Por Jesús María Aguirre
“Misericordia quiero y no
sacrificios” (Oseas 6,6)
Tal vez pudiéramos traducir
esta expresión profética en este momento venezolano como: ¡diálogo quiero y no
revanchas!. Si la arena política cierra las puertas al entendimiento en este
próximo año 2016, pues sobran razones para los malentendidos, sustentados por
los contrincantes en el poder y las apetencias individualistas, otras fuerzas
no deseadas se apoderarán de esta tierra, que de agraciada se convertirá en
desgraciada para unos y otros. ¡Malditos los que están apagando las luces del
adviento, las esperanzas de su gente y las bienaventuzanzas de las nuevas
generaciones!
Nadie tiene puede
apropiarse del corazón de un pueblo como si se tratará de las vísceras de
un animal, arrastrado para el sacrificio de los ídolos del poder totalitario y
o de la economía salvaje.
La revancha, la venganza y la
retaliación nos llevarán de nuevo a una espiral de violencia de una fracción
del pueblo contra otra. Las frases de “we will come back” de quienes
en este momento se sienten vencedores o la de “esta revolución es irreversible”
porque todavía están enquistados en el poder pueden hacer mucho más penoso y
largo este peregrinaje del pueblo venezolano, que una vez más se siente
irrespetado por los cuadros políticos, que no interpretan sus clamores.
Ojalá se haga luz en Venezuela
y más que nunca en esta Navidad, pues las cruces eléctricas ya se han prendido,
pero los corazones siguen aún apagados, los voceros políticos todavía en
oscuridad, los intelectuales vacíos de propuestas, y muchos medios masivos
siguen afincados en la discordia informativa.
Un canto espiritual, inspirado
en los salmos, y que cantaban los esclavos sigue resonando en mi corazón:
“¿Hasta cuándo, Señor, seguirás olvidándonos?”.
Aquí desde el km. 8 de
Carapita, situado en un cerro desde el que se divisa todo Caracas, unido al
Papa Francisco, pido misericordia para toda Venezuela y que las mazmorras abran
sus puertas.
11-12-15
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