Por
Susana Morffe, 28/08/2016
A
medida que se acerca el momento de la Gran Toma de Caracas, luce obvia la
adhesión de protesta general entre los venezolanos para gritar a los cuatro
vientos el necesario cambio de gobierno que permitirá enrumbar y oxigenar el
país.
A
la par, en el ánimo de la gente está presente la necesaria y urgente elección
de los cuadros políticos en comicios regionales para elegir a gobernadores en cada entidad y desintoxicar el país de la
gestión militar que se ha estrechado para enlodar las políticas públicas.
Con
los cambios surgidos recientemente en el régimen no sorprende que ahora los
oficiales de Alto Mando, se organicen para ejecutar
tareas propias de la empresa privada en la comercialización y venta de
productos alimenticios. Un pabellón será ahora un pelotón criollo, la yuca, el
casabe, cualquier tipo de verdura cumplirán su toque de diana para mostrar su
fuerza en los mercados municipales. No hay lugar para al desperdicio si los
alimentos presentan daños.
Los
venezolanos estamos cansados de las imposiciones, de las arbitrariedades bajo
el control de la bota militar que ha deshonrado sus principios y olvida su
compromiso con la verdadera Patria de Bolívar y no la de un partido político al
cual le está negado su reserva y compromisos personalistas.
Venezuela
se enfrenta a su más férrea lucha por retomar la conducción de la Nación en
condiciones absolutamente democráticas, donde se debatan las ideas, se respeten
los derechos y se asuma la inalienable libertad para disentir, tal como reza en
el Artículo 57 de la Carta Magna: “Toda persona tiene derecho a expresar libremente
sus pensamientos, sus ideas u opiniones de viva voz, por escrito o mediante
cualquier otra forma de expresión, y de hacer uso para ello de cualquier medio
de comunicación y difusión, sin que pueda establecer censura. Quien haga uso de
este derecho asume plena responsabilidad por todo lo expresado. No se permite
el anonimato, ni la propaganda de guerra, ni los mensajes discriminatorios, ni
los que promuevan la intolerancia religiosa. Se prohíbe la censura a los
funcionarios públicos o funcionarias públicas para dar cuenta de los asuntos
bajo sus responsabilidades”.
Las
deformaciones solo conducen a una vía y es la del Referendo Revocatorio,
en momentos en que el país tuerce su
rumbo normal para dar paso a la desnaturalización de los principios básicos,
ética y moral de Venezuela, mancillado por los que han jurado ante la bandera,
lealtad y respeto a los derechos constitucionales.
En
menos de una semana, los venezolanos avergonzados por los horrores que se han
vivido a lo largo de los últimos 17 años, aspiran una salida sensata que
permita lograr un futuro en mejores condiciones de vida. Por eso, la “Gran Toma
de Caracas” el 1° de septiembre, no es otra cosa que el clamor de todo un
pueblo ávido de ser escuchado.
Los
militares son los llamados a escuchar a este pueblo venezolano al cual deben
servir. Que no se presten a componendas revoltosas para humillar a la
gente con golpes y ataques químicos,
hasta robarles su condición humana de seres auténticamente libres por condición
e identidad.
Una
concentración como la prevista para la próxima semana merece atención de los
que ostentan el poder para rectificar y permitir que no se vulneren los
derechos de una gran mayoría de venezolanos postrados en la miseria, por las
falsas e inútiles políticas que no han producido el bienestar de las familias
venezolanas. De eso tienen constancia los gobernantes, al reconocer el
Instituto Nacional de Estadísticas que la pobreza ha aumentado en el país.
Que
se abran las puertas para la libertad, que se escuche lo que tiene que decir el
pueblo, que la fuerza militar no desmejore su habitual presencia para socorrer
y ayudar a los ciudadanos, que la acción cívica del 1° de septiembre sea la
culminación para la mejor solución a la crisis. Que Dios lo permita.
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