Estimado
Sr. Luis Leonardo Almagro Lemes
Secretario
General de la Organización de los Estados Americanos
Presente.-
Los
firmantes de esta carta abierta, todos venezolanos, hemos sido siempre
activistas y luchadores políticos y sociales progresistas, promotores de mayor
inclusión y justicia social, y de la profundización de la democracia.
Defensores también de la soberanía de nuestro país y solidarios tanto con las
luchas de los pueblos latinoamericanos y caribeños, como con las de cualquier
otra parte del Mundo. En diferentes grados y momentos, acompañamos el proceso
que Hugo Chávez representó. Participaciones que, cada cual en su forma y por
sus particulares motivos, fueron amainando hasta llegar a distanciarnos de su
proyecto. Igualmente en diferentes grados, a asumir posturas abiertas de
crítica, antes al presidente Chávez y ahora al gobierno del presidente Maduro,
por considerarlos principales responsables de la actual situación de crisis
económica, política y social que vive el país. Nuestro distanciamiento y
cuestionamiento, y en casos enfrentamiento con estos, los motivó, precisamente,
la misma posición progresista y de compromiso con Venezuela que siempre hemos
tenido y que inicialmente nos llevó a esperanzarnos con el proceso iniciado en
la pasada década de los noventa. Esto no nos ha llevado, sin embargo, a
identificamos y participar activamente con la hasta ahora principal alianza
política de fuerzas opositoras agrupadas en la llamada Mesa de Unidad
Democrática MUD.
En
abril del 2013, luego de la elección de Nicolás Maduro, y un año después, en
marzo del 2014, a raíz de los sucesos violentos de calle de febrero y mes
siguiente, el gobierno venezolano solicitó, explícita o implícitamente,
pronunciamientos a su favor de instancias internacionales y figuras relevantes.
En el primer caso, en respuesta al cuestionamiento a la totalización de votos
emitida por el CNE y, en el segundo, a supuestas acciones subversivas para la
desestabilización y eventual derrocamiento del gobierno. En ambos casos recibió
amplios apoyos al reconocerlo como el Gobierno legítimo por haber surgido de
elecciones consideradas democráticas.
Aunque
podamos disentir en cuanto a apreciaciones sobre nuestra realidad actual,
respetamos las motivaciones de solidaridad y reconocimiento de muchos en el
ámbito continental y mundial, con el proceso que inicialmente encarnó Hugo
Chávez y que hoy preside Nicolás Maduro. Pero estamos convencidos de que hoy,
más que en otros momentos, por el bien y la estabilidad de Venezuela y nuestra
región, es indispensable agregar soportes más sólidos a previsibles
pronunciamientos futuros en relación a la legitimidad de nuestro gobierno.
El
reconocimiento y apoyo al gobierno de Nicolás Maduro, en ocasión a las
sobrevenidas elecciones presidenciales de abril de 2013, se sustentó en su
legitimidad por surgir del ejercicio de la soberanía popular expresada en
elecciones democráticas. Reconocimiento y apoyo que fue hecho, sin embargo, sin
profundizar niatender a las formas concretas en que esas elecciones fueron
adelantadas.
El
sistema electoral venezolano, aun con su sofisticada plataforma tecnológica
diseñada para la trasparencia, ha ido crecientemente constituyéndose para el
ciudadano común en una caja negra de las que sólo conoce la entrada y la
salida, pero desconoce los aspectos medulares de su proceso interno. Altamente
computarizado, su confiabilidad se debe presumir a partir de la supuesta
invulnerabilidad técnico-operativa de sus sistemas y equipos. Los resultados de
auditorías técnicas circunstanciales, hechas con participación de técnicos
independientes y de la oposición, han sido muy poco difundidos oficialmente y
no han ampliado la confianza en el sistema.
En sus
fases y niveles medulares el CNE ha sido también crecientemente partidizado,
alejándolo del ideal de independencia, transparencia y profesionalismo. Para la
última renovación parcial de rectores hubo la frustrada expectativa de que,
siguiendo lo establecido en la Constitución, la nueva directiva del CNE fuera
designada por consenso, resultando con una composición más plural, ganando con
ello mayores grados de confiabilidad. Por el contrario, la forma, para nosotros
inconstitucional, como el PSUV manejó ese proceso, resultó en la renovación de
casi la misma directiva, concitando aún mayores niveles de desconfianza
El
sistema electoral venezolano tiene poca transparencia. Aparte de la ausencia
inconstitucional de proporcionalidad electoral, es crecientemente visto por
buena parte del electorado como un sistema manejado principalmente por
funcionarios activistas del partido del gobierno, minando la confianza en la
veracidad y exactitud de los resultados emitidos. Y el CNE poco hace para
revertir esa percepción. Por el contrario, sus actuaciones recientes tienden a
reforzarla. Como ya mencionamos, la forma en que en el mes de diciembre pasado
fue renovada parcialmente su directiva dio pie a mayores desconfianzas. La
demora en anunciar la fecha para las elecciones parlamentarias, así como su
cronograma específico, generó innecesarias incertidumbres. La misma
indefinición de las circunscripciones electorales fue otra determinante fuente
de desconfianzas. Las proyecciones poblacionales, que deberían pasar por la
aprobación de la Asamblea Nacional como un mero trámite formal, al suponerse
resultado de un proceso técnico convencional, en esta ocasión, sin siquiera
abrirse formalmente el debate, fueron aprobadas sólo con el voto de la mayoría
oficialista.
La no
convocatoria de las elecciones de los diputados al PARLASUR, que debería ser
efectuada obligatoriamente este año; la eliminación de la votación directa,
universal y secreta, para elegir los diputados al PARLATINO, que se venía
realizando desde el año 2000; así como la inacción ante el ventajismo
propagandístico e informativo gubernamental y el claro uso de recursos
estatales en la campaña del PSUV, constituyen elementos adicionales de
desconfianza hacia el máximo órgano electoral del país.
Previsiblemente
a usted, y a la Organización de los Estados Americanos que ahora usted lidera,
se le planteará la necesidad de pronunciarse sobre las elecciones del 6 de
diciembre y sus resultados. Un proceso que, sin ser presidencial, tendrá una
importante incidencia sobre la legitimidad del gobierno de Nicolás Maduro. Y el
reconocimiento y legitimidad de los resultados de esas venideras elecciones, la
estabilidad política que a ellas suceda, estará determinada por la
transparencia, o carencia de ella, de la autoridad electoral y del proceso
electoral en su conjunto.
Tiene
esta carta por propósito solicitarle, con el mayor respeto, que usted y la OEA,
dentro de los límites que el derecho internacional impone, continúe alerta
sobre la situación en nuestro país. Para garantizarse Ud., que su eventual
futura posición tenga un soporte más sólido, le pedimos que activamente
contribuya, desde ahora, a garantizar mayores niveles de transparencia e
imparcialidad en todo el proceso conducente a las venideras elecciones. Lo llamamos
a continuar estando atento para sugerir, proponer o presionar, en aras de
garantizar que estas venideras elecciones en Venezuela, sean desde ya
instrumentadas y procesadas transparentemente y con equidad.
Caracas,
agosto 2015
Elechiguerra,
Javier
López Maya, Margarita
Esté,
Arnaldo
López Padrino, José Rafael
Fuenmayor
Toro, Luis Pérez Martí, Felipe
Gómez,
Marcos Esteban
Poleo, Víctor
Iribarren,
Rafael
Sambrano Vidal, Edwin
Jordán
Hernández, Alberto Yajure, Edgar
Lander,
Luis E.
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