Freddy Paz 28 de agosto de 2016
@freddyspaz
El
fraude más grande cometido contra la nación y sus ciudadanos comenzó hace casi
dieciocho años como la promesa de un cambio social, económico y político
humanista, de avanzada, el hombre nuevo, que le devolvería la dignidad y la
equidad a los venezolanos. Término convirtiéndose en una pesadilla peor que la
que satanizaban los promotores de este despropósito que vivimos en Venezuela y
que bautizaron como “Socialismo del Siglo XXI”.
No fue
difícil comprar voluntades internas y externas cuando los precios del petróleo
alcanzaron máximos históricos y con más de dos Billones de Dólares en la
chequera cualquier cosa era posible. El populismo “salvaje” fue la herramienta
fundamental para la adhesión al “proceso”. Millarditos iban y venían sin
ninguna discrecionalidad ni control, como si el erario público fuese la caja de
pago de un fundo particular llamado Venezuela, alimentado por una PDVSA que
paso de ser una de las corporaciones petroleras más exitosas del mundo, a ser
una caja negra inauditable que fue cediendo su sitial de honor y fue
comprometiendo cada vez más su prestigio a nivel mundial.
Fuimos
testigos de cómo se destruyó el aparato productivo nacional, impulsando una
vorágine de importaciones para privilegiar a los “amigos” internos y externos
dando origen a una nueva clase económica denominada hoy, burguesía
“revolucionaria”. Viendo con asombro como fue creciendo más y más el tamaño del
estado alimentando la burocracia inútil y la corrupción.
Esas
épocas de abundancia y regaladera, fueron también épocas de éxitos electorales
para el oficialismo. Con la fuerza del poder que daba el dinero se compraron
millones de votos y se ganaron variadas elecciones otorgándole así un barniz de
democracia al gobierno que se afincaba en Miraflores.
Pero
como todo llega a su fin, se cayeron los precios de la cesta petrolera y con
ella se fueron desprendiendo uno a uno, los telones que escondían la gran
trampa, el gran engaño. Las arcas del tesoro público estaban vacías, el dispendioso
modo de ganar parcialidades internacionales y nacionales, los grandes negocios,
la corrupción y el populismo así las dejaron, las divisas generadas por la
renta petrolera pues ya no son suficientes para honrar endeudamientos, ni
importar comida, ni medicamentos, ni materia prima para producir. El
mantenimiento y la preservación de la infraestructura nacional fue dejándose de
lado. Los servicios se fueron deteriorando al punto de poner a una nación
petrolera al borde del colapso eléctrico y con escasez de agua potable. Se
politizo la seguridad ciudadana y la justicia haciendo que nuestra bella
patria, sea considerada una de las naciones más peligrosas del mundo.
Aparecieron
las colas. La escasez empezó a acorralar a los venezolanos y el fantasma del hambre
comenzó a acompañar al temor de convertirnos en víctimas del hampa en cualquier
rincón de Venezuela. Llego la inflación desmedida y con ella el empobrecimiento
acelerado del núcleo familiar.
Quienes
hoy ostentan el poder y gozan de sus privilegios saben que ya no tienen la
fuerza de los dólares del petróleo y también saben que ya no cuentan con el
favor popular y para quienes tan buenas eran las elecciones todos los años, hoy
se resisten a reconocer la contundente derrota que le propino el pueblo venezolano
en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre pasado y tratan, a toda
costa de impedir cualquier elección mediante el amedrentamiento, la
manipulación, la coacción, dándole color político a la comida, al empleo, a la
salud y la vivienda, violando la Constitución y las leyes de la Republica,
negándole al pueblo el sagrado derecho de expresar su voluntad democráticamente
a través del voto popular en elecciones libres.
@freddyspaz
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