Por José Domingo
Blanco, 21/08/2015
Atendiendo a las
sugerencias de algunos lectores que se han comunicado conmigo para exhortarme a
escribir cosas positivas y esperanzadoras sobre el país, decidí aceptar lo que
para mí, en este momento, constituye un verdadero reto. Y comencé a buscar esas
noticias o situaciones de las cuales los venezolanos pudiéramos sentirnos muy
orgullosos. Debo confesarles que, en un principio, luego de someterme a un
repaso mental de los acontecimientos, mis resultados no fueron nada
alentadores. Y eso me alarmó. Pero, como no podía darme por vencido tan
rápidamente, decidí que lo más prudente –y más objetivo- sería preguntar entre
mis allegados, conocidos y amigos para que fuesen ellos y no yo, quienes
dijeran las cosas que los hacen sentirse orgullosos del país y de nuestro
gentilicio.
Así, con ese nuevo
propósito, y la finalidad de brindarles a todos una lectura llena de optimismo,
me lancé a la tarea de realizar una pequeña encuesta, para comprobar si mis
“sensaciones” tenebrosas y oscuras del país eran tan solo un asunto de
percepciones sesgadas, producto del Imperio Yanqui, capaz de torcer el rumbo
feliz, de una nación que ocupa en ese ranking, los sitiales de honor.
Sin preámbulos ni
introducciones, comencé a preguntarle a la gente que conozco, y a los que no
también, cuáles cosas, en este momento, les hacen sentirse orgulloso de
Venezuela. La verdad, no me sorprendieron las primeras reacciones que obtuve:
caras de asombro, sorpresa, pensativas y silenciosas fue lo que abundó durante
mi cuestionario improvisado y para nada apegado al método científico. La
pregunta “los dejaba en el sitio”. Es más, debo confesarles que, con la mayoría
de las respuestas de mis “consultados”, me entraba un fresquito al comprobar
que no soy el único que siente que en el país no existe nada con lo que
pudiésemos presumir ante el mundo hoy día. Me sorprendió constatar, por
ejemplo, que nadie mencionó, como en otras ocasiones, los clichés de siempre.
Ya ni siquiera el Miss Venezuela salió a relucir. La gente se quedaba pensando,
largo rato, dándole un repaso mental a la lista de cosas, para intentar
enumerar aunque fuera un buen atributo…Pero, nada. No había nada. No se les
ocurría nada…No encontraban nada.
Para no darme por
vencido, en mi afán de búsqueda de buenas y enaltecedoras noticias –que, estoy
de acuerdo, nos hacen falta a todos- reformulaba la pregunta. Algunos, nacidos
en otras naciones pero con muchos años en Venezuela, insistían que este sigue
siendo el mejor país del mundo porque “además de sus paisajes hermosos, aquí
reina la anarquía y todos pueden hacer lo que les da la gana”. Triste realidad,
que sólo aprecian quienes vienen de cumplir en sus países de origen con las
normas y leyes que los obligan a comportarse como debe ser.
Otros, después de
mucho cavilar, sacaron a relucir a nuestros peloteros en las grandes ligas. Y
es verdad. Esos muchachos han sabido llevar las camisetas de los Tigres de
Detroit, Medias Blancas de Chicago, Cerveceros de Milwaukee, Yankees de New
York y los Mets de ídem ciudad, poner el nombre de sus equipos en alto… En cada
uno de esos equipos americanos hay, por lo menos, un venezolano que está
destacándose…pero, allá, en el norte. En el país de Obama. En el Imperio desde
donde, según Maduro, se gesta la escasez y el bachaqueo que padecemos.
La misma persona
que recordó a los grandes ligas, se atrevió incluso a mencionar a Pastor
Maldonado y Ruben Limardo; pero, luego, otros de los que escuchaban sus respuestas,
le refutaron esas nominaciones porque afloraron las vinculaciones con el
régimen de ambos deportistas y, por ende, eso les hacía perder méritos. Ni
siquiera la medalla de oro de Limardo en la esgrima, lo salvó de la exclusión
de la lista de “Motivos para sentirnos orgullosos de Venezuela”. “Ese muchacho
va como diputado por el Psuv, y ya vemos lo que pasa cuando se mezcla deporte y
política”.
Pero, mí
encuestado, el optimista, insistía: “quítense los lentes políticos para que
vean que sí hay cosas buenas. Si no son los deportistas, piensen en los rones
venezolanos. El chocolate. Esos ganan concursos internacionales y su calidad no
tiene nada que envidiarle a los mejores del mundo. Piensen en El Sistema, esos
músicos que en cualquier escenario que pisan, dejan el nombre del país en el
alto”. Y tuve que concederle razón, aunque al rato me contó que en días
pasados, un motorizado armado, lo “conminó” a entregarle el reloj… ¡Ah, esas
paradojas de la venezolanidad!
Sin embargo, la
respuesta más interesante la recibí de alguien que, sin titubear, me dijo:
“para que puedas sentirte orgulloso del país en este momento, tienes que
volverte chavista, pensar como chavista, vestirte como chavista. Entonces, solo
en ese instante, comenzarás a ver cosas buenas en Venezuela. Habla con un
chavista para que veas que la Venezuela de ellos no está jodida. En la
Venezuela donde ellos viven, no hay escasez, ni malandros, porque están
disfrutando de todo lo que este régimen les provee. Y el régimen les provee el
caldo de cultivo perfecto para que la vagabundería, la flojera, la viveza, la
trampa prolifere. Ya no es un asunto de que tenemos un clima maravilloso y unos
paisajes perfectos. De qué nos sirve tenerlos si no podemos salir a
disfrutarlos, si no es por costoso, es por el estado deplorable de las
carreteras y si no es por las carreteras, es por el temor a que te maten en
ellas. Este país está jodido Mingo. Y si quieres sentirte orgulloso de él, la
única solución es esa: métete a chavista”.
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