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lunes, 1 de agosto de 2016

Los caminos seguros por @garciasim


Por Simón García


En política lo verdadero no siempre es lo que establece el peso del Estado y su hegemonía operacional. La crisis ha quebrado la fortaleza aparente del régimen y Maduro da señales persistentes de su debilidad. Entre ellas resultan notorias su rechazo al revocatorio porque lo sabe perdido; su miedo al diálogo porque implica reconocer a la oposición como actor principal y su apelación a la jerarquía militar.

El gobierno niega sus postulados cuando casi todo lo que hace está fuera y contra la Constitución. Sólo falta un paso, que no ha podido dar, para romper definitivamente con el uso de la legalidad como burladero. Si lo da, comprometerá el futuro del PSUV y pasará a gobernar contra el Estado de derecho.

Entre los factores de contención de una regresión hacia el totalitarismo comunista está el rechazo general de la sociedad y la resistencia de instituciones que han mantenido viva la cultura democrática: desde el movimiento estudiantil hasta la Iglesia. Pilares, junto con la MUD, de una renuencia a los tratos autoritarios y a tecnología de control que han fracasado en instalar la conformidad en el pueblo.


Los temas del cambio han dejado de ser monopolio de las élites que influyen en los diferentes ámbitos de la vida social. La crisis y el enfrentamiento de la sociedad al gobierno han generado un proceso de politización donde los análisis de la crisis se han incorporado, con similar cotidianidad que los comentarios deportivos, a las conversaciones de la calle.

Sin embargo, hay que detenerse a pensar en por qué el rechazo en el plano de la opinión no se traduce en movilizaciones y protestas a favor de un cambio de situación. El horizonte de la gente llega hasta su autodefensa, contundente rechazo y medio adaptación, para sobrevivir.

La gente intuye, venciendo sus naturales sentimientos, que hay que ir a un diálogo y a negociaciones que conduzcan a la formación de un nuevo gobierno de Integración y salvación nacional. Ese es un camino seguro.

El barranco es la violencia. Terreno donde las fuerzas de cambio se colocan en desventaja. El choque de trenes conviene al gobierno. El de los votos, a quienes quieren contravenir la profecía de que el árbol de la libertad debe regarse con sangre.

Definir el revocatorio como derecho irrenunciable es afirmar que el objetivo fundamental es cambiar de modelo, de Presidente y de gobierno. El mecanismo constitucional idóneo es el referendo como medio, no como fin. Si surgen otras formas viables de lograr esos cambios, habría que considerarlas.

Parece conveniente debatir con el país las bases y objetivos de un Gobierno de Integración y Salvación Nacional, abierto a la participación o al respaldo de todas las fuerzas útiles para salir de la crisis, incluidos sectores que provienen del Chavismo y del propio PSUV, en tanto abandonen su aferramiento a un modelo que no tiene posibilidades de continuidad.

Mientras, hay que seguir el camino trazado. No abandonarlo por veredas.

31-07-16




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