Por Henrique Capriles
El miércoles pasado, el
gobierno anunció que el nuevo salario mínimo en nuestra Venezuela es de menos
de un dólar al mes si lo calculamos según la tasa a la que realmente tienen
acceso los venezolanos. ¡Y tienen el cinismo de contarlo como una buena
noticia!
Para ponerlo en dos platos: el
salario mínimo de un trabajador, restando el bono de alimentación, es de 3
millones de bolívares. Menos de un dólar al mes.
Este es el cuarto “incremento”
que han tenido que anunciar en lo que va de 2018, obligados por una
hiperinflación de la cual ellos son los únicos culpables y que ha ubicado el
ingreso mensual de cada trabajador como el más bajo del mundo.
La gente no es tonta. Todos en
Venezuela sabemos en qué se traduce cada aumento. ¡Y si no vean qué pasó con
los otros tres incrementos de este mismo año para darnos cuenta! Lo dije en
este mismo espacio la semana pasada: las cifras de hiperinflación que se nos
vienen encima a los venezolanos deberían espantar al planeta entero. Y además
son el principal argumento en contra de los culpables del desastre que estamos
padeciendo.
Un gobierno que se ve obligado
a llevar el salario integral (es decir: el sueldo más el bono de alimentación)
de 2.555.500 de bolívares a 5.196.000 bolívares sólo pone en evidencia su
propia incapacidad en materia económica. Evidencia también que ni siquiera a
las pocas familias, a las que les llega ese mecanismo de extorsión a través del
hambre que es la caja CLAP, les alcanza la plata. Cada vez les cuesta más
mantener su modelo inviable, porque hasta a los pensionados los dejaron por
debajo del sueldo mínimo. ¡Y tanto que han manipulado y maltratado a los
respetables abuelos, quienes dependen de una pensión por la cual trabajaron
durante décadas!
Y mientras esos abuelos están
llevando sol y agua en la cola de un banco, donde ni siquiera los dejarán
cobrar en efectivo, en el gobierno nadie sacrifica sus privilegios. Por
ejemplo: no harán que PDVSA deje de ser alcahueteada por el Banco Central de
Venezuela, porque no quieren detener el déficit.
Y ese déficit lo estamos
pagando los venezolanos con la hiperinflación.
Así de simple. La
hiperinflación en Venezuela es una consecuencia de los controles y las pésimas
decisiones económicas. Sin embargo, lo más cruel es que en Miraflores
decidieron endeudarnos en lugar de frenar esta locura. Es así: la
hiperinflación es la manera en que el gobierno le cobra a los pobres la deuda
en la que se metieron para poder mantener sus chanchullos.
Y mientras unos vivos siguen
pegados a la manguangua de conseguir dólares preferenciales para llenarse los
bolsillos y los de sus cómplices, Nicolás Maduro anuncia un nuevo salario
mínimo y es tan cruel que lo celebra cuando, por su culpa, esas personas que
reciben un solo salario mínimo en un hogar necesitan veinte sueldos más para
poder meter algo en la nevera que alimente a su familia.
Súmenle a eso que, aunque
mantienen el dólar preferencial a 80 bolívares, el gobierno ya le permitió a
las casas de cambio que reciben remesas pagar cada dólar a 2.200.000 bsf. Es
decir: entonces, el propio gobierno termina asumiendo que aumentó el salario
mínimo de un dólar a dos dólares y un poquito más. ¡Nada!
¿Quieren ir a los números del
día a día? Bueno, ¿recuerdan que hace unas semanas Nicolás Maduro se burló de
esos compatriotas que decidieron irse del país a trabajar duro “limpiando
pocetas” para ayudar a sus familiares? Ahora saquen la cuenta: si uno de esos
trabajadores de quien se burló Nicolás Maduro pudiera mandar unos doce dólares
cada mes a su familia, y cada dólar se cambia a la tasa de la remesa de
2.200.000 bsf, le estaría mandando a su pariente un equivalente a 5 salarios
mínimos o a 6 jubilaciones, cifra que podría aumentar si el cambio se hace en
el mercado paralelo.
¿Ya lo ven? ¿Entienden la
farsa del aumento de salario? Están matando de hambre al pueblo y lo celebran
con cinismo.
Porque, ¿qué significa que un
gobierno se vea obligado a aumentar el salario mínimo?
Háganse la pregunta. Hágansela
al seguidor oficialista del barrio. Hágansela a ese amigo o al vecino o al
familiar que todavía se cree el cuentico de la “guerra económica”.
¿Qué significa que un gobierno
tenga que aumentar el salario mínimo cuatro veces en apenas un semestre?
El oficialista siempre dirá
que es una decisión para compensar el aumento de los precios. ¿Pero quién le
cree ese cuento cuando en Venezuela cada día tenemos una inflación de 2,5%? Una
madre venezolana se acuesta a dormir y sabe que la mañana siguiente los precios
subirán 2,5%. ¡2,5% cada día!
¡Esa es la inflación que tiene
Chile en todo un año!
El salario mínimo sirve de
referencia solamente en una economía estable. Y los aumentos se suelen dar
después de que se hace pública información transparente sobre el desempeño
económico de un país, para que tanto el Estado como las empresas puedan ajustar
sus presupuestos. Y ahí entran también los sindicatos y las organizaciones
civiles para ser consultadas. Aquí no. Aquí lo que hace el gobierno de Maduro
es una maniobra que aprieta más y más a las familias, hundiéndolas en la
miseria.
¿Y por qué lo hacen? Pues
simplemente porque están matando de hambre al pueblo y eso les resulta
rentable. Por eso lo hacen. Por eso no tienen ni la intención de arreglar esto.
Cualquier líder político
responsable sabría que lo que tocaría en un escenario como éste es frenar al
BCV y su expansión monetaria, deshacer los controles de manera paulatina y
estimular la producción a tope, no sólo la petrolera, para compensar las consecuencias
de tanto extravío en las políticas económicas durante años.
¡Hasta Trinidad y Tobago, con
una población mucho menor que la nuestra, pudo apalancar su economía gracias a
la época del barril por encima de los cien dólares! Pero esta gente se gastó toda
la ganancia de los años de bonanza petrolera para consolidar un proyecto
político fracasado y atornillarse al Poder.
Tenemos que entender que la
nuestra es una economía frágil. Hace unos seis o siete años estos aumentos de
salario eran igual de inútiles, pero su efecto placebo eran más duraderos. Hoy,
después de que destrozaron nuestra industria petrolera y convirtieron al BCV en
la alcancía de PDVSA, Venezuela está produciendo apenas 1.3 millones de
barriles de petróleo por día. La destrucción es tal que la Agencia
Internacional de Energía prevé que a finales de año, Venezuela no estará
produciendo ni un millón de barriles diarios.
Quien revise una por una las
políticas cambiarias, monetarias y fiscales que tiene este gobierno sabrá dónde
está la causa de este infierno.
Y también sabrá que un simple
aumento del salario mínimo no sirve ni para compensar el poder de compra de los
trabajadores ni se corresponde con la productividad de su trabajo. Voy más
allá: conozco personalmente casos de trabajadores de empresas del Estado, como
Corpoelec, la propia PDVSA o el Metro, a quienes les sale más caro ir a
trabajar que quedarse en casa y que les descuenten el día, porque ¿Quién puede
vivir con menos de un dólar al mes?
Esa es la gente que se está
yendo del país. El Estado venezolano se ha convertido en un patrono que empuja
a sus empleados a abandonarlo.
Sin embargo, este país es tan
noble que yo sé muy bien que ese cambio de gobierno que nos urge repatriaría a
muchas personas decididas a levantar este desastre en el cual el oficialismo ha
hundido a Venezuela durante dos décadas.
Nadie quiere estar lejos de
los suyos. Nadie quiere dejar atrás los paisajes en los que creció ni los
sabores que recuerda ni los afectos. Nadie.
Quienes se han ido se han
convertido en los puntos de apoyo de quienes resistimos acá. Es una misma
fuerza. No olvidemos eso. Y esa fuerza siempre halará hacia donde esté el amor,
hacia donde estén las ganas, es decir hacia nuestra Venezuela.
Por eso los invito a que
expliquemos a cada venezolano qué es lo que está pasando (increíble pero cierto
que hay que explicar), dónde están los errores, por qué hacemos lo que hacemos
y cuál es la magnitud de lo que vivimos. Más temprano que tarde todo eso tendrá
sentido. ¡Confíen en ustedes mismos! ¡Hay que recuperar la confianza del
venezolano en lo que es realmente!
¡Qué Dios bendiga a nuestra
Venezuela!
01-07-18
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