Pablo Pérez 02 de febrero de 2017
@PabloPerezOf
La
crisis política venezolana es muy compleja, tan difícil que muchos
especialistas la han calificado como un verdadero conflicto con todas las
implicaciones que eso representa. Salir de esta situación es muy complicado,
porque tal como he comentado en otras ocasiones, no hay salidas inmediatas ni
mágicas.
Y no
hay salidas inmediatas y efectivas porque no estamos ante un régimen
democrático, sino frente a uno cuya única prioridad es sostenerse en el poder
sin importar el costo. Con las dimensiones de la tragedia nacional, ya en un
país normal se hubiera producido la renuncia del Gobierno y la convocatoria de
elecciones.
¿Y qué
hacemos ante semejante dificultad?
Hay
dos caminos. El primero es peligroso y se trata de la insurrección popular y la
lucha armada en las calles, como proponen los radicales del Twitter. En ese
escenario tenemos todo en contra porque si bien es cierto somos una mayoría,
pero somos una mayoría desarmada frente a una minoría armada y en algunos casos
sedienta de sangre para alimentar la epopeya revolucionaria.
En la
oposición reunida en la coalición Mesa de la Unidad Democrática ni creemos, ni
mucho menos estamos formados para esa lucha. Nosotros creemos y estamos
formados en democracia y en democracia la vía adecuada para provocar un cambio
son las elecciones.
Es
innegable que la estrategia para impulsar el Referendo Revocatorio fracasó.
Negar eso es una necedad. Pero eso no quiere decir que todo está perdido y que
solo nos queda el camino de la resignación y la sumisión. Todavía estamos a
tiempo de evitar la catástrofe que significaría un gobierno rojo perpetuo.
Las
elecciones son un camino. No es corto, tampoco fácil, pero no se basa en la
violencia. Tenemos que presionar para que el Gobierno acepte convocar las
elecciones regionales y municipales para este año. Ellos perdieron la vocación
electoral, pero aún se pueden doblegar y obligar a aceptar la salida electoral.
Eso no es imposible.
Solo
se requiere de la voluntad de un pueblo mezclada con la presión nacional e
internacional, pero sobre todo motivando a los sectores disidentes del Gobierno
que quieren evitar el caos y la violencia. Se trata de debilitar al Gobierno
ganándole la mayoría de las Gobernaciones y Alcaldías. Se trata de forzar la
realización de las presidenciales de 2018. Si hay una presión unitaria, no
podrán negarse. Negarse sería admitir que estamos en una dictadura.
@PabloPerezOf
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