Miguel Méndez Rodulfo 31 de julio de 2015
Tales son los calificativos peyorativos
que los laboratorios de propaganda sucia del régimen inventan, para justificar
la “guerra económica que la derecha tiene contra el gobierno”. El asunto que
estos no son potentados. Los primeros, los comerciantes que se dedican a vender
licores, han sido atacados en la integridad de su gremio; el Presidente de la
Federación de Licorerías de Venezuela, Fray Roa, ha sido detenido
arbitrariamente por los cuerpos de seguridad y recluido en un calabozo, todo
por denunciar ante la opinión pública nacional e internacional, la falta de
divisas para pagar deudas con proveedores e importar insumos para darle
continuidad a la producción, sobre todo de cerveza. Polar ya anuncia cierres de
plantas en agosto cuya reactivación tardaría semanas en arrancar de nuevo, pero
si se agrava el suministro de billetes americanos, estas factorías cerrarían
definitivamente. Las imputaciones del gobierno contra el dirigente gremial son
tan peregrinas como que: “¿quién es Fray Roa para que lo entreviste CNN?” “Se
trata de una campaña para poner a la gente contra el gobierno” “Roa fue citado
y no compareció por talar árboles injustificadamente”. Todo esto lo que busca
claramente es atemorizar e impedir las denuncias que revelan la incapacidad del
gobierno para solucionar los problemas de escasez.
Los bachaqueros, asi como los
guardacupos ahora y los raspacupos (antes, cuando estos estaban en su apogeo)
son actividades fomentadas por los controles de precios, lo que significa, en
otras palabras, que son los puestos de trabajo que el régimen ha creado en
estos 16 años de mal gobierno. El problema es que tal creación se ha vuelto
contra su progenitor. Los bachaqueros, esos disciplinados revendedores, que
madrugan para aprovechar la venta de productos regulados en los supermercados
privados, también actúan en masa contra Mercal y Pdval, acaparando productos
que luego no llegan a los consumidores de esos centros de abastecimiento
públicos. Como es bien sabido los controles de precio y cambiario, generan de inmediato
un eficiente mercado negro. Pero no son los bachaqueros pequeños, que actúan en
forma individual, los que hacen más daño; son los grandes, coludidos con
funcionarios públicos que disponen la salida de alimentos de los almacenes
controlados por el gobierno, los que realmente hacen mella en la cadena de
distribución. Son miles de millones que se ganan fácilmente, en mafias
articuladas. Contra eso el gobierno nada pueda hacer, pero entre tanto
vilipendia a los revendedores cuyo oficio es hacer cola todo el día, ganándose
un buen dinero, pero que no se compara con el bachaquero mafioso que se
embolsilla 20 veces más, por pertenecer a una rosca.
En esta guerra declarada el gobierno ha
logrado que la clase media y también muchos sectores populares detesten a estos
avispados revendedores, que en vez de compararlos con esos insectos voladores,
los mientan como las colonias de heminópteros que caminan cargados en fila,
cuya característica son unas antenas lameladas abiertas y unos ojos
superpuestos. Lo cierto es que estos emprendedores, nos guste o no, cumplen
también una función social: permiten que los que no puedan hacer cola por
motivos de trabajo, enfermedad, edad, etc., puedan acceder a los alimentos y
productos que deseen consumir. Ciertamente, no al precio regulado, ni tampoco
al valor que muchos consideran justo, aunque con esta inflación galopante en
que semana a semana sube el costo de los alimentos y productos, ya no hay una
noción de la justeza de precios. La realidad es que, sin los controles de
precios, se recuperaría la producción nacional, y si se crean mecanismos de
respeto al sector privado y se unifica el dólar, seguramente volvería la
confianza y los precios escandalosos de hoy serían más bajos. En este escenario
no habría bachaqueros. Claro, ello sería con otro modelo económico, algo que
este gobierno no está dispuesto a modificar.
Caracas, 31 de julio de 2015
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