Por Claudio Fermín
Fuimos convocados a elegir
diputados a la Asamblea Nacional. Pero el país fue empeorando y prevaleció la
urgencia de protestar la pésima conducción de los asuntos públicos.
Fue así como en vez de evaluar quiénes representaban mejor a municipios y estados por conocer cabalmente sus problemas, una marejada de votos reclamó cambios políticos y económicos a los cuatro vientos.
Fue así como en vez de evaluar quiénes representaban mejor a municipios y estados por conocer cabalmente sus problemas, una marejada de votos reclamó cambios políticos y económicos a los cuatro vientos.
El voto mayoritario se expresó por la opción más conocida y segura, por aquella que había puesto el acento en ponerle un parao a los abusos del gobierno.
Escoger los candidatos más representativos o más comprometidos con la región quedó postergado frente a la urgencia de fortalecer el bloque que garantizaba un Parlamento que se opusiera al continuismo de políticas fracasadas.
La voluntad mayoritaria quedó claramente expresada. Nada pudo la regaladera, las amenazas ni la multimillonaria campaña propagandística. Diarias cadenas presidenciales y minicadenas llamadas Noticiero de la Patria tampoco convencieron a los venezolanos de que somos una potencia en la que reímos de felicidad.
Queremos que se acabe la impunidad con que malandros, traficantes y sicarios diezman el país. Ya son 27.000 asesinatos al año. Las bandas se multiplican. Los pranes se jactan de su poder. Las policías y los tribunales corrompidos.
El Gobierno nada ha hecho contra esa peste y las masacres se multiplican en todas partes. La nueva Asamblea tiene que aprobar soluciones para enfrentar y vencer la inseguridad.
Largas colas para comprar alimentos han mantenido secuestradas a millones de amas de casa desde hace dos años. Y todo porque expropiaron fincas y empresas, persiguieron y matraquearon comerciantes. Arrinconaron a la gente de trabajo y hoy no se produce casi nada. Todo se compra afuera. Para ñapa, desaparecieron los dólares y no hay con qué importar.
Hay colas porque no hay producción. La nueva Asamblea Nacional está obligada a aprobar condiciones para que se creen empresas, para que renazca la producción, para que haya abastecimiento y mejore la calidad de vida.
Ahora resulta que el Gobierno -que no ha sido capaz de garantizar seguridad ni abastecimiento- se dedica a sabotear la instalación de la Asamblea y a desconocer la voluntad popular. Ni lavan ni prestan la batea.
31-12-15
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