Por Olgalinda Pimentel R.
El quiebre institucional y el
discurso presidencial agresivo aumentaron los crímenes en el país, mientras que
en la región, Brasil y Colombia disminuyeron sus tasas de asesinatos en una
década, según un estudio del sociólogo Roberto Briceño-León, director de Lacso,
con apoyo del Reino Unido y Canadá
Ni la pobreza ni la
desigualdad son las causas directas de las grandes tendencias de criminalidad
en Venezuela desde el siglo XXI, demostró una reciente investigación del
Laboratorio de Ciencias Sociales, con apoyo del Departamento para el Desarrollo
Internacional del Reino Unido y del Centro de Investigaciones para el
Desarrollo Internacional de Canadá.
A diferencia de otros países
de América Latina, entre 2000 y 2010 los asesinatos aumentaron sostenidamente
en 300% en el país, con más de 129.000 homicidios, a pesar de los altos
ingresos provenientes del petróleo, de la disminución de la pobreza que en 2010
fue menor de 27,8%, y de la desigualdad que se redujo en 0,394. En contraste,
en Colombia, por ejemplo, la violencia disminuyó en el mismo período, con un
porcentaje de pobreza más alto que el venezolano (44,3%) y un incremento de la
desigualdad de 0,578%.
“En el año 1997, Colombia
tenía una tasa de 63 homicidios por cada 100.000 habitantes, mientras que en
Venezuela la tasa era de 19 homicidios por cada 100.000 habitantes, es decir,
entre ambas tasas había una diferencia de 40 puntos. Pero con la llegada del
siglo XXI y particularmente en los 5 primeros años de ese ciclo, las tasas se
homologaron en 38 homicidios. Pasados 10 años del nuevo siglo, en Colombia los
asesinatos habían disminuido a la mitad (32 por cada 100.000 habitantes), en
tanto que en Venezuela se triplicaron al alcanzar los 67 por cada 100.000
habitantes”, señala el estudio.
Los datos prueban además el
crecimiento “rápido y grande” de la tasa de homicidios en Venezuela “nunca
antes ocurrido en la región”, según el sociólogo Roberto Briceño-León, director
de Lacso y autor del estudio.
“Si bien a partir de la década
de los ochenta se incrementó la violencia en casi todos los países de la
región, desde el año 2000 organismos internacionales adoptaron decisiones que
empujaron a las ciudades a reducir sus tasas de homicidios: en São Paulo fue de
10 por cada 100.000 habitantes, en Bogotá de 14 por cada 100.000 habitantes,
pero en Caracas fue de 150. Venezuela está entre los países más violentos, como
Salvador y Haití; lo que cambia es si está en primer lugar o en segundo lugar”.
Una tendencia progresiva que
se mantendrá al cierre de 2017, según apunta Briceño-León, al considerar que en
2016 se registraron 28.000 homicidios, con una tasa de 91% por cada 100.000
habitantes.
Fracaso en la no violencia
La investigación se propuso
descubrir por qué no descendió la cifra de homicidios en Venezuela en esa
década, lo que sí ocurrió en el resto de los países y es posible que eso
continúe en el tiempo. “Eliminar la pobreza y reducir la desigualdad son metas
sociales válidas y encomiables por sí mismas, pero no se justifica que se
conviertan en causas de los asesinatos ni que ayuden a comprender los
mecanismos que permiten reducir los homicidios en América Latina”, afirma.
La respuesta está en el
irrespeto a la institucionalidad y en el fomento de la violencia frente a la
falta de castigo durante esos 10 años. “El sentido de lo
moral y de lo correcto se perdió por las acciones del gobierno de Hugo Chávez y
por sus mensajes de elogio a la violencia, con las inevitables consecuencias de
impunidad”, sostiene el sociólogo y experto en violencia urbana.
En esa década destacan dos
picos en los cuales se incrementan las muertes violentas, señala. El primero se
ubica en el año 2003 cuando ocurren 11.430 homicidios, lo que conduce desde
2004 a la censura impuesta sobre la información de las cifras reales de
homicidios. “Los datos se retiraron de las páginas web de los despachos
oficiales y del INE, y se clausuró la oficina de prensa de la PTJ”, recuerda
Briceño-León. El segundo pico se produce en 2006. Los asesinatos aumentaron de
una forma estrepitosa en el momento de mayor riqueza petrolera, de distribución
de bienes y de dinero, de los 9.000 dólares que dio Cadivi que la gente usó
para raspar tarjetas; es el tiempo en que el gobierno de Hugo Chávez informa a
organismos internacionales que bajó la pobreza.
“El gobierno es responsable
por omisión y comisión por lo que no ha hecho hasta ahora y por lo que ha hecho
de forma equivocada”, afirma.
El especialista cita el
decreto presidencial de 2007 mediante el cual se declara el 4 de febrero como
fecha patria, que fue también el primer decreto de la Ley Habilitante. “Fue un
elogio a la violencia institucional, como lo fueron también las celebraciones
del Caracazo de 1989 y los fallidos golpes de Estado de 1992. Es la única
explicación del crecimiento abismal de la criminalidad en Venezuela. Cuando hay
una destrucción del tejido social y de las reglas, el proceso de violencia se
da en cascada y seguirá por inercia”.
Briceño-León piensa que la
tendencia hacia arriba persistirá, como ocurrió en los años posteriores, si no
se adoptan correctivos.
“La respuesta debe venir del
derecho penal desde la institucionalidad; se requiere de una cultura ciudadana
máxima; de una internalización de la moral y de los valores de la sociedad, así
como de un control social antes que un control penal por el Estado; de una
sociedad donde las consecuencias desagradables para el criminal, como decía
Durkheim, tengan un fuerza más social que penal. Solo así podremos pensar en
una reducción sostenible de los homicidios”.
09-10-17
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