Francisco José Virtuoso SJ Jueves, 31 de enero de 2013
fjvirtuoso@ucab.edu.ve
La asfixia política amenaza gravemente a toda la
sociedad, no solo a los partidos de oposición. Amenaza a los familiares de los
presos que reclaman justicia y al empresario que es acusado arbitrariamente de
acaparador. La amenaza es colectiva
En el país existen distintas visiones
sobre qué es democracia, qué modelo económico nos conviene, cuál es la vía más
expedita para salir de la pobreza, etc. Hay suficiente base empírica, para
concluir que en Venezuela existe un mosaico ideológico que se sostiene sobre un
conjunto de creencias comunes que forman parte de nuestra cultura política. Esa
variedad se enarbola también por una gama amplia de partidos políticos, voceros
independientes, líderes sindicales, etc. Esa heterogeneidad es clara y
manifiesta en el mundo de la oposición política y, a pesar de los esfuerzos del
liderazgo oficialista por homogeneizar la identidad de su militancia, es
posible observar también diversidad de posiciones en ella.
Podemos ir un poco más allá y decir
también que esta variedad no ha coexistido pacíficamente. Al menos desde 1936
la confrontación y el debate de ideas toman abiertamente la calle y los medios
de comunicación. El trienio 1945-1948 fue especialmente intenso en cuanto a la
confrontación ideológica. El régimen de conciliación de elites, por más que
intentó conciliar, como su nombre lo indica, siempre dejaba saltar más de un
chispazo. En la última década del siglo XX la confrontación se agudizó más,
saltando hacia la polarización en los dos primeros años del siglo XXI.
La polarización consolidó la hegemonía
del chavismo-bolivariano hacia el 2004 y debilitó las posibilidades de los
partidos de oposición para acceder al poder, a la vez que justificó un amplio
conjunto de prácticas excluyentes por parte del Estado, que poco a poco se
fueron imponiendo como norma de aplicación común.
En los tiempos que corren la
polarización ha cobrado un matiz par- ticular. lo que nos divide y enfrenta es
la forma peculiar en que manejan y controlan el poder quienes lo detentan y
representan. Se trata de una nueva oligarquía que en nombre de determinados
principios (la patria, los pobres, la revolución, la soberanía, el
bolivarianismo, etc.), dictamina qué es lo conveniente, lo bueno, lo correcto.
Sin escuchar a más nadie, desmoralizando y denigrando a quien se atreva a decir
lo contrario y, lo que es peor, sancionando a quienes se atrevan a pensar
distinto. Como diría recientemente Alberto Barrera Tyszka, se trata de una
privatización salvaje del Estado y de sus instituciones.
Esta asfixia política amenaza
gravemente a toda la sociedad, no solo a los partidos de oposición. Amenaza a
los familiares de los presos que reclaman justicia y al empresario que es
acusado arbitrariamente de acaparador. La amenaza es colectiva. Por eso la
reivindicación a la libertad, el respeto a la disidencia y la exigencia de
justicia debe ser una bandera nacional.
aqui no hay tal mosaico ideologico aqui lo que hay es una dictadura castrista
ResponderEliminarEl siguiente párrafo del artículo retrata tu opinión:
Eliminar"En los tiempos que corren la polarización ha cobrado un matiz par- ticular. lo que nos divide y enfrenta es la forma peculiar en que manejan y controlan el poder quienes lo detentan y representan. Se trata de una nueva oligarquía que en nombre de determinados principios (la patria, los pobres, la revolución, la soberanía, el bolivarianismo, etc.), dictamina qué es lo conveniente, lo bueno, lo correcto. Sin escuchar a más nadie, desmoralizando y denigrando a quien se atreva a decir lo contrario y, lo que es peor, sancionando a quienes se atrevan a pensar distinto. Como diría recientemente Alberto Barrera Tyszka, se trata de una privatización salvaje del Estado y de sus instituciones."