BERNARD HORANDE 12 de enero de 2017
De
acuerdo a un conocido relato, el piloto de un avión le anuncia en pleno vuelo a
sus pasajeros que tiene dos noticias que darles. Una mala y una buena.
“Comienzo
por la mala…”, dice, “hemos perdido el rumbo y no sabemos hacia dónde vamos…”.
Por
supuesto, todos los pasajeros entran en pánico, y sólo esperan escuchar la
noticia positiva.
En
tono tranquilizador, el piloto continúa:
“Y
ahora la buena noticia: a pesar de qué no sabemos adónde vamos, lo cierto es
que lo estamos haciendo rapidísimo, es más… ¡este avión ya ha superado su
record histórico de velocidad!”.
Así
parece estar andando Venezuela. Sin rumbo, y velozmente hacia una catástrofe
total.
El año
2016 fue, en lo político, frustrante. Las enormes expectativas creadas sobre la
salida de Nicolás Maduro de la Presidencia de la República y la convocatoria a
elecciones, se vieron anuladas. Se juntaron la imposición de decisiones
ilegales, ilegítimas e inconstitucionales del Tribunal Supremo de Justicia –
TSJ, y del Consejo Nacional Electoral – CNE, con una pléyade de pésimas
decisiones por parte de la oposición venezolana organizada en la Mesa de la
Unidad Democrática – MUD.
Obviamente,
la crisis social y económica no hizo sino agravarse hasta llegar a niveles
nunca vistos en nuestra historia republicana.
¿Qué
pasa de ahora en adelante?
El
régimen ha decidido, con sus últimos nombramientos, acentuar su rostro radical.
Ya no les quedan fichas. Sólo enroques y cambios insustanciales. Echan mano de
Diputados de la Asamblea Nacional. Puro “bate quebrao”. Siguen apelando a
Gobernadores. Ahora el designado es el de Aragua. Personaje funesto envuelto en
mil y un juegos de poder, dinero, corrupción, narcotráfico y terrorismo. Afecto
a Maduro, maneja las finanzas subterráneas. Representa un disuasivo por si
Maduro debe dejar el poder… ¡qué joya quedaría para los dos últimos años!
Por
supuesto, de este teatro no saldrá ni una nueva solución efectiva ni un
paliativo que permita aminorar siquiera uno de los gravísimos problemas que
sufre el venezolano de a pie. La comparsa de Maduro no da más. No tiene con
qué. Se sostiene porque no existen incentivos que los haga salir del poder sin
enormes consecuencias personales, para sí mismos y sus allegados.
A la
cúpula militar poco le importa el pueblo. Así como tampoco le importa la
situación en la que se encuentra la enorme mayoría de los efectivos castrenses.
Estos viven junto a sus familias el desastre venezolano. Sin embargo, no hallan
cómo expresar su descontento sin asumir grandes riesgos.
El
chavismo-madurismo-diosdadismo juega a que pase el tiempo. Correr la arruga.
Que ocurra de pronto un milagro y que aparezcan soluciones mágicas que les
permitan tomar aire y seguir en el poder. Muy difícil.
En el
lado de la oposición, las cosas no se ven precisamente mejor.
La
desmovilización de la calle después del 20 de Octubre del año pasado fue una
decisión que a estas alturas no está uno claro de cómo calificarla. Como un
apresuramiento, como un error, como una estupidez… ¡o como todos juntos! A
menos que haya sido algo sospechosamente meditado…
Sea lo
que sea, esta dirigencia de oposición nos dejó con los crespos hechos y con
Maduro en el poder no se sabe hasta cuándo. Desde entonces, viene dando tumbos,
no acierta. Y el comienzo del 2017 no augura algo distinto.
Ahora
más que nunca, el aspecto socio-económico puede tomar una importancia enorme en
un desenlace.
Después
del Diciembre más triste que se recuerde, los venezolanos se encuentran con un
Enero/Febrero terrible. Además de la escasez, que continua, ahora se suma una
inflación desorbitada.
¿Cómo
puede llegar a pagar un compatriota los precios actuales de los productos?
¿Puede desencadenar esto una ola de protestas masivas y violentas que lleve a
una solución obligada?
La
oposición, representada en la MUD y fuera de ella, debe detenerse y plantearse
una estrategia coherente y sobre todo llena de acciones continuadas, que le
haga recobrar la confianza de la gente. Debe cuidar la Unidad como parte de esa
estrategia.
Y debe
crear para sí un alto grado de credibilidad en todos los sectores que la lleve
a ser identificada por una aplastante mayoría de venezolanos, incluidos los
chavistas, como un potable, conveniente y apropiado sustituto del nefasto
régimen actual.
Sólo
así, podremos ver con mayor esperanza este 2017.
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