Leído y trabajado en el
verbo, al abogado que lleva hoy las riendas de la Organización de Estados
Americanos le cuesta poco encontrar definiciones para sus primeros 14 meses de
mandato: «Un año de perros», «Siete en uno»… Luis Almagro se recrea
en su suerte con el meditado apasionamiento que dedica al problema número uno
de la OEA y del continente entero: la profunda crisis social, económica e
institucional de Venezuela. En sus respuestas, expresadas con vocación de
jurista que no oculta una considerable retranca, mucha calma pero ninguna duda.
La liberación del opositor Leopoldo López y la convocatoria
inmediata del referéndum revocatorio por parte del presidente Maduro,
«innegociables». Frente al desafío y las presiones, Desmond Tutú como bandera:
«Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del
opresor».
Luis Almagro Lesmes (Cerro
Chato, Paysandú, Uruguay, 1963) ha forjado una resistente aleación personal
como diplomático de carrera (embajador en China), canciller del gobierno del
izquierdista José Mujica y activista de los derechos humanos. El material se
tornó indestructible cuando conoció de primera mano la «violación de los
derechos humanos» en Venezuela, recogido en el demoledor informe de 132 páginas
que presentó al Consejo Permanente de la Organización. Y proclama: «No han sido
refutadas ninguna de ellas». Otra cosa es cómo se resolverá el peligroso
laberinto en el que están envuelto el país, incluida la aplicación de la Carta
Democrática, que, como repite con convicción, «está en su tercera fase». A la
partida le quedan cartas por jugar, y Almagro no está dispuesto a enseñarlas
todas.
¿Qué tiene que decir a las
continuas acusaciones de parcialidad que le lanza régimen de Maduro?
Soy imparcial, porque
analizo objetivamente los hechos y las condiciones existentes. No soy neutral,
porque me debo a compromisos ineludibles con el sistema interamericano en
cuanto a democracia y derechos humanos, y eso es definitivamente llevar
adelante una causa. Nosotros hemos sido imparciales, otra cosa es tomar
distancias del asunto. Sería lo peor que podría pasar cuando hablamos de crisis
social y humanitaria, de presos políticos, de torturados, de desconocimiento de
los poderes del Estado, del país más corrupto del continente y uno de los más
violentos del mundo… Cuando tenemos una situación de deterioro institucional y
de la democracia, tenemos que ser muy proactivos. Cuando empieza a encontrar
obstáculos en la aplicación de un artículo constitucional que reconoce el
derecho de la gente, el referéndum revocatorio, no sólo estamos desconociendo
los poderes del Estado, sino que se están desconociendo también los derechos de
la gente. Y eso lleva al país a una fase final de deslegitimación, que es en la
que estamos. Hay una legitimación de origen, que el pueblo eligió presidente a
Nicolás Maduro. Es el último reducto que les queda a los que puedan argumentar
que Venezuela es una democracia. Si se obstruye ese derecho de la gente, ese
último reducto se estaría perdiendo.
Entiendo que el otro punto
de deslegitimación surgiría del encarcelamiento del opositor Leopoldo López…
Sí, porque nosotros no
habíamos hablado nunca de presos políticos en Venezuela hasta que vimos la
sentencia de Leopoldo López. No conocíamos los detalles de la investigación.
Podía aparecer probado y contraprobado en el proceso que él había instruido,
dado órdenes o dado lugar a alguna de las 43 muertes que se produjeron (en las
protestas de febrero de 2014). Cuando vemos que no hay la más remota conexión,
ni surrealista siquiera, llegamos a la conclusión de que Leopoldo López era un
preso político. Por tanto, urge su inmediata liberación. Sin condiciones, sin
cortapisas…
Pero, por lo visto hasta
ahora, ¿usted cree que el poder judicial es independiente para tomar esa decisión
sin el control del régimen de Maduro?
Si el poder judicial en
Venezuela y la gente que integra ese tribunal, tienen un 1% de interés de
ajustarse a derecho y asumir en la historia una posición digna, tienen que
liberarlo ya. Ni siquiera tomarse los diez días. No pueden hacer otra cosa en
el marco del derecho. Aunque digan, si quieren, que fue un preso político,
tienen que liberarlo ya. Pero sí, es verdad, que hasta ahora el poder judicial
ha estado cooptado por el ejecutivo. También para la supresión de poderes del
legislativo. ¿Qué ocurriría en España si de repente se decide por decreto que
el poder legislativo no tiene control sobre los ministros? Es una barbaridad
jurídica. Y no nos podemos acostumbrar a la barbaridad.
Hablemos del laberinto en
que se ha convertido la mediación de los tres expresidentes…
En vez del general en su
laberinto, los tres mediadores en su laberinto… (interrumpe con una sonrisa)
Usted estuvo el miércoles
con el expresidente Leonel Fernández. ¿Le ha transmitido alguna novedad, algún
avance, sobre esa mediación entre el Gobierno y la oposición en Venezuela?
Yo no he criticado la
mediación de expresidentes, pero deben tratar los principales problemas y
ponerle nombre. Por ejemplo, el discurso que hizo aquí (en el Consejo Permanente
de la OEA) el expresidente Zapatero fue muy preocupante. Fue muy despectivo
respecto a los principios principistas, fundamentales, de la democracia. No
habló del referéndum revocatorio, que es un derecho fundamental de los
venezolanos. No habló del desconocimiento que sufre hoy la Asamblea Nacional.
No habló de la cooptación del poder judicial por el poder ejecutivo. No habló
de presos políticos. Si esto no se tiene claro, entonces es muy difícil que dé
frutos el trabajo del grupo mediador, que lleva ya cinco meses. Hay cosas que
el expresidente Leonel Fernández explicó mejor el otro día: la gravedad del
desabastecimiento, la necesaria coexistencia de las fuerzas políticas para el
futuro… Hay que tener mucho cuidado con los principios, porque lo que te separa
en la política de los dictadores, son principios y valores. No los puedes
obviar como si no fuera por ese lado el camino. Es por ese lado el camino.
Entonces, ¿cree que el
expresidente Zapatero no es la persona indicada para mediar? ¿Está de acuerdo con
el líder opositor Capriles, que decía que está descalificado por viajar con
aviones de PDVSA (compañía pública de petróleo de Venezuela)?
Yo no me voy a meter en la
conciencia de Zapatero para desentrañarla. Sí creo que Zapatero tenía que haber
hecho un esfuerzo para entender las desconfianzas de Capriles. Me remito a los
hechos a los que me referí, respecto a los cuales yo le pido soluciones a
Zapatero. Como he inducido a la OEA a promover soluciones para Venezuela.
Porque son problemas demasiado importantes como para solucionarlos más
adelante. Al respecto, Leonel Fernández me transmitió algunas expectativas, de
las que tomé nota. Nosotros si le expresamos nuestras preocupaciones.
Entonces, ¿qué balance hace
de estos meses de mediación?
¿Qué balance hago…? (se
repite a sí mismo la pregunta y silencio).
Es decir, ¿se ha avanzado
algo?
(Risas) Bueno, no creo que
se pueda cuantificar… Hoy todavía está todo por hacerse. Los temas que el
diálogo debería estar resolviendo no han empezado siquiera a resolverse. El
diálogo es importante, es fundamental para resolver los problemas, pero
dialogar no es sentarse a conversar. En este caso más bien ha sido el
descompresor político para el régimen a nivel internacional. El problema
esencial es que un mediador tiene que tener la confianza de las dos partes y
tiene que ser imparcial respecto a la agenda de las dos partes. Hemos visto que
la oposición ha sido muy clara en niveles de desconfianza hacia los mediadores.
¿Y se podría incorporar a
otros mediadores?
Es que eso se tenía que
haber hecho al principio. Las mediaciones suelen funcionar con una persona que
designa una parte, una que designa la otra parte y una tercera pactada. Este
proceso no se dio. De repente, aparecieron tres mediadores nombrados por el
Gobierno. Ni siquiera terminó de ser legitimado por Unasur. En el caso de
Zapatero, primero se presentó como mediador de Unasur, después se dijo que
tenía apoyo de EE.UU., y, por último, que lo tenía de la Unión Europea. Pero
tampoco nos consta que hubiera un proceso para ello. Son demasiadas cosas que
restan certeza al proceso.
Cree que la petición del
PSUV, partido del régimen, de anular la petición de revocatorio por defecto en
las firmas presentadas, ¿es otra maniobra del régimen de Maduro?
Si son maniobras, son de una
bajeza jurídica y política pocas veces vista. Es un despropósito absoluto y no
resiste el menos análisis.
Entonces, ¿es el revocatorio
la salida incondicional al problema político de Venezuela?
Desde el punto de vista
político, cuando hay una crisis institucional de estas dimensiones, se resuelve
recurriendo a la decisión de la gente. Entonces, la salida tiene que ser ese
camino. Esa es la solución, el punto de partida, para empezar a resolver otros
problemas. Y le da también un impulso al país para resolver la crisis
humanitaria que tiene hoy. El Gobierno lo tiene muy fácil: es reconocer la
Constitución que el mismo sistema bolivariano impulsó y reconocer a la Asamblea
Nacional. La misma Constitución que niega la posibilidad de encarcelamientos
por cuestiones ideológicas.
¿Y qué le sugiere que el
expresidente Mujica, su expresidente, diga que «el revocatorio no da de comer»?
¿Que el revocatorio no da de
comer? El que no da de comer es Maduro. Ese es el problema. El referéndum
revocatorio es un paso importante para empezar a resolver los problemas
sociales y económicas, es decir, empezar a comer y a acceder a medicinas.
Con respecto al debate
interno en el seno de la OEA, tras la reunión del último Consejo Permanente,
¿me puede aclarar si se le está aplicando la Carta Demócratica a Venezuela?
Porque no hubo una votación concreta al respecto.
Es que la votación se hace
sólo cuando se llega a las votaciones pertinentes. Si el derecho fuera
solamente forma, tenemos un primer paso que es la constatación por el
Secretario General de la alteración del orden constitucional en uno de los
estados miembros; el segundo fue la convocatoria del consejo permanente para
abordar el asunto, y el tercer paso es la evaluación colectiva de los miembros
sobre la situación en ese país, y el cuarto, las decisiones que el Consejo
Permanente estime pertinentes. Estamos en el tercer paso. Los países han
empezado su evaluación colectiva. Muchos apoyaron el informe, otros fueron más
cautos… Ahora, el siguiente punto será cuando los países tengan que votar sobre
las posibles medidas a adoptar. Probablemente, habrá dos opciones, porque se
supone que Venezuela presentará su iniciativa para que se vote el archivo.
Venezuela y sus países
amigos dicen que la Carta no se está aplicando…
La Carta se activó. Otra
cosa es su aplicación, que se producirá cuando los países voten otras medidas
pertinentes a la mediación, por ejemplo. Hasta aquí llega la sustancia del
derecho. Pero en la verdad material, son los propios hechos en Venezuela los
que reafirman que el proceso está en marcha: la decisión de abrir las
fronteras, la designación de Vladimiro Padrino como coordinador de ministros
para atender los problemas de crisis, las expresiones de la oposición y de la
sociedad civil venezolana.
Y pasando al cuarto punto,
la suspensión de Venezuela está sobre la mesa, en el caso de que no se resuelva
antes la crisis institucional.
Pero nunca especulé con eso…
Esa es la realidad última.
Pero no tenemos que hablar
de realidades últimas.
Le insisto, porque la
suspensión es una opción que está prevista en la Carta.
Es que el tema no se
resuelve en la votación. Tenemos que hablar de la solución de estos problemas.
La votación habilita nuevas acciones para poder solucionarlos. Mañana los
países pueden votar que se envíe una misión permanente, que se cree un grupo de
amigos para ayudar en la mediación, algún mecanismo de buenos oficios. Si nada
de eso funciona, entonces habría otras vías.
Y entonces se abre la
posibilidad de la suspensión de Venezuela, aunque sea la última vía.
El camino es demasiado largo
y tortuoso como para llevar la última vía a que sea la primera. Tenemos que recorrer
ese camino.
Pero si usted le pregunta a
la oposición venezolana, le dirá que el tiempo es importante, porque si el
revocatorio se celebra en 2017 y Maduro pierde, podría dejar a su
vicepresidente al frente, según la Constitución.
Pero hemos sido muy claros
en cuanto al desconocimiento del mandato de la Asamblea Nacional. Maduro
debería estar más preocupado por ganar el revocatorio que por bloquearlo.
Bloquearlo es un acto de deslegitimación absoluta. Y su legitimación de origen
cae por su peso. Sería una situación de facto.
O sea, que no vale con que
lo convoque para enero…
¡Qué enero ni qué ocho
cuartos..! Hoy los plazos dan para que se haga este año. A pesar de todo lo que
se ha hecho. El CNE (Comité Nacional Electoral) se sacó 70 días más. Ahora se
ha tomado otros siete… La democracia no funciona así. Funciona sobre la certeza
jurídica y el respeto de los derechos.
¿Cómo interpreta que el
rechazo de Brasil y Paraguay a que Venezuela asumiera la presidencia rotatoria
de Mercosur (en el momento de la entrevista no, pero el sábado tomó posesión)?
Toda la institucionalidad
continental está pidiéndole a Venezuela que ofrezca soluciones. Cuando se
presenta un informe como el que se presentó en la OEA, son cosas que no se han
dicho en la historia de la organización. Son acusaciones duras, fehacientemente
probabas, contundentes. Nos consta que en Unasur se ha mostrado preocupación
por decisiones tomadas por el secretario general. Hay una demanda general a
Venezuela.
Usted remitió una carta en
mayo en la que llamaba «dictadorzuelo» a Maduro…
Bueno, lo que decía era que
si no atendía la demanda de la gente, del revocatorio, sería un dictadorzuelo.
Bien. Lo que le quería decir
es que no parece que el señor Maduro esté atendiendo las demandas, la suya y la
del continente…
Yo le diría que no lo
esencial. Pero hay cosas que se mueven. Insuficientes, pero se mueven. La
apertura de fronteras, el coordinador de la crisis, la reducción de presos
políticos. Falta la sustancia, pero sería inexacto decir que nada se ha movido.
31-07-16
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