Por Ángel Oropeza
ara entender la estrategia
marco tanto del Frente Amplio como de la oposición democrática venezolana, es
necesario partir de 3 premisas, las cuales deben ser insistente y repetidamente
expuestas: una, el objetivo superior no es otro que salir del gobierno de
Maduro como única forma posible de comenzar a resolver la profunda crisis
plural que vivimos los venezolanos. Dos, el objetivo inmediato es luchar por el
restablecimiento del orden constitucional quebrantado, y por rescatar la
soberanía del pueblo como conductor de su destino. Y tres, para logar ambos
objetivos, la vía eficaz y más segura es batallar hasta conseguir la realización
de elecciones libres y de verdad.
Frente a lo anterior, algunos
preguntan –de buena fe– si no es una contradicción esa estrategia marco si
estamos en una dictadura. Expliquemos brevemente por qué, en vez de una
contradicción, es un signo de coherencia.
En primer lugar, no se trata
–ingenuamente– de “pedir” nuevas elecciones. Eso es asumir equivocadamente que
el sujeto del cambio político es el gobierno, a quien se le “exigen” cosas en
espera de que él decida. Eso sí es un acto de irresponsable candidez. No es un
asunto de “pedir”, y menos a una dictadura. De lo que se trata, por el
contrario, es de la decisión de profundizar la lucha en todos los frentes para
generar las condiciones de presión social y política que obliguen a que haya
elecciones como única salida para el propio gobierno.
No es esperar pasivamente una
concesión graciosa del opresor. Eso no va a ocurrir, simplemente porque no le
conviene. Es utilizar y activar en inteligente vinculación todas las
herramientas de la lucha cívica con el objetivo de que el costo para el
gobierno de someterse a una elección libre sea menor que el riesgo de no
hacerlo.
El principal enemigo del
gobierno es la gente. Es a ella a la que más teme. Por ello su terror ante
cualquier posibilidad de que el pueblo se exprese libremente. Hace ya tiempo
que el régimen decidió que no podía dejar descansar la continuidad de su
mandato en los hombros de un “soberano” que le ha sido infiel y poco confiable,
porque no quiere entender el juego de empobrecerse y sufrir para que quienes
mandan se enriquezcan. Por eso su decisión de robarse las elecciones y
sustituirlas por un parapeto controlado que, al impedir la libre expresión de
la voluntad de la gente, trate de asegurar de manera fraudulenta su permanencia
en el poder.
Así las cosas, si la
estrategia del adversario es huir de lo electoral, la nuestra debe ser, por
lógica, batallar porque la salida electoral sea inevitable. No hay que olvidar
que la lucha porque la gente se exprese libremente en elecciones es el gran
movilizador social y al mismo tiempo el gran desestabilizador de los regímenes
autoritarios. La dictadura de Pérez Jiménez no cae por el hambre y la necesidad
de la población. Cae por la presión electoral de la gente. La bandera que
enarbolaba la Junta Patriótica era la de lucha por elecciones libres. Lo
electoral era, y vuelve a serlo ahora, el arma subversiva de los venezolanos.
Por eso la decisión
mayoritaria del país de no prestarse al juego de la falsa votación del 20 de
mayo pasado era coherente. Porque el primer paso para tener elecciones de
verdad en Venezuela era rechazar el intento de sustituirlas por una farsa que
solo permitía votar pero no elegir.
Para los demócratas, el sujeto
del cambio político es el pueblo, y las elecciones libres –como la única forma
confiable que existe para que ese pueblo exprese sus decisiones– son siempre su
mejor medio de lucha. Pero de lucha, no simplemente de “exigencia”.
Cualquier salida sin
elecciones será siempre la voluntad de alguien, pero no de la gente. Y cuando
tales “salidas” ocurren, en el fondo se transforman en un juego de azar: pueden
salir bien o pueden salir mal. Los venezolanos han sufrido tanto que no merecen
que su destino dependa ahora de la suerte o de la voluntad particular de
alguien.
Activarnos todos para que sea
el pueblo el que decida, es un asunto de coherencia.
(*) Artículo originalmente en
“El Nacional”. Mecanismo de censura malintencionado del gobierno hacen
imposible tomarlo de su fuente inicial.
11-06-18
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