Por Eumar Esaá
Cuando el nadador Cristian
Quintero clasificó a las semifinales de los 200 m libre en los Juegos Olímpicos
de Río 2016, puso de relieve las inadecuadas condiciones para la práctica
deportiva de alto nivel en Venezuela. "Hay que preocuparse hasta por el
cloro de las piscinas, por la inseguridad", declaró a las agencias de
noticias.
Apenas el 17% de la
delegación venezolana se preparó en el país, con eventuales participaciones en
eventos internacionales o campamentos fuera de Venezuela: los dos arqueros, los
cuatro pesistas, dos de los seis esgrimistas, los dos clavadistas, los dos
veleristas, el remero y dos de los cuatro clasificados en ciclismo de pista.
Casi ninguno de ellos tiene un balance positivo de la experiencia, que en la
mayoría de los casos fue obligada.
"Me siento bendecida de
que todas las cosas por las que he tenido que pasar para llegar aquí no me
hayan desviado de mi camino", reconocía la arquera Leidys Brito, que
enfrentó sus terceros Juegos Olímpicos. Tanto ella como el otro criollo del
tiro con arco Elías Malavé tuvieron que arreglárselas casi todo el año
entrenando solos, con pocas flechas, con arcos viejos, sin otros tiradores para
foguearse, ni competencias, ni visores o cámaras adecuados para apoyar sus
prácticas, e incluso sin su entrenador, el ruso-estadounidense Alexander
Kirilov.
"Yo tenía nueve meses
sin verlo, y obviamente es una desventaja tener que hacer en 20 días cambios
técnicos que normalmente toman tres meses, y si no te adaptas, entonces volver
a lo que hacías antes", repasa Brito.
Cuando logró salir a
entrenar a Colombia, unas semanas antes de los Juegos Olímpicos, encontró que a
las arqueras de ese país incluso les habían construido una tarima, para simular
las condiciones del escenario del Sambódromo.
Su compañero Elías Malavé
clasificó al ser cuarto en el Mundial de Copenhague, y ni siquiera esa posición
sirvió para que se le garantizara una mejor preparación.
INSTALACIONES EN CERO
Los clavadistas no tienen cama elástica ni burbuja de agua, ni siquiera el entrenador que los llevó hasta el nivel olímpico, Alfredo Borges, que el año pasado se marchó a trabajar a Colombia, siguiendo el camino que habían marcado antes el bicicrossista Jonathan Suárez, el judoca Ludwig Ortiz y el técnico de pruebas múltiples Rubén Herrada, que se fueron a Ecuador, o el capitán del equipo campeón mundial juvenil de golf, Víctor Fookes, que está en Chile, o incluso el artífice de los logros del voleibol de playa, Mauro Hernández, que ya llegó a un acuerdo para marcharse a España después de Río 2016.
Apenas un par de pistas de
atletismo, la de Barinas y la de San Carlos, están en condiciones al menos
aceptables, y los competidores que tardaron en salir del país se las vieron
negras. "En el Pachencho Romero no hay ni luz, y ya hay huecos en la
pista, de tanto desgaste, de manera que uno se arriesga a una lesión si cae en
un bache, y no hay manera de verlos si entrenas de noche. Yo vivo con ampollas
en los pies porque no cuento con una superficie sintética buena",
comentaba en marzo el corredor de 400 m planos Alberth Bravo, antes de
marcharse a completar su preparación entre Estados Unidos y España.
"Yo ni siquiera tenía
dónde entrenar, me limitaba a hacer pesas con el gimnasio que me dotó el
IND", contaba la balista Ahymara Espinoza, que confiesa haber hecho colas
por comida en su Barlovento natal, mientras esperaba que se diera su viaje para
entrenar en Brezice, Eslovenia, junto a la martillera Rosa Rodríguez, que ni
siquiera gimnasio de musculación tenía en Barquisimeto, y perdió buena parte de
la temporada mientras se recuperaba de los estragos del Zika que la atacó poco
antes de marcharse a Europa.
LA LEYENDA DE LOS
VELÓDROMOS
Un lugar común en el deporte venezolano es preguntarse cómo el país no es una potencia en ciclismo de pista, si hay 14 velódromos surcando la geografía nacional. El presidente de la Federación Venezolana de Ciclismo, Artemio Leonett, desmiente de forma tajante la supuesta profusión de escenarios: "Aquí en realidad no hay ni un velódromo, porque las pistas de hoy en día son de madera pulida o material sintético, y los escenarios son techados, y nosotros todavía estamos con óvalos de cemento descubiertos".
La sala de armas donde se
formó el campeón olímpico Rubén Limardo es hoy una ruina absoluta, entre la
desidia estatal y la falta de un relevo dirigencial que supla el empuje de la
madre del espadista, Noris Gascón, que hasta su muerte en noviembre de 2010 fue
la encargada de mantener la instalación, a fuerza de colectas y trabajo
voluntario.
Los dos esgrimistas que se
quedaron en el país, los floretistas Antonio Leal e Isis Giménez, tuvieron la
fortuna de entrenar en uno de los escenarios mejor mantenidos del país, la sala
de armas de Barquisimeto, que sobrevive gracias a aportes de quienes practican
allí.
Las piscinas de competencia
han sufrido las mismas carencias de las piletas recreativas del resto del país,
marcadas por la dificultad para adquirir cloro y alguicidas, que deben ser
cancelados a precios de dólar de mercado negro. En la mayoría de los casos, los
gastos corren por cuenta de direcciones de deportes estadales que sufren sus
propias cuitas presupuestarias. El COV ha tratado de promover el sistema de
saneamiento Dr Bac, creado por ingenieros venezolanos, a menor costo y hecho en
el país, pero su alcance todavía no es masivo, como para atender a centenares
de piscinas de entrenamiento.
EN BUSCA DE LA FORMA ÓPTIMA
Obviamente, la razón para prepararse fuera del país no es exclusivamente la falta de instalaciones adecuadas.
La búsqueda de fogueo
competitivo y la ubicación en nodos geográficos que faciliten la movilidad
aérea o terrestre, son los argumentos principales para prepararse lejos de
casa.
El equipo de lucha, que
sorprendió al lograr nueve cupos, luego de una excelente preparación en
Bulgaria, tuvo a ese país como base antes y después de la clasificación, y
participó en eventos en Europa. El taekwondo, que durante tres años se perdió
29 válidas clasificatorias a los Juegos Olímpicos, remató con la que dirigentes
y atletas han coincidido en calificar como la mejor puesta a punto de todos los
tiempos, tomando Corea como base y asistiendo a válidas en el mundo entero
desde noviembre.
Yulimar Rojas fue confiada a
las manos del nueve veces campeón mundial de salto largo Iván Pedroso, e
incursionó en la Diamond League de atletismo, mientras Robeilys Peinado se
preparaba en Polonia a las órdenes de Viacheslav Kalinichenko, entrenador
ucraniano de al menos cuatro medallistas mundiales polacos de garrocha, y participó
con éxito en eventos categoría IAAF Challenge.
Pero a diferencia de otros
países de la región, los atletas de Venezuela no tienen opciones para entrenar
en su propia casa. Bogotá tiene un Centro de Alto Rendimiento de Altura de 19
mil metros cuadrados, a más de 2600 m sobre el nivel del mar, con cinco
gimnasios múltiples, carpa para deportes de combate, piscina olímpica, campo
bajo techo y al aire libre para tiro con arco, centro de ciencias aplicadas,
gimnasios de musculación, pista de atletismo homologada por la IAAF, 10 canchas
de tenis (seis de superficie dura y cuatro de arcilla), cuatro campos de fútbol
y residencia para 120 atletas.
Buenos Aires y Santiago
poseen complejos similares, y Ecuador y México tienen excelentes centros de
altura en Cuenca y Toluca, respectivamente, donde hasta los cubanos pasan
temporadas en ruta a sus torneos importantes.
ENTRE PROMESAS
El año comenzó con el anuncio por parte de Feveatletismo de que el gobierno nacional había aprobado los recursos en bolívares para la restauración de cuatro escenarios de pista y campo, entre ellos el Brígido Iriarte.
Dos meses después, durante
los homenajes rendidos a Yulimar Rojas por su victoria en el Mundial Bajo Techo
de Portland, el presidente Nicolás Maduro anunció la aprobación de los recursos
en divisas.
Casi cinco meses han pasado
desde entonces, y las reparaciones no han comenzado en ninguno de los cuatro
escenarios, que incluyen el hogar de Rojas en Puerto La Cruz.
20-08-16
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