Luis Ochoa Terán 05 de agosto de 2015
La semana pasada acertadamente Nicolás
Maduro visitó al Secretario General de las Naciones Unidas, Ban ki-moon, a fin
de plantear y zanjar, de una vez por todas la diatriba planteada por el
Presidente de Guyana, que de manera grosera y desconsiderada trato de disminuir
insultando al Presidente de Venezuela, con epítetos nada adecuados en el
lenguaje entre Jefes de Estado y el trato considerado diplomático, en especial,
de la flemática cultura inglésa. Tal vez esto ocurrió por la formación militar
y caribeña de Granger acostumbrado solo a dar órdenes o intentando adelantarse
a las posibles y acostumbradas desconsideraciones de nuestro Jefe de Estado con
gobiernos, personalidades internacionales y todo aquel que no se enmarque en
los criterios políticos del Socialismo del Siglo XXI. Sin embargo, lo de
Granger fue de muy mal gusto.
De los hechos, se desprende que el
Presidente guyanés ha intentado aprovechar la oportunidad para sacar partida de
la controversia entre los dos países, acorralando a un gobierno prácticamente
aislado internacionalmente, que se presenta débil y en el más bajo nivel de
popularidad, con una crisis económica, social, y política. Con una Venezuela
partida en dos toletes y con todas sus energías concentradas en unas elecciones
legislativas, que son capitales para el futuro político y económico de
Venezuela, en donde el resultado de ser favorable a la oposición, las
condiciones de las negociación variarían porque se fortalecería políticamente
nuestra posición en las negociaciones y retornaríamos lo establecido en el
Acuerdo de Ginebra, que este gobierno bolivariano amnésico dio facilidades y
rienda suelta para que los guyaneses sobre hechos cumplidos, obligarnos a
reconocer lo que tiene y debe ser una “Solución Satisfactoria para un Arreglo
Practico”, al cual Venezuela, siempre ha estado abierto y planteando propuestas
para soluciones satisfactorias y prácticas para ambas partes. Hoy más que nunca
las condiciones están dadas. ¡Hagamos de la crisis la solución!
Ante la encerrona del último y el actual
gobierno de Guyana (a la cual debemos agradecer) a Maduro no le ha quedado otro
camino que reconocer y retomar las históricas negociaciones que en la
democracia hemos conducido con Guyana e incorporar a expertos de la oposición
para enmarcarse en el Acuerdo de Ginebra que plantea los distintos mecanismos
de la resolución pacífica de la controversia, pero sobre todo, hay que
reconocer y apoyar a Maduro que ha asumido el camino correcto de solicitar al
Secretario General de las Naciones Unidas, la designación del Buen Oficiante,
de común acuerdo y que en esta oportunidad debería tocarle por primera vez a un
latinoamericano. El resultado ha sido exitoso pues Ban Ki-moon ha hecho que el
Presidente Granger abandone su posición radical, de confrontación y vuelva
nuevamente a una mesa de diálogo para conversar con una Venezuela que, por
ahora, da pasos acelerados hacia un nuevo avenir que conducirá
indefectiblemente a conversaciones que nos encamine por el sendero del progreso
y el desarrollo económico como buenos vecinos.
Luis Ochoa Terán
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