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miércoles, 10 de agosto de 2016

¡Atrincherados! en Venezuela, @jesusalexisgon



Por Econ. Jesús Alexis González, 08/08/2016

A pesar que por sabido se calla, resulta altamente confuso y contradictorio el imbricado (argumentos parcialmente superpuestos) enfoque oficialista según el cual la revocación popular del mandato del actual Presidente de la República obedece a una maniobra de la oposición vinculada específicamente con la aspiración de desviar el “exitoso” régimen socioeconómico instaurado por el movimiento chavista fundamentado (¿?) en los principios de justicia social, democracia, eficiencia, libre competencia, protección del ambiente, productividad y solidaridad a los fines de asegurar el desarrollo humano integral y una existencia digna y provechosa para la colectividad (Art. 299 CRBV); dejando de lado (con obvia intención soterrada) el profundo temor que les acosa ante la inminente obligación que tendrán de rendir cuentas a la luz de un desastroso desenvolvimiento gubernamental, en mucho cargado de acciones contrarias a la sanidad administrativa que sin duda alguna coloca a la intentona revolucionaria en el umbral de la reversión definitiva habida cuenta del ejercicio de un proceso cargado de improvisaciones y apego al poder muy por encima de su obligación de orientar el destino nacional, al punto de haberse convertido en una intrincada componenda de múltiples proyectos individuales de corte subalterno.

El movimiento chavista y su nefastogobierno, se han reducido a una elite que intenta perpetuarse a sí misma al tiempo de procurar masas de gentes pasivas para lo cual actúan física y mentalmente en permanentes batallas ficticias en un escenario de guerras imaginarias, que ha inducido un descontento y desconfianza ciudadana en un marco de ominoso silencio interinstitucional y de ciertos “liderazgos” políticos, militares y empresariales (¿cómplices?) en relación a la urgente tarea de salvación nacional como consecuencia de la crisis de confianza política que en el presente está experimentando Venezuela.

Tan prominente desgobierno, ha venido acumulando una indignación en la población que para el II trimestre del 2016 (según prestigiosas empresas encuestadoras) un 93% opina que la situación del país se encamina hacia un entorno totalmente negativo (incluido un 72% de los aún heroicos chavistas), al igual que un 74% que considera que la culpa de la crisis política-económica-social recae en el movimiento chavista (gobierno 41%,Nicolás Maduro 23% y H. Chávez 10%), mientras que apenas un 9% asume que dicha crisis es culpa de la guerra económica(un 85% no cree en su existencia), al punto que un 81% considera que la deplorable situación es solo superable con la salida del Presidente de la Republica que en un 73% votaría por revocarlo en 2016 (un 11,6% lo haría por el oficialismo); así mismo un 55% opina que los militares hacen un peor manejo de la administración pública que los civiles, un 92% califica el desenvolvimiento de las empresas expropiadas como ineficientes y corruptas y un 86% rechaza como alternativa las bolsas de comida y su sesgada distribución comunitaria.

El significativo malestar poblacional, puntualmente impulsado por la escasez y el desabastecimiento, se acrecienta en razón a una impúdica ostentación de súbita riqueza por parte de muchos individuos que “marchando con la revolución” (sin otros méritos personales que ser altos funcionarios o “amigos” del gobierno) reflejan una “movilidad social” (experimentada también de forma encubierta por los “benefactores”) alcanzada a un ritmo y velocidad evidentemente motorizada por la corrupción (¿y el narcoestado?) protegida desde las altas esferas burocráticas, e incorporada como patrimonio encubierto (para el caso de los funcionarios civiles y militares) bajo el amparo de una acomodaticia estructura en registros y notarías (aparte de testaferros); en un ambiente que suponen “distraer” con un ensayado prusianismo y los reiterados “conflictos internacionales” ahora representado por el caso Mercosur y el autoproclamamiento en la Presidencia que por orden alfabético debía responder a Venezuela mediante un obligatorio consenso no alcanzado dada el autoritarismo antidemocrático que muestra nuestro gobierno. Dentro de los muchos eventos de corrupción de reciente data, destacan (i) un “empresario” venezolano arrestado en Houston, Texas en diciembre pasado acusado de pagar más de US$ 1 millardo en sobornos para obtener contratos en Pdvsa (2008-2014), quien se declaró culpable en una Corte Federal (sexta persona involucrada que lo hace) en pro de alcanzar una rebaja en una sentencia de 100 años por cargos de conspiración al violar la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero; (ii) un venezolano accionista mayoritario de una compañía de seguros con vínculos gubernamentales (hasta hace poco era un empleado de mediana categoría), acusado y arrestado esta semana en República Dominicana por violación a la Ley Monetaria y Financiera y coautor en lavado de activos, quien entre otros activos cuenta con un yate valorado en US$ 17 millones, (iii) dos militares venezolanos con alto rango a quienes unos Fiscales estadounidenses les formularon cargos por narcotráfico que deben ser ratificados en una Corte Federal en Brooklyn, Nueva York; (iv) un ahora multimillonario empresario argentino (hasta hace poco de pequeña escala)acusado por lavado de capitales y contrabando, quien igualmente realizó “negocios” en Venezuela por cerca de unos US$ 600 millones con participación del kirchnerismo al tiempo de asumir “obligaciones con terceros” en nuestro país luego de firmar contratos con el gobierno con un sobreprecio promedio del 300%; sin dejar de referenciar el caso de los “narcofamiliares” quienes enfrentan juicio en EEUU siendo que, tristemente, en nuestro país se está más pendiente de si “se saldrán con la suya” por una intermediación venezolana en lugar de repudiar tal proceder que deja en entredicho el señalamiento según el cual se debe gobernar ¡como un buen padre de familia!.

Es de relevante perogrullada, afirmar que el movimiento chavista está atrincherado (defender con obstinación una opinión sin ánimo de querer cambiarla) en contra de un referendo revocatorio en 2016 (¿y 2017 0 2018?) desconociendo que si las autoridades gubernamentales pierden la moral y la ética, los gobernados les perdemos el respeto. Sin odio, sin violencia pero con entrega apasionada debemos accionar para cambiarlos; ya que en caso contrario se convierte en ¡complicidad!

La Gran Marcha hacia Caracas del venidero 01 de septiembre es una clara oportunidad para reflejar nuestro talante democrático, así como para demostrarle al gobierno la energía potencial con la cual contamos y que un indeseable atrincheramiento oficialista en pro de impedir la celebración este año del referendo revocatorio presidencial puede hacerla explotar con consecuencias inestimables.


Jesús Alexis González
@jesusalexisgon

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