James Martin 01 de junio de 2019
Una
clave para comprender ¨Amoris Laetitia¨
Una palabra que se repite en la nueva exhortación
apostólica del Papa Francisco sobre la familia y el amor es ¨discernimiento¨.
Para Jesuitas como el Papa, la palabra no es una frase genérica sino una con un
significado específico. Entender el discernimiento, por lo tanto, es la clave
para entender el ¨Amoris Laetitia¨, así como también el enfoque general del
Papa hacia el cuidado pastoral. Su uso del discernimiento está estrechamente
ligado a la idea de la consciencia, también resaltada en este documento,
particularmente para aquellos que se enfrentan a decisiones espirituales
complejas.
En la imaginación popular, una persona con
¨discernimiento¨ es una con buen gusto o un buen ojo. Ellos juzgan bien y
sabiamente. Una persona que se dice ser un juez perspicaz del arte, comida o
vino, por ejemplo. ¨Discernimiento¨ en el lenguaje común es la habilidad de
juzgar sabiamente y ser capaz de escoger cuidadosamente entre muchas opciones.
Para los Jesuitas, sin embargo, ¨discernimiento¨
significa mucho más. Es el arte de toma de decisiones devotas que usan
prácticas espirituales específicas. La tradición Jesuita del discernimiento
está enraizada en los Ejercicios Espirituales, el manual
clásico de oración escrito por San Ignacio de Loyola, el fundador de los
Jesuitas en el siglo 16. De hecho, uno de los principales objetivos de
los Ejercicios Espirituales es enseñar a las personas sobre el
discernimiento.
Discernimiento para San Ignacio de Loyola significa
estar consciente de que Dios nos ayudará a tomar buenas decisiones, pero a
menudo nos mueven fuerzas competitivas: unas que nos halan hacia Dios y otras
que nos empujan para alejarnos de él. Cualquiera que haya tomado una decisión
importante conoce esta experiencia. Siente que te halan y empujan por una
variedad de fuerzas internas: motivos egoístas contra motivos generosos,
motivos libres contra los no libres, motivos sanos y saludables contra motivos
enfermizos.
Así que el discernimiento es la habilidad de ver
claramente cuales son esas fuerzas; ser capaz de identificar, ponderar y
juzgarlas; y finalmente escoger el camino más alineado con los deseos de Dios
para ti y para el mundo. Toma en consideración la riqueza y complejidad de la
vida de una persona y, más importante aún, asume que Dios está activo en el
proceso de toma de decisiones. Como Ignacio dice: ¨el Creador se encarga de la
criatura directamente.¨
Por lo tanto, no es tan simple como seguir a ciegas
ciertas reglas y regulaciones. Demás está decir que los Evangelios y las
enseñanzas de la Iglesia son esenciales para la formación de nuestra
conciencia, pero sobre todo, en tiempos de complejidad uno también debe confiar
en los propios impulsos y actividades de Dios dentro de nuestro propio corazón.
¿Cómo se discierne?
Hay muchas prácticas y métodos descritos en los Ejercicios
Espirituales de San Ignacio. Permítanme destacar algunos generales.
Primero,
tratar de ser ¨indiferente¨, eso es, libre de todo lo que te retiene para
seguir los deseos de Dios. Por ejemplo, si estás discerniendo si vas o no a
visitar un amigo enfermo al hospital y estás demasiado preocupado de si te vas
a enfermar, no eres ¨libre¨. Algo te está impidiendo el hacer algo bueno.
¨Indiferente¨ no quiere decir que no te importe, sino que estás libre para
seguir los deseos de Dios.
Segundo, pide
la ayuda de Dios. El discernimiento no se lleva a cabo por su propia cuenta.
Necesitas la ayuda de Dios para escoger el camino correcto. También necesitas
reflexionar sobre las Escrituras y las enseñanzas de la Iglesia, como el medio
para empezar con una buena base. (Es decir, nunca discernirás si debes asesinar
a alguien). Todo esto es hecho en el contexto de la oración. Pero el intelecto
está completamente acoplado también. Como les gusta decir a los Jesuitas:
¨confía en tu corazón, pero usa tu cabeza.
Tercero,
sopesa los variados ¨movimientos¨ dentro de uno mismo, para ver cuál debe venir
de Dios, y cuál no. Para alguien que esté progresando en la vida espiritual,
dice San Ignacio, el ¨buen espíritu¨ le traerá apoyo, aliento y paz mental.
Piensa en alguien que decide perdonar a otra persona y que siente una sensación
de consuelo calmado cuando lo piensan. Lo opuesto es verdadero del ¨espíritu
maligno¨ Ese espíritu causa una ansiedad corrosiva y vomita obstáculos falsos
diseñados para obstaculizar nuestro progreso espiritual. Esto normalmente se
manifiesta como la voz del egoísmo. En el caso de una persona buscando perdonar
a otro, el ¨espíritu maligno¨ nos dirá: ¨si tú perdonas, la gente te verá como
una alfombra!”.
Curiosamente, dice Ignacio, para la persona que va en
sentido contrario (del bien al mal) las cosas se invierten. El ¨buen espíritu¨
no nos alienta, sino que más bien nos despierta con un sobresalto. Ese es el
aguijón de la conciencia. El ¨espíritu maligno¨, por el contrario, nos alienta
al mal comportamiento. ¨No te preocupes. Sigue robándole a la compañía. Todos
lo hacen. Continúa…¨ La persona que es experimentada en discernimiento pronto
se vuelve experta en identificar estos movimientos sutiles en su corazón.
Cuarto, si
no hay una respuesta clara, puedes recurrir a otras prácticas sugeridas por
Ignacio. Puedes imaginarte a alguien en la misma situación tuya, y pensar qué
consejo le darías a él o ella (Esto puede ayudar a disminuir la influencia de
nuestros propios deseos egoístas en el discernimiento). O imagínate qué te
gustaría decirle a Jesús en el Juicio Final (Esto no funciona con todas las
decisiones, pero puede ser clarificador para las decisiones éticas complejas,
en particular). O piensa cómo juzgarías tu decisión en tu lecho de muerte (Esto
puede ayudarte a priorizar lo que es importante en tu vida).
Por último,
después de hacer un buen discernimiento experimentarás un sentimiento de lo que
Ignacio llama ¨confirmación¨, o un sentido de rectitud. Te sientes en línea con
los deseos de Dios porque tú estás en línea con ellos. Y esto naturalmente trae
paz.
La exhortación Amoris Laetitia del
Papa Francisco está dirigida no sólo a familias e individuos, sino también a
los pastores y otros responsables de ayudar a las personas a formar sus
conciencias. No todas las personas o pastores harán uso de todas las prácticas
tradicionales de discernimiento, pero para ambos, tanto individuos como
pastores, la perspectiva global que ofrece el discernimiento —de que Dios nos
quiere ayudar a tomar buenas decisiones y que prestando atención a nuestros
corazones podemos escuchar la voz de Dios— es algo útil en todos los
casos.
“Amoris Laetitia” nos habla una y otra vez sobre el
discernimiento y la conciencia. Nos recuerda que mientras las reglas son
importantes, en los entornos pastorales se necesita algo más, como es la acción
de la gracia de Dios dentro de los corazones de los creyentes, que ayuda a
tomar decisiones buenas, saludables y dadoras de vidas.
* Artículo reproducido con el debido permiso de
America Press, Inc. @ 2016 Todos los derechos reservados. Para suscribirse
a la versión impresa visite www.americamedia.org America Press no se hace
responsable de la traducción. La traducción fue realizada por Francisco Luciani
para Teología Hoy.
El discernimiento es la capacidad de distinguir y valorar nuestras acciones, el modo de comportarnos para poder diferenciarnos en las cosas que hacemos con los demás, gracias al blog por la información.
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