Por
Susana Morffe, 21/08/2016
Las
comparaciones hacen tanto daño que producen envidia e inseguridad para lograr lo que una persona se propone, sobre todo cuando no
hay planes sino improvisaciones.
Son
tan escasas las expectativas que tienen los seguidores de la revolución convertida en régimen
totalitario, que ahora ellos anhelan la planificada “Toma de Caracas” prevista
para el 1° de septiembre, quieren gritar y manifestar el rechazo contundente
al “gobierno” de Nicolás, empeñado en
parecerse a otros menos a él.
¿Cómo
es eso? Lo que replica el mandatario en sus apariciones por los medios de
comunicación no es otra cosa que un grito de socorro desesperado frente a su
estruendosa caída. A partir de ahí le va creciendo el miedo, la envidia y una
gran inseguridad, al advertir que “Erdogan se va a quedar como un niño de pecho
si salen a calentar las calles”, burda referencia a la oposición y comparativa
del golpe de estado en Turquía.
El
mandatario nacional no tiene identidad porque al asumir la presidencia quiso
parecerse a su “padre” cuando le dejaba
como herencia la presidencia de la república venezolana en momentos del
delirio pre mortem, sin testamento o decreto firmado, en su lugar fue una orden
del comandante en jefe a su soldado más cercano, pero menos favorecido en
capacidad y talento.
Al
no contar con las credenciales para semejante responsabilidad, la opción fue
imitar a su “padre” en forma, estilo y error, esto último fue lo que ha
prevalecido en sus más de tres años frente al parapeto llamado Palacio de
Miraflores, donde no salen buenas ideas, sino maltrechos decretos, al garete,
para terminar de hundir el país en más pobreza crónica y desolación.
En
su desesperada búsqueda de parecerse a
alguien y no a él mismo, con carencia de identidad amenaza a casi toda la
población venezolana de no salir a la calle el 1° de septiembre porque les
puede ocurrir lo que hizo el “capitán del barco turco”, militar al fin,
aniquilar a sus detractores para mantenerse en el poder. “Me sabe a casabe lo
que diga la OEA”, expresión que usó Maduro para emular a su progenitor.
Dos
países distintos, dos situaciones diferentes y dos mandatarios que no coinciden
en su rol, uno es civil y el otro militar. Allá un golpe de estado, aquí un
derecho constitucional ¿A quién realmente se quiere parecer el mandatario de
Venezuela? La avalancha de gente no la puede detener.
Del
otro lado de la oposición lo que se evidencia es una legitima protesta para
buscar una salida con prontitud, mediante el derecho constitucional del
referendo revocatorio para que termine el mandato de Nicolás Maduro, empeñado
en parecerse ahora a “San Nicolás” regalando al pueblo dinero sin valor y
aumentando enormemente los precios para la adquisición de productos de consumo
humano.
Los
ciudadanos venezolanos están cansados de tener a un presidente escapista, unas
veces aparece convertido en el difunto, con sus acciones y forma de expresarse,
desaparece y cuando asoma su voluminosa humanidad es un “redentor” que clama
por paz y bienestar para el país. En el estira y encoge la nación se va
perdiendo como por un desaguadero.
¿Qué
queda de todo esto? Sin duda, un gran cansancio, la pérdida de la identidad
nacional, no somos modelo para nadie, sino un país sediento de recoger sus
raíces para volver a crecer desde una perspectiva más humana, con visión de
futuro y lo más importante, un país que sea conducido por un venezolano capaz
que genere confianza.
Fuerza
y valentía para un triunfo irreversible.
@susanamorffe
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