Por Roberto Patiño
Todo comenzó, me dice Johnny
Rojas, cuando el director del colegio, el señor Rafael Peña, le hizo el
ofrecimiento de contribuir en la alimentación de 40 niños que estuvieran en
situación más crítica. Johnny vive, junto a su esposa y sus dos hijos (una niña
de 12 y un varón de 15 años) en el colegio de San José de Obrero, de Antímano.
Mantiene el cafetín del colegio desde hace ocho años. “Yo me enojé con él”,
rememora, “le dije, ‘oye vale, tú piensas nada más que en esos chamos y no te
das cuenta de que si tú pones un comedor aquí, la actividad económica en mi
cantina no va a ser igual a la de antes. ¡Me van a comprar menos personas!’”.
Sin embargo, el director insistió y le pidió que lo pensara.
Al día siguiente, una niña
llegó a la cantina de Johnny. “Nos pidió que le calentáramos la comida”, narra,
“y yo le dije que okey. Le pasé el envase a mi esposa y le pedí que me hiciese
el favor. En el área donde está el microondas, hay una pared que bloquea la
vista desde la entrada de la cantina. Mi esposa me llamó, con los ojos
aguados. Cuando me acerqué, vi que lo que tenía la niña era una pata de
pollo con sal, pelada, sin más nada. Sentí que se me arrugó el corazón”.
Johnny aún mantenía la esperanza de que ese no fuese todo el desayuno de la
niña: era posible que le estuviesen dando la pata de pollo para subirle las
plaquetas, pues en ese momento había una epidemia de chikungunya. Pero ese no
era el caso. “Cuando le pregunté, ella me dijo que en su casa solo habían dos
paticas y le dieron una a ella y otra el hermano. Entonces, yo le regalé una
empanada y un jugo”.
En ese mismo momento, buscó
al director y le dijo: “Cuenta conmigo”.
El director Rafael Peña,
Johnny y madres de la comunidad, se reunieron con parte del equipo de Alimenta
la Solidaridad y así nació un comedor que arrancó con 40 chamos. “Y que hoy”,
puntualiza Johnny, “lamentablemente contamos con 100. Y digo lamentablemente,
porque el hambre no debe existir, ¿me entiendes? En vez de disminuir, lo
que hace es crecer la matrícula de niños en el comedor.
Ahorita hay muchos niños que
están de vacaciones, o que estudian en la tarde. Entonces, tú ves cómo las
mamás los levantan a las 11 de la mañana para mandarlos directo al comedor. Y
ellos llegan todavía con lagañas. Es que hay muchas familias, tú lo sabes,
Roberto, que ahorita nada más hacen dos o una comida al día”.
El de Antímano pertenece a
una red de 15 comedores distribuida en todo el municipio Libertador, que ayuda
a alimentar con un almuerzo diario a casi 1400 niños, mediante la organización
de las comunidades y el apoyo y articulación de diversos sectores de la
sociedad
Para Johnny, tan importante
como las comidas para los niños es la asimilación de quienes participan en el
programa del modelo de corresponsabilidad, opuesto a los sistemas
asistencialistas y de dependencia gubernamentales. En ese sentido, también
hace una labor de concientización con las madres de Alimenta La Solidaridad. “Ellas
se dedican a picar y guardar en potes todos los aliños, apenas los recibimos.
Me ayudan a servir y se hacen jornadas de limpieza los sábados, en las que
participan las madres que no pueden en la semana.
Pero todavía falta, falta
asimilar el modelo de corresponsabilidad. Las madres tienen que entender que no
es que ellas nos van a dar a sus hijos y nosotros vamos a darles comida y ya, o
que ahora va a ser deber nuestro deber darles el almuerzo. No. Esto es un
trabajo en equipo en el que necesitamos de todos los sectores”.
El involucramiento de Johny
en el programa y su asimilación de los valores convivenciales ha trascendido en
su familia. Su hijo mayor se sienta a almorzar con los niños del comedor, da
las gracias por cada alimento y, cada vez que puede, ayuda a servir los platos
o apoya en la cantina. Su esposa se encarga de dirigir el comedor, mientras que
Johny se ha convertido en uno de los cocineros principales de Sustento, un
servicio de catering compuesto por madres del Alimenta.
El emprendimiento genera
puestos de trabajo a miembros del programa, y oportunidades de capacitación de
la mano de chefs reconocidos, como por ejemplo Francisco Abenante. Las
ganancias obtenidas ayudan a financiar a Alimenta La Solidaridad.
Para Johny, estos logros son
parte de una transformación más profunda. Me lo dice mientras mira a los niños
a su alrededor. “Uno se transforma desde dentro y quiere, entonces, seguir
alimentando a esos chamos”, finaliza
Coordinador de Movimiento Mi
convive
14-08-18
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