Leonardo Fernández 09 de agosto de 2015
Corría el año 1987 cuando Augusto
Pinochet, con 14 años en el poder convocó un plebiscito para prolongar su
mandato; la convocatoria se hizo en el marco de la ilegalización de los
partidos políticos, la prohibición de reuniones públicas, y la inexistencia de
prensa independiente. Pinochet legalizó los partidos para aparentar normalidad,
pero con pocos meses para enfrentar unas elecciones contra una dictadura hubo
dudas sobre si participar en ellas era lo indicado.
En aquellos días, una parte importante
de la oposición a Pinochet argumentaba y no con poca razón, que ir a unos
comicios amañados, contra una dictadura, con desventaja en los medios y con una
estructura partidista apenas en formación era un suicidio, pero otro grupo
terminó imponiendo un espíritu de esperanza, que confió en que la voluntad del
pueblo sería tan inquebrantable, que todas las desventajas serían superadas. Al
final quienes decidieron participar tuvieron razón y la dictadura cayó con el
peso de millones de votos.
En la actualidad, Venezuela se encuentra
ante la misma paradoja, las condiciones sociales, políticas y económicas del
país han dado como resultado unas ansias de cambio que representan la mejor
oportunidad de las fuerzas democráticas en 16 años. A pesar de ello, el control
institucional sobre todos los poderes públicos, el asedio a prensa y un
organismo electoral visiblemente parcializado, hacen que muchos aleguen que la
participación en las venideras parlamentarias será una pérdida de tiempo.
Afortunadamente en todos los sondeos de
opinión recientes, la voluntad de participar en los comicios del 6-D supera el
80%. Sin embargo, no es raro escuchar comentarios, tanto en privado, como en
público, sobre la imposibilidad de obtener un triunfo este diciembre. Quienes
trabajamos por el cambio nos topamos con razonamientos como: “ellos no van a
dejar que ganemos la Asamblea”, “La trampa está montada” o “dictadura no sale
con votos”.
Trajimos a colación el ejemplo de lo
vivido en Chile, para demostrar que aún en el peor de los escenarios, y contra
una dictadura criminal, la voluntad de un pueblo, bajo la conducción de unos
líderes responsables, se impusieron y lograron una victoria que dio al traste
un régimen de 17 años. Los venezolanos tememos la oportunidad de colocarnos del
lado de la razón, la justicia, la libertad y aprovechar esta oportunidad de oro
para lograr un triunfo que dé inicio a los cambios necesarios para salir del
abismo donde nos colocó el gobierno.
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