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lunes, 10 de julio de 2017

El avestruz por @ClaudioNazoa


Por Claudio Nazoa


¿Qué escribir? ¿Qué hacer? ¿Qué va a pasar? ¿Adónde vamos? ¿Cuándo terminará esto? Estas son las preguntas con las que hoy vivimos los venezolanos.

En Suiza y en Japón, a pesar del alto nivel de vida, del progreso y la civilización, la tasa de suicidios es altísima. En Venezuela casi no hay suicidios. ¿Saben por qué? Sigan leyendo.

En Venezuela nunca sabemos qué ocurrirá mañana, pasado, esta tarde o dentro de una hora. Esto tiene un nombre. Una palabra que me parece bonita no por su significado sino como suena en boca: incertidumbre.

Incertidumbre parece el título de un vals de Aldemaro Romero. Pero no. Incertidumbre es una expectativa que nos llena de dudas. Es la horrible sensación de no saber qué pasó, qué va a pasar o, peor aún, qué está pasando.

Venezuela es uno de los pocos lugares del mundo en donde sus habitantes viven con mucha incertidumbre. Aquí, tú te desconectas un ratico, quizás porque vas al cine, al teatro o a una cena. Quizás porque lees, escribes o simplemente porque duermes o haces el amor. Y al volver a conectarte todo ha cambiado o está por ocurrir algo. De hecho, cuando atiendes la primera llamada, es probable escuchar la angustia de tu interlocutor:


—¿Te enteraste de lo que pasó?

—Nooo… ¿Qué pasó?… Yo estaba…

—¿Cómo? ¿No has visto los videos? ¡Pana, no seas irresponsable! ¡No apagues el celular! ¡Revisa los Whatsapp! ¡Conéctate a Twitter, asómate en Instagram y en Facebook!

Regañado y medio aturdido, uno se conecta a todo y, por ejemplo, comienza a ver videos de matones asaltando la AN quienes, ante la indiferencia de la Guardia Nacional, secuestran y golpean salvajemente a diputados elegidos por 14.000.000 de venezolanos. Hay que estar claros: cuando una turba de comunistasfascitasocialistas de la SS del PSUV agrede salvajemente a nuestros parlamentarios, también está agrediendo a los 14.000.000 de venezolanos que los elegimos.

Al mismo tiempo que estos enajenados comunistas golpean y secuestran impunemente, en el este de Caracas, cual si fuera una situación concebida por Lewis Carroll, Kafka o García Márquez, un avestruz escapa del zoológico y, desorientado y asustado, corre por las calles del municipio El Hatillo.

No hagan como el avestruz que corre desorientado y esconde la cabeza para no enfrentar el peligro.

¿Será que Dios le ha enviado un mensaje a los indiferentes?

Y respondiendo a la pregunta de por qué aquí nadie se suicida. Es porque en Venezuela, nadie se quiere perder el final que ya está cerca.

10-07-17




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