Treinta de agosto de 2016
Pese a
los rumores de que los productos brasileños que se venden en la zona carecen de
permisos sanitarios, y de su altísimo costo, a los consumidores de Maturín no
les queda otra salida que comprarlos ante la alternativa de morir de hambre
debido a la escasez de alimentos en el país.
“Salen
bien onerosos los artículos de Brasil, pero tenemos que hacer un sacrificio
para llevar a la casa. Yo gasté más de 12 mil bolívares y compré 4 kilogramos
de arroz y uno de azúcar negra, que es la disponible”, manifestó Alida Infante
al equipo enviado al oriente del país por Prensa Unidad Venezuela.
La
declarante dijo que el gobierno nacional tiene que acercarse más al sufrimiento
de los habitantes. “El pueblo venezolano ha sido muy paciente: en otras partes,
ya la gente se hubiera alzado”.
Irónicamente,
afuera de los locales, se observaban gandolas pertenecientes a Petróleos de
Venezuela (Pdvsa), mientras no pocos sostenían que en dichos vehículos se
trasladaba la mercancía extranjera y que lo comercializado carecía de permisos
sanitarios.
“Aquí
en Monagas estamos muriéndonos del hambre; es más, me consta que en mi barrio
hasta se han muerto muchachas por la terrible situación, dejando a niños
huérfanos”, denunció la fémina.
“En
comparación con los ‘bachaqueros’, es mejor comprarlos aquí”, dijo a las
puertas de un establecimiento comercial asiático un hombre que prefirió no
suministrar su nombre.
Tócame la samba…
Entretanto,
el joven Dioner Navarro – por cierto, homónimo del grandeliga criollo –
desmintió, sin embargo, que, tal como han lo han pregonado las autoridades,
‘los anaqueles se encuentren llenos’. “Aquí estamos golpeados tanto en el
bolsillo como en el estómago”.
“Esos
productos los traen los chinos, que son quienes los importan. Luego, debe
tomarse en cuenta que hay gente que los revende. Yo hago mi cola desde las 4 de
la madrugada para tomar un número. El costo de la harina de trigo se ubica en
1900 bolívares, el azúcar en 1600. No son regulados”, afirmó este cliente,
domiciliado en la parroquia La Toscana, en el municipio Piar.
Mientras,
Daniela Sanjuan reveló a nuestros periodistas que los productos no son
entregados de manera individual al público. “Todo se vende por combo, para lo
cual cada persona tiene que desembolsillar Bs. 7000. Es decir, no son
accesibles para un trabajador que perciba salario mínimo”, expresó la dama.
“En mi
caso tengo que ahorrar mucho. Te ves obligado a contar con mucha plata,
cuestión que afecta gravemente a los estratos de bajos recursos. Además, como
si no fuera poco, hay que soportar horas de sol hasta que te atiendan”, aseveró
en torno al viacrucis cotidiano.
“Todo
esto ocurre porque aquí no hay producción nacional”, concluyó la entrevistada,
con una lamentable verdad tan inmensa como las colas de los venezolanos que
buscan paliar el hambre.
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