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sábado, 15 de julio de 2017

Un día por la esperanza: #16Jul por @mirlamargarita


Por Mirla Pérez


Han pasado más de 100 días de protesta. Cada momento pesa porque han sido días duros, soportados en la base sólida que da la decisión de todo un pueblo de tomar la calle en desobediencia civil. El dilema se va evidenciando: o quedamos en un régimen que atenta contra la convivencia y propone el sometimiento a partir del hambre hasta llegar a la sumisión política o construimos una vía socio-política que nos permita el restablecimiento de la democracia y la libertad e, incluso, la posibilidad de poder comer.

El paso de una experiencia de sometimiento a otra de libertad, implica un mundo de decisiones con raíces culturales muy fuertes. Esto es, para poder someter se necesita tener un pueblo dócil, sumiso, manso, sometido a la dictadura, estas serían garantías de dominación, pero cuando la democracia no es sólo un sistema político sino un modo de vida le coloca una enorme barrera al sometimiento.

En este sentido, en Venezuela la democracia, como realidad política y de convivencia puede ser perfectible, pero tiene la virtud de garantizar la distinción y la libre determinación del pueblo. Después de más de 100 días de protesta y de una auténtica rebelión popular, nos asalta la inquietud de poder saber qué ocurrirá en el futuro inmediato. No podemos predecirlo, pero seguramente lucharemos con constancia y determinación hasta restituir la democracia.

Hablando en estos días con una mujer muy humilde de más o menos 45 años de edad, de procedencia étnica wayú, me decía (parafraseo): “para mí es muy importante la historia, la que me cuentan mis abuelos y la que he vivido. Yo puedo decir que esto que estamos viviendo en Venezuela no había ocurrido nunca. Los pobres hemos tenido muchas limitaciones, pero no hambre, cuando alguien tenía una necesidad, la familia o la comunidad acudía en tu auxilio, hoy nadie puede ayudar al otro porque todos estamos padeciendo la misma pobreza y la misma hambre. ¿Cómo ayudo yo al otro o cómo el otro me ayuda a mí? Esto ha afectado la manera como nos hemos relacionado hasta ahora, por eso yo no quiero este sistema de vida, yo quiero que esto cambie. Ni Gómez, ni Pérez Jiménez fueron tan feroces como estos. En ese tiempo había comida, había toques de queda, pero luego vino la democracia, podíamos elegir a un nuevo presidente cuando el que estaba lo hacía mal. Con este gobierno tenemos ya muchos años y no logramos cambiarlos. Por eso voy a votar el domingo 16. Los diputados que yo elegí dicen que esa es una manera de decirle a los que gobiernan que no los queremos y que hemos decidido decirles que se vayan. Nosotros, el pueblo, tenemos el poder y ellos no pueden seguir haciendo lo que les da la gana…”


Esta conversación fue muy reveladora para mí como investigadora e interesada por comprender el devenir socio-político de nuestro país. En cada palabra que iba pronunciando caía el prejuicio que se tiene del venezolano popular, según el cual: no tenemos memoria, no hay aprendizaje social, somos un montón de sumisos.

Cuando en realidad lo que se muestra en el relato es un gran sentido de la historia, una vivencia de la democracia que permite mirar la alternancia en el poder y el derecho a la rebelión, y una convivencia basada en la solidaridad que en la mayoría de los casos ha funcionado como la más expedita “seguridad social”, que hoy es atacada desde sus cimientos por este régimen totalitario.

Mi amiga, aunque no lo dice, sabe diferenciar entre democracia y dictadura y sabe, además, que esta última es distinta a la que hoy nos domina. ¿Intuye la existencia del totalitarismo o de un proceso más radical de sometimiento? Como lo intuye quiere frenarlo por eso no está de acuerdo con la constituyente. Agrega en la conversación: “la constituyente es algo que Maduro quiere hacer para quedarse gobernando por tiempo indefinido y someternos a todos con el hambre…”

Esta experiencia tan importante en la que todo un pueblo lucha contra la dictadura y ésta trata de imponerse, ha favorecido que algunos hayan sacado lo peor de sí, porque han hecho suya la maldad de un régimen y desde allí han construido política, pero, al mismo tiempo, esta lucha ha permitido que el pueblo, en general, muestre su realidad más radical: la lucha, la constancia, la decisión, la rebeldía y su capacidad de soñar basada en la esperanza y solidaridad.

Para cerrar, quiero dejar como testimonio la reciente acción de valentía de una comunidad como el barrio La Lucha, que a pesar del hambre (he visto como sus habitantes buscan en la basura algo que comer), con una gran dignidad y audacia sacaron a los agentes del régimen que llevaban el Clap y les chantajeaban de no seguir recibiendo el “beneficio” si no votaban en la constituyente. Los propiciadores del hambre amenazan con ella, pero la gente no permite que esto siga ocurriendo.

Desde nuestro pueblo sobran las razones para tener esperanza. Decisión y valentía, eso es el 16 de julio…

13-07-17




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