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viernes, 13 de enero de 2017

¿Hacia dónde vamos?, por @Bhorande



BERNARD HORANDE 12 de enero de 2017

De acuerdo a un conocido relato, el piloto de un avión le anuncia en pleno vuelo a sus pasajeros que tiene dos noticias que darles. Una mala y una buena.

“Comienzo por la mala…”, dice, “hemos perdido el rumbo y no sabemos hacia dónde vamos…”.

Por supuesto, todos los pasajeros entran en pánico, y sólo esperan escuchar la noticia positiva.

En tono tranquilizador, el piloto continúa:

“Y ahora la buena noticia: a pesar de qué no sabemos adónde vamos, lo cierto es que lo estamos haciendo rapidísimo, es más… ¡este avión ya ha superado su record histórico de velocidad!”.

Así parece estar andando Venezuela. Sin rumbo, y velozmente hacia una catástrofe total.

El año 2016 fue, en lo político, frustrante. Las enormes expectativas creadas sobre la salida de Nicolás Maduro de la Presidencia de la República y la convocatoria a elecciones, se vieron anuladas. Se juntaron la imposición de decisiones ilegales, ilegítimas e inconstitucionales del Tribunal Supremo de Justicia – TSJ, y del Consejo Nacional Electoral – CNE, con una pléyade de pésimas decisiones por parte de la oposición venezolana organizada en la Mesa de la Unidad Democrática – MUD.

Obviamente, la crisis social y económica no hizo sino agravarse hasta llegar a niveles nunca vistos en nuestra historia republicana.

¿Qué pasa de ahora en adelante?

El régimen ha decidido, con sus últimos nombramientos, acentuar su rostro radical. Ya no les quedan fichas. Sólo enroques y cambios insustanciales. Echan mano de Diputados de la Asamblea Nacional. Puro “bate quebrao”. Siguen apelando a Gobernadores. Ahora el designado es el de Aragua. Personaje funesto envuelto en mil y un juegos de poder, dinero, corrupción, narcotráfico y terrorismo. Afecto a Maduro, maneja las finanzas subterráneas. Representa un disuasivo por si Maduro debe dejar el poder… ¡qué joya quedaría para los dos últimos años!

Por supuesto, de este teatro no saldrá ni una nueva solución efectiva ni un paliativo que permita aminorar siquiera uno de los gravísimos problemas que sufre el venezolano de a pie. La comparsa de Maduro no da más. No tiene con qué. Se sostiene porque no existen incentivos que los haga salir del poder sin enormes consecuencias personales, para sí mismos y sus allegados.

A la cúpula militar poco le importa el pueblo. Así como tampoco le importa la situación en la que se encuentra la enorme mayoría de los efectivos castrenses. Estos viven junto a sus familias el desastre venezolano. Sin embargo, no hallan cómo expresar su descontento sin asumir grandes riesgos.

El chavismo-madurismo-diosdadismo juega a que pase el tiempo. Correr la arruga. Que ocurra de pronto un milagro y que aparezcan soluciones mágicas que les permitan tomar aire y seguir en el poder. Muy difícil.

En el lado de la oposición, las cosas no se ven precisamente mejor.

La desmovilización de la calle después del 20 de Octubre del año pasado fue una decisión que a estas alturas no está uno claro de cómo calificarla. Como un apresuramiento, como un error, como una estupidez… ¡o como todos juntos! A menos que haya sido algo sospechosamente meditado…

Sea lo que sea, esta dirigencia de oposición nos dejó con los crespos hechos y con Maduro en el poder no se sabe hasta cuándo. Desde entonces, viene dando tumbos, no acierta. Y el comienzo del 2017 no augura algo distinto.

Ahora más que nunca, el aspecto socio-económico puede tomar una importancia enorme en un desenlace.

Después del Diciembre más triste que se recuerde, los venezolanos se encuentran con un Enero/Febrero terrible. Además de la escasez, que continua, ahora se suma una inflación desorbitada.

¿Cómo puede llegar a pagar un compatriota los precios actuales de los productos? ¿Puede desencadenar esto una ola de protestas masivas y violentas que lleve a una solución obligada?

La oposición, representada en la MUD y fuera de ella, debe detenerse y plantearse una estrategia coherente y sobre todo llena de acciones continuadas, que le haga recobrar la confianza de la gente. Debe cuidar la Unidad como parte de esa estrategia.

Y debe crear para sí un alto grado de credibilidad en todos los sectores que la lleve a ser identificada por una aplastante mayoría de venezolanos, incluidos los chavistas, como un potable, conveniente y apropiado sustituto del nefasto régimen actual.

Sólo así, podremos ver con mayor esperanza este 2017.

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