alcaldía, tiene una carpeta llena de papeles y en uno de sus bolsos, varios de esos familiares tubos negros donde se resguardan los Títulos universitarios. Espera su turno para legalizar los documentos. Le pregunto si va a realizar estudios en el exterior. “Yo no, pero estoy haciendo un enorme esfuerzo por mandar a dos hijos a estudiar fuera”. Le pido me indique que tan complejos son los trámites. “Me los conozco de memoria”, dijo mirando fijamente a ninguna parte, “hace exactamente 6 meses hice esta misma diligencia para mi hijo mayor y no alcanzó a irse porque me lo mataron en un asalto. A los que me quedan les quiero salvar la vida”.

Estoy en la farmacia buscando mi medicina para la diabetes. Como es de esperarse en estos tiempos de revolución socialista, no las consigo. A mi lado una señora tiene un récipe muy arrugado en la mano. Busca su medicamento para la tensión. Le comento que no sé como hace la gente que trabaja para buscar medicinas y alimentos. “Por eso no tengo problemas”, me responde, “después de 25 años y 5 meses de servicio en la administración pública y estando de reposo médico, fui botada por haber firmado para el revocatorio. Había entregado mis papeles solicitando la jubilación apenas una semana antes, y lo peor es que a mi esposo lo cesantearon por cierre de la empresa donde trabajaba. No sé qué va a ser de nosotros”. Ana, así se llama, se despide secándose una lágrima provocada por la indignación y la tristeza.

No hay que ser un etnógrafo para entender porqué el pueblo le volteó el santo al gobierno. La dura realidad ha sido la mejor arma para contrarrestar la propaganda y la ideología. La gente ya no soporta. Son muy pocos los que todavía creen. No pasan de 20% y cada día se reducen más. Al gobierno no le queda otro recurso que infundir miedo y represión. Por eso el Presidente amenaza con sorpresas para el 1 de septiembre, día de la marcha para exigir el revocatorio para el 2016. Confía en que esta amenaza paralizará a los descontentos. Quizás esto surta efecto para algunos, pero por casos como los de Yolimar, Rafael, Berta y Ana superaré todos esos miedos e iré a la marcha del 01S.

22-08-16




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