BEATRIZ BECERRA BASTERRECHEA 30 de junio de 2018
Gracias a esta crisis, el régimen puede
usar los CLAP (Comités Locales de Abastecimiento y Producción) para comprar
adhesiones y votos en las elecciones fraudulentas que organiza
Desde
el año 2005, más de dos millones de venezolanos han dejado su país.
Según ACNUR, el 60% de ellos se encuentran en situación irregular. Los motivos de la emigración
fueron políticos y económicos desde el principio, pero la crisis
que vive el país ha acentuado de forma dramática las salidas por pura voluntad
de sobrevivir. Creo que ya lo sabe todo el mundo, pero vale la pena recordarlo:
Venezuela sufre un terrible desabastecimiento de todo tipo de
productos, incluidos la comida y los medicamentos. Cada día, miles de personas cruzan
la frontera con Colombia y —en menor medida— con Brasil. Algunos se quedan
allí, otros regresan después de comprar, con el poco dinero que les queda, los
productos de subsistencia que necesitan.
He
podido comprobar esta situación sobre el terreno durante la misión que el
Parlamento Europeo ha enviado a Cúcuta, en la frontera colombiana.
La
situación es tremendamente delicada, y si no se ha agravado más todavía es por
la generosidad y esfuerzo de Colombia,
cuyas autoridades están poniendo todo de su parte para atender al creciente
número de personas desplazadas. Cuentan con la ayuda de otros países americanos
y de organismos internacionales. La Unión Europea confirmó hace unas semanas un fondo
dedicado de más de 35 millones de euros para ayuda humanitaria, y
el comisario del ramo, Christos Stylianides, me acaba de
confirmar que se plantea ampliar esta cantidad.
Por
desgracia, se necesitaría un esfuerzo mucho mayor para atender a todos los
venezolanos que lo necesitan, desde los niños que sufren desnutrición severa
hasta las mujeres que no pueden dar a luz en mínimas condiciones de seguridad e
higiene. Se han incrementado en un 60% las muertes en el parto.
Pero es lo que se puede hacer mientras el régimen de Nicolás Maduro,
atrincherado, se niegue a la apertura de un canal humanitario. El dictador y su
régimen son responsables de lo que está ocurriendo.
Un
informe de la OEA considera este chantaje y la propia crisis humanitaria como
el más grave e inhumano de los siete delitos de lesa humanidad
En
parte, lo son por incompetencia: se nombra a los responsables por su
afinidad ideológica, y no por su conocimiento o experiencia. En parte, por
su corrupción, cuyo más reciente hito es la incautación en Estados Unidos de
800 millones de dólares a Diosdado Cabello, hombre fuerte del narco-régimen.
Pero, principalmente son culpables de la crisis por su voluntad decidida de
imponer su dominio sobre un pueblo debilitado, hambriento y enfermo, un pueblo
que dedique las pocas fuerzas que le quedan a sobrevivir en lugar de a
combatir a la tiranía que los oprime.
Afirmo
que la crisis humanitaria de Venezuela es una operación política
planificada. Gracias a esta crisis, el régimen puede usar los CLAP
(Comités Locales de Abastecimiento y Producción) para comprar adhesiones y
votos en las elecciones fraudulentas que organiza. Esto no son especulaciones:
un informe de la Organización de Estados Americanos lo da por probado, y
considera este chantaje y la propia crisis humanitaria como el más grave e
inhumano de los siete delitos de lesa humanidad por los que se debería
procesar, juzgar y condenar a Maduro y a su régimen. El nuevo presidente de
Colombia, Iván Duque, ha anunciado que llevará el caso a
la Corte Penal Internacional.
Maduro es un tirano, pero no es original. Esta
situación recuerda a las vividas en la Unión Soviética bajo los mandatos de
Lenin primero y de Stalin después. Ambos indujeron hambrunas en su
territorio con objetivos políticos, pero la de Stalin produjo un mayor
número de víctimas porque se negó a pedir ayuda humanitaria. El régimen
chavista parece en este sentido antes estalinista que leninista. En
todo caso, se comprueba otra vez que el socialismo del siglo XXI se parece
mucho al del siglo XX.
Debemos
insistir y usar todas nuestras herramientas políticas y diplomáticas para
conseguir que Venezuela recupere la democracia
El
régimen ha liquidado el Estado de derecho, ha reprimido brutalmente a los
opositores, tiene responsabilidad en casos de asesinato y torturay
es culpable de usar la falta de comida y medicinas contra su propio pueblo.
Contra esto, la Unión Europea ha reaccionado con duras sanciones contra
los jerarcas, pero no podemos detenernos aquí. Debemos insistir y usar
todas nuestras herramientas políticas y diplomáticas para conseguir que
Venezuela recupere la democracia, la prosperidad y el futuro que le han
arrebatado. Y, por supuesto, ejercer el papel que asumimos como firmantes
del Estatuto de Roma para activar sin dilación el sistema de
justicia internacional del que nos hemos dotado precisamente para eso: para que
los tiranos rindan cuentas de sus crímenes ante el mundo, sin subterfugios ni
escapatorias.
* Beatriz Becerra es vicepresidenta de la subcomisión
de Derechos Humanos en el Parlamento Europeo y eurodiputada del Grupo de la
Alianza de Liberales y Demócratas por Europa (ALDE)
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