Por Claudio Nazoa
Esta semana está de perlas
leer la “Fábula de la avispa ahogada” de Aquiles Nazoa. Y es que aún hay gente
brava por allí que, por estar brava, no quiere votar. Craso error. Hay que
salir en masa a votar y después a cuidar el voto.
Es verdad, tenemos todo el
aparataje estatal programado para hacer triquiñuelas. Pero mientras más
personas salgan a votar, más difícil será hacer la trampa. ¡Ganaremos!, pero
para ganar hay que sumar votos. Así que deje la bravura, que la esperanza puede
estar a la vuelta de la esquina; si aún tiene dudas, recuerde lo que acaba de
ocurrir en Argentina
¡Vote bravo, pero vote!
Fábula de la avispa ahogada
La avispa aquel día, desde la
mañana/ como de costumbre, bravísima andaba./ El día era hermoso, la brisa
liviana;/ cubierta la tierra, de flores estaba/ y mil pajaritos los aires
cruzaban.
Pero a nuestra avispa –nuestra
avispa brava–/ nada le atraía, no veía nada/ por ir como iba, comida de rabia.
“Adiós”, le dijeron unas rosas
blancas,/ y ella ni siquiera se volvió a mirarlas/ por ir abstraída, torva,
ensimismada,/ con la furia sorda que la devoraba.
“Buen día”, le dijo, la abeja,
su hermana,/ y ella que de furia, casi reventaba,/ por toda respuesta, le echó
una roncada/ que a la pobre abeja, dejó anonadada.
Ciega como iba, la avispa de
rabia,/ repentinamente, como en una trampa,/ se encontró metida, dentro de una
casa./ Echando mil pestes, al verse encerrada,/ en vez de ponerse, serena y con
calma a buscar por dónde, salir de la estancia,/ ¿sabéis lo que hizo?/ ¡Se puso
más brava!/ Se puso en los vidrios, a dar cabezadas,/ sin ver en su furia, que
a corta distancia/ ventanas y puertas, abiertas estaban;/ y como en la ira, que
la dominaba/ casi no veía, por dónde volaba/ en una embestida, que dio de la
rabia/ cayó nuestra avispa, en un vaso de agua.
¡Un vaso pequeño, menor que
una cuarta/ donde hasta un mosquito, nadando se salva!
Pero nuestra avispa, nuestra
avispa brava,/ más brava se puso, al verse mojada,/ y en vez de ocuparse, la
muy insensata,/ de ganar la orilla, batiendo las alas/ se puso a echar pestes y
a tirar picadas/ y a lanzar conjuros, y a emitir mentadas,/ y así, poco a poco,
fue quedando exhausta/ hasta que furiosa, pero emparamada,/ terminó la avispa
por morir ahogada.
Tal como la avispa, que cuenta
esta fábula,/ el mundo está lleno, de personas bravas,/ que infunden respeto,
por su mala cara,/ que se hacen famosas, debido a sus rabias/ y al final se
ahogan, en un vaso de agua.
30-11-15
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico