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martes, 1 de septiembre de 2015

Maduro, es la economía estúpido, por @lcvelez



Luis Carlos Vélez 30 de agosto de 2015

Pero tomar acciones para resolver los inconvenientes significa actuar con responsabilidad, algo que contrasta con el populismo que le mantiene en el poder.

La crisis fronteriza es otro episodio en el que Maduro busca un chivo expiatorio para alejarse de sus responsabilidades. Como su dominio económico, político, administrativo y de relaciones internacionales es nulo, acude a lo más básico: el lenguaje de la guerra para tratar de solucionar una situación que su modelo económico provocó.

Haciendo un esfuerzo grande para desligarse de las dolorosas imágenes que acompañan el relato de la tragedia que viven nuestros compatriotas en la frontera, es importante destacar que en el fondo todo esto es un problema económico. Históricamente la frontera binacional ha sido escenario de todo tipo de actores. Desconocer la existencia de paramilitares, prostitución, narcotráfico y guerrilla en la zona, es imposible. Sin embargo, desde que el régimen de Venezuela respondió a la destrucción de su industria con el subsidio de productos de primera necesidad, multiplicó la transacción ilegal entre las dos naciones.

Si del lado venezolano prácticamente regalan la gasolina, venden productos básicos a precio de huevo y hay una moneda artificial que el gobierno trata de mantener por mero capricho, pues aquellos que viven del otro lado harán lo posible para sacarle provecho. Es el resultado de las leyes del mercado.

Mientras en Venezuela una bolsa de harina de maíz cuesta 19 bolívares, en Cúcuta vale 650. La distorsión en los precios ha hecho que traficantes profesionales, la Guardia Nacional Venezolana y el pueblo traten de aprovecharse de esta oportunidad de arbitraje. Estamos viendo la acción del mercado en pleno. Uno que salvajemente aprovecha la miopía económica de Maduro. Él debería entender esto como otra señal de la insostenibilidad de sus acciones y no como otra excusa para exacerbar un nacionalismo falso en busca de réditos políticos.

Parte de la solución del lado de Caracas está en ajustar su moneda a los valores en los que el mercado la transa a espaldas del gobierno. El problema es que este ajuste cambiario evidenciaría la destrucción de la industria local y la baja capacidad adquisitiva de sus nacionales. Sería quitarle la ropa al emperador. El modelo de nacionalizaciones, el desestímulo a las inversiones privadas, la desconfianza inversionista, el mal manejo macro y la compra de votos a punta de mercados miserables han destruido la economía venezolana. El modelo chavista niveló al país a la miseria y volvió a su pueblo indefenso, hambriento y vulnerable a los abusos de los militares y corruptos.

Colombia hace bien al no pelear en los términos de Maduro. Sus acciones pendencieras no pueden ser respondidas con similar talante. Más bien, como a un desestabilizado mental a punto de tirarse de un edificio, hay que aplicarle psicología, negociación, y entendimiento. Rabia no se combate con rabia, mucho menos ignorancia con brutalidad. Desescalar el lenguaje es parte de la estrategia. Solo así pasará de hablar de paramilitares a tasas de cambio y estímulos para generar empresa en la zona. Hay que calmar a la bestia para poder montarla.

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