Luis Ugalde SJ 31 de mayo de 2018
Nos
encontramos aquí juntos en busca de una unidad superior para responder al
intento fraudulento de perpetuar desde el poder la dramática negación de la
vida que reina en Venezuela. Aquí todos somos distintos, cada uno con su propia
historia, su pertenencia grupal y su conciencia, pero nos une algo común: la
indignación y la rebeldía contra la dictadura que niega la vida a los
venezolanos y cierra el paso a los cambios imprescindibles para que el pueblo
de Venezuela tenga vida.
1– Ustedes saben que soy
sacerdote católico. Permítanme que, desde las fuentes de mi identidad, comparta
con ustedes, no mi religión, sino una profunda sabiduría que trasciende a
cualquier parcela religiosa y es patrimonio común de toda la humanidad.
Uno
de los primeros libros de la Biblia nos presenta cómo el joven pastor de ovejas
Moisés se sintió llamado a liberar su pueblo sometido a la esclavitud en
Egipto. Sintió que desde la misteriosa zarza ardiendo Yahvé le decía “quítate
las sandalias de los pies, porque el sitio que pisas es terreno sagrado”
(Éxodo 3,5). Me atrevo a decir que ahora, en esta magna asamblea, a cada uno de
nosotros desde nuestra propia conciencia se nos dice “quítate las sandalias
de los pies, porque el sitio que pisas es sagrado”.
El
terreno sagrado de esta asamblea es la vida de la gente, la vida de los cientos
de asesinados, torturados y maltratados, de los millones de exiliados, de las
decenas de millones que malviven sin esperanza y acaban de recibir la pésima
noticia de que el gobierno dictatorialmente quiere perpetuar su miseria por
seis años más. No entenderemos la gravedad de este hecho si nos acercamos
calzados con las sandalias de nuestras rutinas y seguridades que nos protegen e
impiden que nuestros pies estén en contacto directo con el sufrimiento humano y
sientan la palpitación de su agonía.
Encontrarnos
descalzos con la vida de la gente significa despojarnos de nuestros pequeños
intereses, de las parcelas partidistas, de los prejuicios, de las rutinas y de
las apatías. Moisés descalzo escuchó desde lo profundo la invitación que
transformó su vida y lo convirtió en el gran líder movilizador de su pueblo e
inspirador de la humanidad por los siglos venideros: “He visto la opresión
de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado
en sus sufrimientos. Y he bajado a librarlos…” (Éxodo 3,7).
Si
cada uno de nosotros presta oídos a esta llamada trascendente desde el fondo de
su conciencia, superaremos nuestras pequeñeces y diferencias y dejaremos de ser
un rebaño de gente dispersa, desorientada y resignada para convertirnos en un
inmenso pueblo unido y organizado, en marcha hacia la liberación.
2– Me llena de vergüenza y me
parece una burla cruel al pueblo entero que Maduro- en lugar de sincerarse tras
la farsa electoral y presentar su renuncia- festeje su falso triunfo y anuncie
la prolongación sin fin de esta agonía y que pretenda engañar a opositores con
“diálogos” calculados para no cambiar y con pequeñas concesiones de
perdonavidas dictatoriales, sin restituir nuestros plenos derechos humanos, ni
restablecer la Constitución.
Acerquémonos
descalzos y desnudos, sin autoengaños, a la realidad de los muertos, presos y
exiliados y a los millones de venezolanos cuyos ingresos y vida cada día son
más agonizantes. Sí, no es una exageración, millones de familias agonizan,
agonizan nuestras universidades y todo el sistema educativo, agonizan las
empresas, los hospitales, los trabajadores y los enfermos, niños y ancianos,
agonizan el transporte, la luz y demás servicios públicos, atrapados entre la
corrupción y la ineptitud.
3– Para salir de nuestras
rutinas y de las trampas jurídicas y políticas que tratan de disfrazar la
realidad partamos de la verdad de hechos indiscutibles que al menos tiene tres
componentes:
A-Maduro no fue elegido democráticamente
para nuevo período hasta 2025.
B-Su continuación en el poder prolonga la
desesperación y la negación de la vida de la gente. El pueblo con su
desprecio a la tramposa votación del 20 de mayo expresó su clamor silencioso
por un cambio socio-económico que no puede esperar y debe empezar cuanto antes,
con movilización y colaboración nacional e internacional.
C-Cuanto antes debe ser restablecida nuestra
violada Constitución, para lo cual debe eliminarse la ilegítima Asamblea
Nacional Constituyente, cambiar el CNE, liberar a presos políticos y exiliados,
acabar con las arbitrarias anulaciones de partidos, tarjetas opositoras,
candidatos presidenciales, y establecer las condiciones electorales básicas que
diferencian en el mundo entero una votación dictatorial de una elección
democrática, libre, justa y transparente.
4– Buscamos UNA GRAN
UNIDAD SUPERIOR con el consenso sobre estas tres realidades y es imprescindible
la convergencia de cuatro factores claves: El primero, el más importante y
decisivo, es el profundo malestar del pueblo que se manifestó de manera tan
elocuente el 20 de mayo y que cada día empeora.
El
segundo son los países e instituciones democráticas del mundo que están claros
en no reconocer la farsa y exigir la elección verdadera para el cambio. A pesar
de la urgencia que clama por los otros dos factores, todavía no han madurado y
son los que siguen:
El
tercero es un renacido liderazgo nacional y local en todos los sectores e
instituciones: líderes de los trabajadores, vecinos, empresarios, educadores y
universidades, academias, partidos políticos, comunidades espirituales,
organizaciones de la sociedad civil… cada uno activado y organizado con su
especificidad para aportar para todos, con humildad y audacia, lo más valioso
de sí.
El
cuarto factor decisivo es la Fuerza Armada que conoce mejor que nosotros la
tragedia nacional y el fraude y está obligada a restablecer la Constitución y
evitar que se perpetúe la miseria. Cuando los cuatro converjan y se den la
mano, se abrirá la puerta hacia el camino de la liberación y la reconstrucción.
Camino difícil y retador que despertará las mejores fuerzas espirituales de
Venezuela.
5– VENEZUELA LIBRE NO SE RINDE.
Para ello tenemos que nacer de nuevo. Nicodemo, un honrado y reconocido líder
espiritual judío, se atrevió a visitar a Jesús de noche y a escondidas por
miedo a los suyos y le preguntó “qué hay que hacer”. El Maestro le respondió,
“es necesario nacer de nuevo”, aunque seamos viejos, tenemos que nacer de nuevo
(Juan 3,1-8)
Nacer
de nuevo con una gran fuerza espiritual para romper barreras sociales,
corrupciones y deformaciones del pasado y del presente. Los partidos políticos
necesitan nacer de nuevo, pero no sólo ellos sino todos nosotros y las
organizaciones e instituciones a las que pertenecemos. Desarrollar la sociedad
civil con nueva responsabilidad para transformar y controlar a su Estado e
impedir que un partido o grupo se apodere de él y lo convierta en botín;
deformación que en este país petrolero ha llegado a extremos trágicos.
Nacer
de nuevo para reconstruir juntos el país desbordando nuestra necesidad en
creativa fuerza solidaria. Los venezolanos no podemos esperar meses o años la
respuesta a la emergencia humanitaria y el cambio del funesto modelo que nos ha
llevado a este inmenso fracaso y mucho menos podemos esperar que ese cambio nos
sea otorgado por quienes lo han impuesto y quieren perpetuarlo con la fuerza y
el atropello.
Su
renuncia es reclamada por las realidades y las víctimas, para así abrir las
puertas del cambio. El camino no es fácil por eso necesitamos una fuerza
interior superior, una solidaridad y una unidad de salvación nacional. Si
coincidimos en eso, sabremos trazar los cauces concretos con la bendición de
Dios.
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