Por Juan Marcos Colmenares*, 15/01/2016
“Cuanto más alto estemos situados, más humildes debemos ser”
(Marco Tulio Cicerón)
Cuenta la historia que en la antigua Roma, con la finalidad de
honrar al general que regresaba victorioso de tierras extranjeras, se celebraba
una espectacular ceremonia denominada «il triumphus» (el triunfo). Esa
celebración consistía en una procesión que recorría el camino desde el Campo de
Marte situado a las afueras de la ciudad hasta el Templo de Júpiter, en la
colina del Capitolio. Durante todo el trayecto el general victorioso desfilaba
recibiendo las aclamaciones del pueblo romano, acompañado de un humilde siervo
que sostenía una guirnalda de laurel sobre su cabeza mientras le repetía la
frase «memento mori» («Recuerda que vas a morir», recuerda que eres mortal).
Así le recordaba las limitaciones de la naturaleza humana y su mortalidad,
ayudando al héroe a frenar la soberbia, a inculcarle humildad y a no creerse un
dios.
La victoria de la Unidad y de nuestra clase política, es propicia
para reflexionar sobre la historia anterior y sobre la humildad: Una virtud que
tiene quien está consciente de sus propias limitaciones y debilidades,
independientemente de la posición económica o social. Una persona humilde no
pretende estar por encima ni por debajo de nadie, sabe que todos somos iguales
y que nuestra existencia tiene el mismo grado de dignidad. No es soberbia, no
tiene complejos de superioridad, ni tiene la necesidad de estarle recordando
constantemente a los demás sus éxitos y logros.
Por la MUD votó la oposición, pero también votaron los chavistas
descontentos y los independientes que quieren un cambio. Por eso, en las nuevas
propuestas debe incluirse a todos esos venezolanos, diseñando desde ya una unidad
programática con amplitud y sin sectarismo. La oposición tendrá que saber
administrar esta victoria con prudencia, humildad, sabiduría, inteligencia y
sensatez, porque todos hacemos falta.
Dirigentes políticos han manifestado que se debe manejar este
triunfo con humildad: Chuo Torrealba: El país quería un cambio y lo logró al
vencer democráticamente a un gobierno que no es democrático. Una nueva mayoría
se expresó, pero no llegaremos a la Asamblea a atropellar a la minoría. En este
proyecto cabemos todos, porque es un solo proyecto que se llama Venezuela, la
Venezuela unida. Henrique Capriles: Quiero reiterar tres palabras frente a la
victoria: humildad, madurez y mucha serenidad. Leopoldo López: Administremos la
victoria con humildad y serenidad. Pero no paremos ni un momento en perseguir
el cambio definitivo que tanto demanda el pueblo. Ahora toca materializar el
cambio político, económico y social que permita al país salir de la crisis. Julio
Borges: No puede haber dos Venezuela. No venimos con una factura, no venimos a
una cacería de brujas ni a restregarle el triunfo a nadie. Nosotros somos los
primeros que estamos asumiendo este triunfo con mucha humildad.
Pero toda regla tiene su excepción. Hay políticos que carecen de
humildad, pero les sobra autosuficiencia, arrogancia y soberbia; valores más
propios de los autoritarios que de los demócratas, de los reaccionarios que de
los innovadores. A ellos sería aconsejable repetirle la famosa frase de la
historia anterior usada por Tertuliano (adaptada a Venezuela): «Memento mori. Respice
post te! Mulierem te ese memento» ["¡Recuerda que eres mortal. Mira tras
de ti! Recuerda que eres una mujer” (y no una diosa)]. Una frase que traspasa
el tiempo y el espacio y que una de nuestras mujeres líderes políticos debería
escuchar cada mañana como un mantra, para bajarle los humos y situarla en la
realidad.
*Abogado
Este artículo salió publicado el día 5 de enero del 2016 en el diario El Nacional, La Patilla y en más de 20 páginas web...
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