Luis Manuel Esculpi 04 de julio de 2017
@lmesculpi
El
atropello es condecorado, la tropelía aplaudida. El salvajismo enaltecido, la
brutalidad ensalzada. La vileza y el ensañamiento engrandecido. La civilidad
agredida y agraviada. Muestran su verdadero rostro, la fachada democrática se
desvaneció. Le fue útil mientras fueron mayoría. El demócrata demuestra su
verdadera condición cuando está en minoría. Las normas que antes promovieron le
resultan incómodas. De nada sirven ideales o propósitos nobles alguna vez
izados como banderas, ahora resultan
inútiles. Los obsesiona la permanencia en el poder. Se resisten a considerarlo
efímero. Pretenden convertir en axioma una consigna. Lo de llegar para quedarse
es solo eso un slogan, no una realidad. Lo del pluralismo era un artilugio, el
pensamiento único es su anhelo. Tienen el sol al dorso. Se resquebraja el
edificio. Añoran el monolitismo. La desconfianza recorre su estructura. Huyen
hacia adelante pretendiendo ocultar el desespero. La ausencia de pueblo es evidente. La pérdida
de respaldo internacional también. Los recursos son cada vez más escasos. Solo
les queda un soporte. Lo halagan, privilegian y aceptan el tutelaje porque constituyen su sostén.
En
lugar de protegerla agreden la máxima representación de la soberanía
popular. La violación de los Derechos
Humanos se ha convertido en tragedia cotidiana. Existen testimonios gráficos y
fílmicos de verdaderas escenas de horror. Han degradado las instituciones. El
repudio a su comportamiento es generalizado. Todos los estudios de opinión
registran el inmenso rechazo al gobierno y al fraude de la constituyente. El
discurso y los actos aparentan fortaleza para disimular las terribles
debilidades.
Cuando
condecora o asciende a Generales que han sido imputados por el Ministerio
Público o al ahora famoso Coronel que agredió al Presidente del Parlamento,
Maduro glorifica su actuación cuando afirma : ” enfrentó la osadía, la
insolencia, de este señor Julio Borges”.
Entre tanto presentaba un vídeo donde se burlaba del ignominioso
incidente protagonizado por el recién condecorado Coronel, casi simultáneamente
hacia gala de un descaro ilimitado al llamar a dialogar y manifestarse
partidario de La Paz.
Un
aspecto definitorio de los regímenes democráticos modernos lo constituye el
control civil sobre el estamento militar, el madurismo ha invertido los roles,
acentuando el militarismo y con complicidad de sectores de la máxima jerarquía
han contribuido al desprestigio de la institución armada, en otrora gozaba de
la más alta estima de la sociedad, junto a la iglesia y el empresariado.
Si
bien es cierto, que en la brutal ofensiva represiva han participado
esencialmente la Policía Nacional e importantes unidades de la Guardia
Nacional, la actuación de ese componente ha salpicado al resto de la FAN,
quizás porque la opinión pública no hace siempre la distinción. Las causas
del descenso en la reputación de la Fuerza Armada no son recientes y no
se limitan a la actuación de la GN, la numerosa presencia de oficiales activos
y en situación de retiro al frente de las políticas gubernamentales y el
estruendoso fracaso de régimen, como es lógico suponer arrastra consigo
necesariamente a la institución armada.
Esa
realidad puede comprobarse porque desde distintas instancias gubernamentales se
realiza un riguroso seguimiento a las redes sociales, sin la pretensión de
idealizarlas, ni mucho menos asumir las posiciones extremas que allí se
manifiestan, no se pueden despreciar las opiniones vertidas, coincidentes con
los resultados de encuestas y con variadas expresiones trasmitidas en programas
de radio y televisión o a través de artículos en la prensa escrita o en medios
virtuales.
Los
abundantes comentarios surgidos a partir de la bochornosa conducta del oficial Bladimir Lugo (así se
escribe) en la sede de la Asamblea Nacional se puede concluir, sin exagerar,
con apenas una somera revisión de las reacciones ante el nefasto incidente
donde el fue principal protagonista, que
este Coronel a diferencia de el de la novela de Gabriel García Márquez si tiene
quien le escriba.
Luis
Manuel Esculpi
@lmesculpi
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