Luis Loaiza Rincón 28 de agosto de 2016
A
propósito de realizarse en Caracas este 28 de julio de 2016 una “Audiencia
Pública sobre Agricultura Familiar y Crisis Agroalimentaria”, impulsada por la
Comisión de Infraestructura, Transporte, Recursos Energéticos, Agricultura,
Pecuaria y Pesca del Parlamento del Mercosur, PARLASUR, apreciamos que la llave
que conforman Integración y Desarrollo Agrícola facilita el intercambio de
conocimientos, experiencias y prácticas en la idea de construir bienestar para
los pueblos. Los espacios de integración son, en esencia, marcos de
complementariedad que articulan la desigual disponibilidad de los recursos y la
acción inteligente del ser humano.
No
obstante, avanzar por esta vía, también implica superar los problemas que
actualmente enfrenta Venezuela ligados a un modelo socio político que restringe
la propiedad privada, la producción y el emprendimiento. En Venezuela se impuso
un modelo importador, para beneficio de enchufados y corruptos, al que no le
importa la suerte del sector productivo nacional, ni la de los trabajadores, ni
la de los más pobres, ni la de nadie. Así las cosas, en Venezuela lo que se
produce más eficientemente es atraso y pobreza.
En
Venezuela también resulta urgente modificar el marco normativo que desestimula
la producción agrícola y ello pasa por modificar un conjunto de leyes que se
convirtieron en camisa de fuerza y en factor de distorsión de la producción,
como la Ley de Tierras y la de Semillas, entre muchas otras. En esta línea,
además, debemos apoyar a la Asamblea Nacional en su esfuerzo por impulsar la
Ley de Reversión Agrícola, para atender el caso de la irregular expropiación y
estatización de la tierra, la Ley de Desarrollo Agrícola y muchas más con las
que se les quiere dar un significativo impulso a la producción nacional.
La
crisis agroalimentaria venezolana ha tenido un profundo y devastador impacto
social. La caída de todos los indicadores de la producción tiene
correspondencia con el nuevo fenómeno del hambre en Venezuela, cuyos perversos
efectos se notan ya en el rostro de muchos venezolanos.
Se
debe, de igual forma, enfrentar el esquema de generar políticas públicas desde
la improvisación, la dirección burocrática de funcionarios desconectados con el
sector productivo y la violación de la seguridad jurídica y personal.
Está
claro para la mayoría de los venezolanos que sin democracia no es posible
construir bienestar social y que con el actual régimen el país no tiene futuro.
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