Por Santiago Clavijo, 17/08/2016
Este gobierno tiene que irse y cuanto más pronto mejor. Dudamos que en
la historia política nacional exista otro caso en el que una mayoría tan
inmensa de los venezolanos esté de acuerdo con algo, como lo estamos ahora, en
relación a la necesidad de sustituir a los responsables inmediatos del
descalabro que vivimos, como país y como ciudadanos.
Las formas de hacerlo están bastante claras, aunque no exista la misma
certeza en cuanto a la más factible y sobre todo, sobre la más conveniente para
todos. Aunque lo anterior sigue teniendo actualidad como debate, uno siente que
el mismo no será resuelto convenientemente a menos que incluyamos en el mismo
lo que queremos como reemplazo en lo inmediato y ello, sin duda, es más
importante que la sustitución misma. No es cierto que cualquier cosa será
mejor.
¡Quítate tú para ponerme yo! no resolverá los problemas que nos
aquejan, mucho menos si lo hacemos confiando a una persona “providencial” las
decisiones indispensables que hay que tomar.
El país que queremos, civil, federal, verdaderamente descentralizado en
su gestión, efectivamente democrático, con justicia, productivo, socialmente
responsable y con oportunidades realmente iguales para todos, donde el
desarrollo sea producto de capacidades y esfuerzos, todo ello dentro del mayor
respeto por el ambiente que nos acoge, requiere para poder comenzar a
construirse, un gran acuerdo nacional que nos incluya a todos y del que solo
queden excluidos los delincuentes, corruptos y de otros tipos, esos que cambian
de nombres y partidos pero no de comportamiento.
Ese acuerdo debe prolongarse todo lo que sea necesario, trascender los
lapsos constitucionales que hay que respetar, pero manteniendo el principio de
continuidad para las políticas públicas y el de alternabilidad en el desempeño
de las responsabilidades de dirección, sean estas nacionales, estadales o
municipales. A ello contribuiría de manera importante el reconocimiento y
respeto a la carrera de funcionarios público.
Con esta visión, que consideramos indispensable e impostergable, a los
que encabecen las gestiones ejecutivas solo habría que exigirles, que es
bastante, capacidad para la concertación de enfoques políticos y la
coordinación de los equipos de trabajo, ya que son estos los que realmente
tienen que enfrentar el día a día, guiados por planes consensuados política y
socialmente, supervisados efectivamente por la ciudadanía y por supuesto lo
suficientemente flexibles como para permitir las adecuaciones que se vayan
detectando como necesarias.
Los próximos años serán de transición y si no lo entendemos así
estaremos condenados a repetir esos errores que nos han llevado a ocupar los
peores lugares en todos los indicadores de desempeño, como país y como
sociedad, que se consideran válidos nacional e internacionalmente.
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