Luis Manuel Esculpí 01 de diciembre de 2015
A
medida que se aproximaba la fecha electoral su argumentación y estrategia
sufría algunas variaciones significativas, manteniendo una constante: la
utilización de la imagen del ex presidente y sus discursos como el arma
principal para intentar recapturar el prestigio perdido, y enfrentar el
distanciamiento del pueblo que antes los acompañó.
Inicialmente
se propusieron trasmitir la sensación de victoria, no les funcionó porque todos
los estudios de opinión (¡hasta Shemel!), presentan resultados que negaban tal
posibilidad. Luego intentaron "tocar la sensible tecla del
nacionalismo" reivindicando un problema que habían descuidado como el de
Guyana y al no resultarle, con el mismo propósito plantearon el tema de las
relaciones con Colombia junto a la eterna cantilena contra el imperialismo.
En la
primeras de cambio junto a trasmitir la especie de seguridad en el triunfo,
intentaron dividir la oposición inventando una supuesta "tercera
vía", luego hablaron de un margen regular de ventaja y ya al final de la
campaña, en contradicción con anteriores afirmaciones, declaran que la brecha o
la diferencia en favor de la oposición comenzaba a cerrarse.
En los
últimos días han cifrado sus esperanzas y su pretensión de "reducir la
brecha" en dos ejes temáticos: por un lado, generar la confusión en el
electorado opositor a través de la burda y asquerosa maniobra con la tarjeta
del MIN y su ubicación en el tarjetón, por otra parte intentan amedrentar e
infundir temor con la acciones agresivas y violentas contra actos de dirigentes
de la Mesa de la Unidad. Esas variables tampoco pareciera le están produciendo
los resultados esperados.
Se
registra en todas las encuestas una amplia voluntad de participación, si
tomamos en cuenta que estas son unas elecciones donde por tradición, no sólo en
nuestro país, sino en el mundo, por lo general se observa una alta abstención.
La
campaña por difundir la ubicación en la esquina de abajo y a la izquierda de la
tarjeta de la MUD se ha intensificado y sobre todo en la comunicación
interpersonal parece surtir efecto y disminuir la confusión de la vulgar
patraña que el gobierno ha propiciado.
Es bastante discutible si el "dakazo"
en las anteriores elecciones constituyó el elemento decisivo en los resultados,
aunque no hay lugar a dudas, que alguna incidencia importante tuvo. Anunciaron
el fin de semana pasado, justo ocho días antes de las elecciones, la
instalación de 5000 Megamercales en todo el país, apenas pudieron montar unos
pocos; lo que provocó indignación y protesta en diversas ciudades.
Algunos
"analistas" distantes del oficialismo especularon que la Megatorta
constituiría un supuesto plan para provocar manifestaciones violentas y así
tener el pretexto para suspender los comicios.
Lo que
demostró nuevamente ese estrepitoso fracaso es la inmensa ineficacia e
ineficiencia gubernamental, manifestada en la mayoría de sus ejecutorias, la
matriz de opinión conformada como nueva mayoría hoy se presenta como
irreversible y a esta altura no hay dakazo que valga.
Nosotros
no somos ilusos, mas "también jugamos" sabemos de antemano que la
brecha que hoy existe, no necesariamente, será la misma que se expresará el
próximo domingo. Todo indica que se vislumbra un escenario donde las fuerzas
democráticas obtendrán una amplia mayoría de votos, y obtendrían igualmente una
sólida mayoría en cuanto al número de diputados, pudiendo estar muy próxima a
la mayoría calificada, sin descartar que ese meta máxima pueda ser alcanzada.
Un
triunfo con esas características no supone, para nada, que inmediatamente como
por efectos mágicos, comenzarán a resolverse los gravísimos problemas que
confrontamos, entre otras razones porque la solución de varios de ellos escapan
a las atribuciones de la Asamblea Nacional. Lo que sí es cierto es que
produciría un cambio sustancial y cualitativo al manifestase electoralmente una
nueva y sólida mayoría, que con una conducción política acertada puede abrir paso
a los cambios que aspira esa mayoría.
A
menudo se abusa al calificar cualquier acto como histórico, en esta oportunidad
estamos seguros de no correr ese riesgo, por lo que al calificar los comicios
de este domingo no dudamos en señalarlos como uno verdaderamente trascendente.
Nunca
antes, durante los últimos tres quinquenios, nos hemos situado en el umbral de
un proceso para cambiar de rumbo, como ahora. Estos días serán decisivos para
definir el porvenir inmediato. Hay que votar y votar bien!
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