Miguel Méndez Rodulfo 17 de septiembre de 2015
Los problemas de la gente a que nos
referimos, son aquellos asuntos que agobian a los ciudadanos y que se inscriben
en las prioridades que deben guiar la gestión de gobierno de unos estadistas;
estos es, gobernantes comprometidos con las justas causas de la sociedad. Para
ellos los problemas de la gente son relevantes y persiguen que en su función de
servicio público, estas trabas queden atrás como recuerdos de tiempos superados
por la modernidad gubernativa de los nuevos tiempos. De esta manera, se
comprometen a buscar soluciones innovadoras con el concurso de gente inteligente,
considerando referencias regionales o mundiales que hayan sabido superar estos
problemas, con el apoyo tecnológico que las universidades y academias hayan
puesto al servicio de la gerencia pública, con alianzas con el sector privado y
con la participación de la comunidad organizada, que es lo mismo que decir con
la gente misma.
Las sociedades avanzan cuando hay paz
social, clima político adecuado, inclusión y participación; pero hace falta más
que eso. Se requiere que equipos especializados de trabajo, de alto nivel, en
las distintas áreas de la acción gubernamental, desarrollen un cuerpo de
políticas públicas estructuradas y orgánicas, que guíen la gobernanza en el
mediano y largo plazo. Sólo así, sabiendo para donde se debe ir y cuales
acciones tomar en esos escenarios, es como se ejecuta un gobierno efectivo y
eficiente, algo que por cierto, requiere planificar y planificar, organizar,
coordinar y evaluar la gestión pública. Sin embargo, para que las políticas
públicas no se dispersen o se interfieran, tienen que responder a una visión de
desarrollo que les de coherencia y las articule. De manera que la ciencia
política tira un cable a tierra cuando oferta sus programas de gobierno al
electorado que quiere conquistar y luego cuando formula su Plan de Desarrollo
Económico y Social a la nación a la hora que le toca gobernar. En ambos casos
intenta convertir su ideología y doctrina en propuestas de transformación de la
sociedad, lo cual no es ni más ni menos que insertar al país en las corrientes
de desarrollo que están cambiando al mundo.
Pero también ello significa atender los
problemas de la gente. Así el problema de la pobreza, que desde hace casi un
siglo ha sido superado en el mundo desarrollado, se puede proponer como tema a
concertar entre el liderazgo político del país y comprometerse a superarlo en
dos décadas. Se podría comenzar con los barrios y tomar esas zonas populares
como foco de la acción gubernamental, con un proyecto de gran alcance que
abarque toda la acción pública, el sector privado y la comunidad organizada.
Los grandes problemas requieren grandes soluciones de un liderazgo que tenga
visión de Estado, algo de lo que carece absolutamente el régimen, que es
incapaz de hacer nada de lo que hemos explicado, por causa de su ineptitud, mediocridad
y ausencia de visión, pero también por su mala fé al perseguir solamente
entronizarse en el poder, dividir a los venezolanos, mentir y disfrutar del
poder como si Venezuela fuera una hacienda propia, de la cual son amos
absolutos, menospreciando a la ciudadanía.
Falta muy poco para que este gobierno
nefasto tenga que abandonar el poder. De nada valdrán esos intentos
desesperados por realizar obras que estén a la vista de la gente, muchas de
ellas con años de paralización, que además molestan la circulación de personas
y vehículos. Esta vez no Sr. Maduro, haga lo que haga, las cosas cambiaron, la
gente ya no se traga sus mentiras. Todos queremos que se vayan. ¡Basta ya!
Caracas 17 de septiembre de 2015
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