Por Maximiliano Donat, 02/01/2016
Iniciare con una frase oriental “Deja de hacer el mal
y comienza hacer el bien”, no creo que exista venezolano, sin importar si es o
no creyente de alguna religión o dogma, que no sepa lo que está mal y lo que
está bien.
Partiendo de esa certitud quiero que como ciudadano
reflexionemos en cuanto a la forma en como hemos ido dando espacios a todo
aquello indecente, deshonesto y mal hecho que nos ha traído los lodos que hoy
nos ahogan.
Desde el mismo momento que entregamos confiadamente a
personas o ciudadanos comunes pero investidos por nosotros mismos con la
autoridad para gobernar, dirigir y administrar nuestra cotidianidad, colocamos
en sus manos la decisión de vida de nuestras familias.
Le hemos entregado la política al Estado y nuestros
intercambios de bienes al mercado, a partir de allí ¿que nos ha quedado?
Posiblemente apenas las relaciones entre nosotros como ciudadanos, pues las
políticas las deciden otros y lo que podemos adquirir y que adquirir lo decide
el mercado.
Recuperar la política es decirle al Estado y al
mercado que nos devuelvan el control sobre nuestros vínculos y sobre nuestras
decisiones y el primer paso para que esto ocurra de manera beneficiosa para
todos es anteponiendo la decencia a todo acto político y de mercado.
Cuando en una sociedad hay miseria, violencia,
inseguridad y pobreza es porque claramente ha fracasado la política y el
mercado, y estos fracasan cuando intentan controlar el bien (que por naturaleza
somos), la decencia y la honestidad haciendo mal las cosas.
Como ciudadanos debemos recuperar el hecho ineludible
de que la política y el mercado son herramientas necesarias que el intelecto
humano creo para relacionarse y convivir en paz y opulencia, pero esto no puede
ocurrir si la política y el mercado actúan o son herramientas de deshonestos e
indecentes que simplemente traen necesidades e injusticias a la sociedad.
Debemos como ciudadanos comprender que esos errores
son nuestros, pues a ellos les hemos entregado la decisión de nuestras vidas y
formas de vivirla. No hay verdades únicas, ni luchas finales, pero aún es
posible orientarnos mediante las verdades posibles contra las no verdades
evidentes y luchar contra ellas. Como ciudadanos podemos ver parte de la verdad
y no reconocerla. Pero es imposible contemplar el mal y no reconocerlo.
Ante la indecencia de la política partidista y el
mercado impúdico, vivimos una época opaca, donde más que nunca “la moral y
luces son nuestras primeras necesidades”. El Pueblo hoy es apenas una
definición constitucional que no tiene decisión o decide muy poco.
Hoy la democracia venezolana se ha vaciado de
contenido. Se ha reducido al voto y la política parece un juego de actores
contratados para hacer mal un papel y que lo critiquemos los ciudadanos. En
cada elección nos inducen a creer que nos jugamos la democracia en las leyes
electorales, en quién podrá y quién no podrá ejercer el voto, en el contenido
de las constituciones, en el desarrollo de un reglamento. Pero no es verdad. De
nada valen la mejor ley electoral, la mejor constitución, la inclusión política
absoluta de todos los seres humanos que viven en un territorio, si no hay una
política decente y honesta para repartir de manera igualitaria los derechos y
las obligaciones de la vida compartida como ciudadanos de este País.
Finalmente una reflexión para iniciar este año de
retos y posibilidades de cambios. La indecencia y la deshonestidad duelen, la
decencia y la honestidad te dan paz, entonces pregúntale a tu dolor de donde
viene, sino no lo haces, éste sencillamente será improductivo y no lograremos
el cambio de las políticas partidistas y de mercado que como reto tenemos este
2016.
Seguimos nuestro camino por un País de Ciudadanos
recuperando la decencia y honestidad de los municipios por y para sus
habitantes.
Maximiliano Donat
Coordinador Nacional OngDeCiDo
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