miércoles, 31 de agosto de 2016

Toma de Caracas: Ni Atajo Violento ni “Bailoterapia”, por @TUrgelles



Thaelman Urgelles 30 de agosto de 2016
@TUrgelles

A sólo horas de la GRAN TOMA DE CARACAS es nítida su potencialidad de acontecimiento histórico, capaz de dar un vuelco al implacable bloqueo que el régimen ha construido ante toda posibilidad de salida democrática, pacífica y electoral de la crisis por él mismo provocada y protagonizada. Es una cita de los venezolanos con nuestro destino y la respuesta popular ante la convocatoria de la MUD está siendo calurosa, valiente y promete ser masiva en todas las coordenadas del país.

Dicho esto, debo expresar la creciente inquietud que me producen las amenazas y peligros que veo flotar sobre la movilización del 1º de septiembre. Y a riesgo de contradecir los llamados unitarios que suelo reiterar en mis escritos, debo decir que tales amenazas no sólo provienen de las esperables maniobras de amedrentamiento, bloqueo y represión que adelanta el régimen, cuya fuerza y crueldad serán sin duda crecientes y acentuadas en los próximos días.

Percibo que sobre el éxito de la Toma de Caracas se cierne también un par de opuestas sombras que toman cuerpo en estos días, provenientes del propio campo opositor. De un lado quienes, luego de oponerse agresivamente al Referendo Revocatorio y a toda iniciativa de la MUD, hoy se mimetizan en la convocatoria con sus habituales agendas maximalistas, con el propósito de torcer la intención de la iniciativa y generar situaciones extremas que entreguen el protagonismo y el poder de decisión de la crisis a sus añorados factores militares. Y de otro lado quienes, en el propio espacio de la MUD y luego de naufragar la misión mediatizadora de Zapatero, lanzan llamados para esterilizar la Toma de Caracas y vaciarla de combatividad, para transformarla en una marcha más con la consabida tarima llena de figurantes, con el posterior envío de la gente “tranquila” para sus casas.

Las emotivas movilizaciones que ya han salido de la provincia venezolana, en especial el valiente y simbólico desplazamiento de nuestros compatriotas indígenas de Amazonas, no merecen ser conducidas a ninguno de esos proyectos privados. Es visible que las expectativas populares sobre la Toma de Caracas niegan ambos extremos: la gente no parece dispuesta a inmolarse en una confrontación sangrienta cuyo desenlace recaerá directamente en conciliábulos cívico-militares que muy pocos conocen, pero tampoco está dispuesta a protagonizar otro saludo a la bandera, otra “bailoterapia”, como suelen llamar nuestros radicales a las marchas sin propósito claro ni éxito visible. Nuestra dirección política, merecedora de mi mayor respeto, tiene en este momento el complejo desafío de transitar con determinación y acierto el estrecho desfiladero que le dejan estas dos pretensiones extremas.

La Toma de Caracas ha sido convocada con 3 objetivos claros y precisos: obtener fechas para recoger el 20% de las voluntades para el Referendo Revocatorio, para el acto de votación revocatoria durante 2016 y para las elecciones regionales. Y 44 organizaciones ciudadanas añadieron ayer la exigencia de que el régimen acepte la ayuda humanitaria para la población. Así que, mientras por lo menos las dos primeras exigencias de la MUD no sean cumplidas por el CNE, la movilización ciudadana enmarcada en la Toma de Caracas debe mantenerse viva y en pie; no bajo la recurrida modalidad de “Marcha sin Retorno”, hoy imposible dadas las dramáticas carencias materiales y logísticas que sufren nuestro pueblo y sus organizaciones de vanguardia, pero sí bajo la multiplicidad de variantes creativas y disgregadas que la dirección política y el pueblo son capaces de poner en práctica para hacerle la gobernabilidad imposible a un régimen contumaz y perverso en su ilegal soldadura con el poder.

Muchos saben que en el pasado objeté acciones de calle que condujeron a dolorosas y sangrientas derrotas para la causa opositora. Mas siempre que lo hice dejé claras las razones: su inoportunidad táctica y estratégica; su condición vanguardista, que excluía a sectores sociales decisivos en esta contienda; y su carencia de objetivos claros y precisos, capaces de convocar a una amplia mayoría de la población. Hoy  están presentes todas las circunstancias para que una vasta mayoría de los venezolanos participe con vigor en una prolongada movilización pacífica que exija la salida constitucional de un régimen liquidado políticamente, tanto en el país como en el escenario internacional.

¿Para cuándo lo vamos a dejar? Si no es ahora no será nunca. ¿O acaso somos cultores dogmáticos de un pacifismo ad eternum que jamás admitirá el combate enérgico y decidido de nuestro pueblo contra la injusticia entronizada? Quienes eso proclaman no se apoyen por favor en Gandhi, ni en Luther King, ni en Mandela ni en el cristianismo; todos ellos, comprendido Santo Tomás, supieron definir el momento de la acción determinada y el sacrificio en ella, sin por ello renunciar a la paz y la compasión que rigieron sus luchas.

La previa dictadura que sufrió Venezuela fue echada del poder por la acción heroica de los caraqueños, el 21 y 22 de enero de 1958. La leyenda urbana de que fueron los militares quienes motu proprio depusieron a Pérez Jiménez falsea el hecho de que la presión militar ocurrida la madrugada del día 23 para que el dictador y su entorno más cercano abandonaran el poder y el país, fue el resultado de los combates de calle que aún se estaban librando contra los cuerpos represivos en diversos espacios públicos de Caracas y algunas ciudades del interior. Hubo víctimas mortales en aquellos combates, algo que ningún demócrata desea que ocurra en la lucha política, pero esa fue la apuesta y el riesgo de una población que no soportó más vivir con miedo y sin libertad.

Nosotros no pretendemos deponer violentamente a este gobierno. Sólo estamos pidiendo que se nos dé fecha y lugar para proseguir en los plazos legales nuestro ejercicio de un derecho constitucional; y tenemos que hacerlo con la firmeza y el vigor que corresponden ante una pandilla que bloquea toda solución. En tal exigencia y tono pacífico deberemos mantenernos hasta conseguir los resultados esperados…

Por ahora.

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